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Los 12 días en los que Guardiola noqueó al PP: “En los medios, ella es la protagonista y Feijóo, tercera noticia. Madrid dice que hay que parar esto”

La negociación de los populares extremeños con Vox, que Génova avaló en un primer momento al dar plenos poderes a su candidata, ha desbaratado parte de la estrategia del partido a una semana de la campaña de las elecciones generales

La presidenta del PP de Extremadura, María Guardiola, y el portavoz de Vox en la Asamblea, Ángel Pelayo Gordillo, durante una rueda de prensa tras firmar el acuerdo para gobernar en coalición.Foto: JORGE ARMESTAR (EUROPA PRESS)
Manuel Viejo

Lunes 19 de junio. María Guardiola sale del Parador de Mérida. La presidenta del PP extremeño abandona este convento blanco del siglo XVIII junto a su fiel escudero, Abel Bautista, secretario general de los populares en la región. Los dos se dirigen inmediatamente a una sala de la Asamblea de la comunidad, a tan solo cinco minutos a pie. Allí les esperan todos sus diputados autonómicos (en las elecciones han logrado 28 escaños), excepto el expresidente José Antonio Monago, que se encuentra en un pleno del Senado en Madrid; y Elena Manzano, que estaba, según fuentes del PP, dando una clase en la universidad. La presidenta de los populares quiere explicar a su grupo que Vox sigue firme en las negociaciones para formar un Gobierno de coalición en la región. Así empiezan los 12 días que han puesto a Extremadura en el mapa político nacional y que han desbaratado una parte de la estrategia de Génova de cara a las elecciones generales.

En esa reunión de grupo de la Asamblea, Guardiola les dice a sus diputados que Vox solo dará su apoyo al PP si les cede la consejería de Agricultura, la de Cultura y la presidencia de la Asamblea. Les indica que, en definitiva, el segundo y último encuentro con los dos interlocutores de Vox no ha supuesto ningún avance y que, a falta de 24 horas para la votación para saber quién presidirá el Parlamento autonómico, el PSOE puede hacerse con él contra todo pronóstico si no alcanzan un acuerdo. De pronto, un diputado del PP toma la palabra, según recuerda otra parlamentaria popular extremeña presente en la sala.

—¡Lo que hayáis hecho, hecho está! —exclama el diputado.

Guardiola reunió a su grupo parlamentario para explicar a sus miembros el riesgo que podría suponer un movimiento de estas características, además de enseñarles a la mayoría de ellos cómo funciona el engranaje interno de la Asamblea. Un breve paseo por el edificio. A fin de cuentas, Guardiola es responsable de una renovación casi total de las listas populares del 28 de mayo, donde apenas resisten críticos, según reconocen varios de ellos.

Pero otro diputado, con cierta experiencia, alerta en esa reunión de grupo del riesgo que podría suponer también no pactar con Vox antes de la constitución de la Mesa del Parlamento:

—Perder la Asamblea puede ser peligroso. Vamos a seguir intentándolo.

Otra parlamentaria popular añade:

—No. No les vamos a dar gratis la presidencia.

Aunque se palpa alguna división, la reunión de media hora concluye con un apoyo explícito a Guardiola y a su batuta para seguir liderando las negociaciones en solitario. Diez horas después, a las 21.40, el secretario general de los populares, Abel Bautista, decide enviar un WhatsApp al líder de Vox en la región, Ángel Pelayo Gordillo. Es el último movimiento para desatascar la negociación: “Podríamos ofreceros una mejora sustancial del acuerdo de esta mañana. Somos conscientes de que queréis un cambio”. El PP estaba dispuesto a ceder ahora no solo la presidencia de la Asamblea, sino también una secretaría de la Cámara —prácticamente el control absoluto de ese órgano— y un senador autonómico en principio popular. Vox, firme, no contesta a ese mensaje.

A las 21.50, Bautista escribe de nuevo: “Extremadura merece que apoyéis el cambio”. Gordillo, el líder de Vox, al fin responde: “Votaremos nuestra candidatura a la presidencia de la Asamblea”. La ruptura es total. El plan del PP vuela por los aires. La mañana del martes 20, los 65 diputados autonómicos de PSOE, PP, Vox y Podemos llegan al hemiciclo. Numerosos alcaldes de ciudades extremeñas suben a la tribuna de invitados. Todos están pendientes de una votación que puede ser histórica. Los populares, sin embargo, ya habían tomado la decisión: “Votaremos a Abel (PP) como presidente de la Asamblea”. A las 9.02, la cuenta oficial de los populares extremeños en Twitter publica la decisión. Cuarenta y cinco minutos después, Vox realiza el mismo movimiento, con su candidato. PSOE y Podemos, mientras tanto, se frotan las manos.

La presidencia, finalmente, cae en poder del PSOE. Los 28 diputados del PP están en shock, petrificados. “La cara de perplejidad que teníamos era evidente”, cuenta ahora un dirigente popular. Al salir del hemiciclo, Guardiola habla con un pequeño núcleo de su grupo:

—Me tengo que ir a preparar la rueda de prensa.

La presidenta de los populares extremeños sube a su despacho de la Asamblea, sola. Quiere repasar su discurso. Está a unos minutos de enfrentarse al momento clave de su corta, pero intensa etapa política. Explicar a los extremeños por qué no ha llegado a un acuerdo con Vox y, sobre todo, por qué el PSOE se ha alzado con la presidencia de la Asamblea si ella suma mayoría absoluta con la extrema derecha.

María Guardiola, el martes 20, durante la sesión constitutiva de la Asamblea.
María Guardiola, el martes 20, durante la sesión constitutiva de la Asamblea. Asamblea de Extremadura

Al salir del despacho, según fuentes cercanas a Guardiola, decide modificar el discurso que tenía preparado el lunes. “El cambio lo decide ella sola”, recuerda ahora un miembro de su equipo. Tenía dos discursos sobre la mesa. Uno más duro y otro menos contundente. La presidenta acude a la zona de prensa. Se ajusta el micrófono. Radios. Televisiones. Periódicos. Todos los medios nacionales están a punto de emitir en directo su declaración. Ella, nada nerviosa, firme, mira con el rabillo del ojo el discurso de nueve minutos que tiene colocado sobre el atril. Dispara:

—Solamente tengo mi palabra y mi trabajo.

Guardiola sigue. “Yo no voy a regalar consejerías. [...] Iremos a elecciones, si hay que ir. [...] Yo no puedo dejar entrar en mi Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes están deshumanizando a los inmigrantes, y a quienes despliegan una lona y tiran a una papelera la bandera LGTBI [...]. He hecho todo lo que estaba en mi mano. Mi promesa y mi tierra no son moneda de cambio de nada. Muchas gracias”. Ningún miembro del PP, ni autonómico ni nacional, se había mostrado con tanta fiereza contra Vox. Comienza el turno de preguntas.

—¿En ningún caso Vox entraría en un Gobierno de María Guardiola?

—No. No se pueden utilizar las instituciones para ideologizar.

Y ya habla, incluso, en tercera persona de Vox: “Ese partido…”. Razona sin tapujos sobre una repetición electoral. “Es importante que un político cumpla. Lo que creo es que obtendremos una mayoría suficiente para gobernar en solitario”. Asegura que, pese a que no ha hablado con el presidente popular, Alberto Núñez Feijóo, en esta mañana, sí que habían conversado acerca de volver a las urnas en Extremadura. “Ya manejaba este escenario porque hemos hablado, claro”. Concluye la rueda de prensa. Minutos después, sube la declaración a su perfil de Twitter. En unas horas alcanza el millón de visualizaciones. Guardiola se acaba de convertir en una baronesa popular delante de toda España.

Varios diputados del PP consultados reconocen ahora que esas palabras contra Vox generaron una fuerte división interna. “Todos cometemos errores, sobre todo porque ella…”, recuerda una diputada popular de la Asamblea, “...ella puede soltar eso sobre Vox en privado. Pero si lo dices en todos los medios, pues ya está. Lo dijo porque es María y porque esa es María”. Esa misma noche, Guardiola habla en la Cadena SER y concede una entrevista a Abc. Al día siguiente, sale en El programa de Ana Rosa (Telecinco), en Al Rojo Vivo (La Sexta), en EL PAÍS, y en Radio Nacional. La sobreexposición empieza a hacer mella entre sus fieles.

“No hay que hacer declaraciones si no hay acuerdo”, cuenta un diputado, que apunta a futuro consejero regional. “Quien conoce a María sabe que es muy firme y muy segura en sus convicciones. Hablar con medios es exponerse siempre”. El jueves 22, como reveló EL PAÍS este sábado, Guardiola escribe al líder de Vox en la región, Ángel Pelayo Gordillo, para tratar de reconducir las negociaciones:

—Tenemos que hablar, sentarnos, lo importante es Extremadura.

Pelayo no contesta. Decide esperar unas horas. La respuesta llega el viernes 23 por la mañana. Guardiola viaja ese día a Madrid a la toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso. Su equipo, mientras tanto, permanece en silencio. Un alto cargo del partido resume lo acontecido en una frase. “Durante todos esos días y en todos los medios de comunicación, la protagonista es Guardiola y Feijóo sale de tercera o cuarta noticia. Desde Madrid han dicho que hay que parar esto, que hay que poner orden y que hay bajar la intensidad”.

El domingo pasado, el 25, casi a medianoche, Guardiola envía una carta a la militancia donde asegura que no les va a fallar. “Soy muy consciente de que también es imprescindible el respeto, el diálogo y el acuerdo pragmático con la formación de Vox en Extremadura. Compartimos una prioridad, pasar página a las políticas socialistas. Es lo que nos debe preocupar”. El martes 27 habla de nuevo ante los medios. Baja el tono. “Vox es un partido constitucional con el que me quiero poner de acuerdo”. Un diputado, en conversación telefónica ese día, fue más explícito: “Percibo distintas opiniones que cuestionan una repetición electoral”. A media tarde, la presidenta de los populares llama por teléfono al líder de Vox extremeño, Pelayo Gordillo:

—¿Qué os parece si quedamos miércoles?

—No, tengo la agenda apretada, mejor el viernes.

—No podemos dejarlo pasar de esta semana.

—Déjame que hable con Madrid, a ver si pudieran hacer un hueco en la agenda.

Vox cambia la agenda. Guardiola, su secretario general, Abel Bautista, Gordillo, e Ignacio Hoces, el número uno de Vox por Badajoz al Congreso, acuerdan reunirse, de nuevo, en un despacho a las doce del mediodía del miércoles 28. Ninguna fuente consultada quiere decir en qué ciudad o en qué pueblo está ese despacho. Ni siquiera si es Extremadura. Al llegar, los cuatro inician una negociación de tres horas. Al contrario que las otras dos veces, que se reunieron en el Parador de Mérida, PP y Vox comienzan hablando de lo que realmente podría unir a ambas formaciones.

Dos horas después, y en plena negociación política, los de Santiago Abascal exigen la vicepresidencia de la Asamblea y dos consejerías, sin identificar, aunque asociadas, siempre según fuentes del PP, a conceptos relacionados con la agricultura y con la educación, pero sin decirlo abiertamente. Guardiola se niega. Explica que esto es “desproporcionado”. Les dice que si tienen un 8% de votos en Extremadura, como mucho, les correspondería una consejería. Vox, finalmente, comienza a aceptar el acuerdo, pero sin fijar todavía qué cartera sería. Al salir del despacho, la negociación comienza a ser puramente telefónica.

Esa misma noche, Guardiola llama a un alto cargo de Génova para indicarle que la negociación va en buen camino. El jueves 29 por la mañana Guardiola presenta la oferta que ha meditado: la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural. Por la tarde, el secretario general de los populares extremeños cruza hasta cuatro versiones del documento de 7 páginas y 60 puntos con Hoces, el candidato de Vox al Congreso por Badajoz. Hoces, tras un cruce de llamadas, le dice:

―Los últimos flecos hay que cerrarlos con Madrid.

Guardiola finaliza las negociaciones del acuerdo sin Gordillo, el líder de Vox en Extremadura. El hombre encargado de culminar el pacto por la formación ultra es Kiko Méndez Monasterio, que no ostenta ningún cargo en el partido, pero es el principal asesor de Santiago Abascal.

El texto definitivo entre ambas formaciones está hecho, queda prácticamente cerrado a las 18.30 del jueves. Ahí se dice que Vox entrará finalmente y por primera vez en el Gobierno autonómico de Extremadura con la Consejería de Gestión Forestal y Mundo Rural. El PP cede, además, un senador autonómico que le corresponde. Guardiola escribe un WhatsApp a Feijóo para comunicárselo. El presidente del PP, sin embargo, se encuentra en Bruselas. No vuelven a hablar hasta las 22.30, cuando da su visto bueno definitivo al acuerdo.

El viernes, a las 12.45, Guardiola llega a la Asamblea, da un beso en la mejilla a Gordillo, el líder de Vox. Sonríe tímidamente. Se dan un abrazo. Ella pregunta:

―¿Qué tal? ¿Bien?

Quince minutos después, en la misma sala donde dijo que no podría dejar entrar en un Gobierno a aquellos que niegan la violencia machista, comparece con el líder de la extrema derecha en Extremadura. Y suelta otra frase que, de nuevo, la acompañará toda su vida política: “Mi palabra no es tan importante como el futuro de los extremeños”.

 En la imagen, María Guardiola y Ángel Pelayo Gordillo, tras rubricar el acuerdo.
En la imagen, María Guardiola y Ángel Pelayo Gordillo, tras rubricar el acuerdo. Jero Morales (EFE)

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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