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A la espera de un conejo en la chistera

La campaña llega al ecuador con la expectativa de un giro de Sánchez el fin de semana. Feijóo aún estira el ‘caso Bildu’ pero Ayuso le destroza la estrategia al enfrentarse a Covite, que lo destapó

Una lona colgada en el distrito de Salamanca, en Madrid, este viernes, en la que se muestra a Tomás Díaz Ayuso, hermano de la presidenta de la Comunidad. Foto: GABRIEL LUENGAS (EUROPA PRESS) | Vídeo: EPV
Carlos E. Cué

La campaña llega al ecuador sin apenas movimientos. Ni grandes giros, ni corrimiento de tierras en las encuestas, según varios expertos consultados. Y eso, que no pase nada, no es buena noticia para el PSOE, que es quien necesita darle la vuelta a esos sondeos y quien tiene más que perder, porque su resultado de 2019 fue extraordinario y tiene muchas más plazas que defender. El PP ha conseguido, con el caso Bildu, un protagonismo inesperado que no tenía en la precampaña, cuando la agenda la controlaba Pedro Sánchez con sus anuncios y el debate giraba alrededor de la ley de vivienda o los créditos para la entrada de un piso para los jóvenes.

Por eso ahora muchos, tanto en el PSOE como en el PP y otros partidos, están esperando que Sánchez saque algún conejo en la chistera este fin de semana, este sábado cuando tiene el acto central en la Comunidad Valenciana, la joya de la corona, o el domingo, para intentar cambiar este ambiente mortecino de campaña. Sánchez tiene preparados anuncios tanto el sábado como el domingo, señalan fuentes socialistas, pero está por ver si tendrá capacidad para revitalizar una campaña que ha arrancado de manera muy diferente a la prevista por los socialistas por culpa, como siempre pasa en estas semanas frenéticas, de algo que no estaba en los planes: el caso Bildu.

El PP ha logrado cambiar la campaña pero también ha asumido un gran riesgo, y este viernes le estalló en las manos: ver a Isabel Díaz Ayuso, gran referente de la derecha española, enfrentándose abiertamente a la presidenta de Covite, Consuelo Ordóñez, que fue precisamente quien destapó la presencia de exterroristas en las listas de Bildu, es un escenario infernal para los estrategas de la calle Génova.

El martes, Alberto Núñez Feijóo, acusaba a Sánchez de ser “más generoso con los verdugos que con las víctimas”. Pero quien se enfrenta cuerpo a cuerpo con las víctimas es Ayuso, que llegó a decir de Consuelo Ordóñez, hermana de Gregorio, un auténtico mártir del PP, asesinado por ETA en 1995 mientras comía con María San Gil, que vio cómo caía sobre la mesa con un disparo en la nuca, que “tiene problemas personales con el PP desde hace años”. Fue Covite, con su vigilancia de las listas y de los nombres que conoce porque son los asesinos de los familiares de víctimas que la componen, la que avisó de que había terroristas en las candidaturas de Bildu. Ordóñez no tiene filiación política, se dedica a las víctimas y sus derechos, como otras asociaciones, pero es implacable cuando entiende que alguien está utilizando políticamente su dolor.

El exceso de Ayuso recuerda al PP la división histórica entre el sector de Jaime Mayor Oreja, que insistía siempre en que ETA seguía muy viva apoyado por un ambiente mediático conservador muy favorable, y el del PP vasco, con dirigentes como Borja Sémper que decían que la democracia había triunfado y escribió en 2011, poco después del anuncio de la tregua definitiva, un artículo a sus padres, que tituló “Que no os roben este momento” reivindicando esa victoria frente a ETA.

El problema es que ahora Feijóo ha tomado el caso Bildu como bandera —aún este viernes en el mitin de Ferrol seguía sacándolo— y ahí ya no es fácil hacer distinciones entre PP moderado y PP duro. Todo ha entrado en el mismo saco y los socialistas confían en que estos excesos sirvan para movilizar a su electorado, algo que ya pasó en otras ocasiones cuando el PP trataba de usar a las víctimas y el dolor que dejó ETA contra el PSOE. Aún así, Feijóo ya sacó el tema Bildu en Ferrol casi de forma rutinaria, sin mucho entusiasmo, tal vez consciente de que poco a poco va agotando su recorrido.

La campaña ha vuelto sobre el pasado y eso ha dado más peso a dos expresidentes que este viernes tuvieron su protagonismo. El socialista José Luis Rodríguez Zapatero, que sufrió durísimas descalificaciones del PP y hasta ocho manifestaciones con Mariano Rajoy al frente por su diálogo con ETA, que finalmente y después de varios fracasos acabó con la tregua definitiva justo cuando acababa su mandato, en octubre de 2011, se mostró desolado por el debate actual. “Luchamos juntos contra ETA, sufrimos juntos contra ETA, logramos juntos derrotar a ETA, y no entiendo por qué no podemos tener una razonable satisfacción compartida”, se lamentó. Pero, sobre todo, Zapatero, como otros políticos de la época que sufrieron los años duros del terrorismo y conocen otros casos internacionales en los que los Estados han tenido que ceder mucho para acabar con grupos armados, no entiende por qué España no presume de uno de sus mayores éxitos como país. Zapatero recordó que los organismos internacionales “ponen siempre de ejemplo a España por cómo se logró una victoria frente a un grupo terrorista sin ceder nada, sin modificar ninguna ley, sin conceder ningún indulto y sin aproximarse a nada que se pareciera a una amnistía”.

Por el contrario, José María Aznar, el presidente anterior a Zapatero, que también negoció con ETA para intentar acabar con la banda, siguió la línea de Ayuso y sostuvo que Sánchez “necesita a Bildu, Sortu, Batasuna, ETA, como lo queráis llamar” para gobernar. El PP está buscando una movilización enorme de la derecha contra Sánchez y una concentración del voto en su partido para minimizar el apoyo a Vox, y esto explica, según admiten varios dirigentes, que Feijóo y Ayuso hayan subido el listón. Aznar, que siempre reaparece en campaña, está dispuesto a elevarlo aún más y pidió a la derecha que se movilice contra Sánchez y vote al PP porque de lo contrario “España entraría en un proceso de deconstrucción constitucional”.

En una campaña tan extraña, dominada desde hace más de una semana por el caso Bildu, los grupos más pequeños tienen dificultades para hacerse ver. De hecho, una de las cosas que está logrando el PP con sus excesos es que Vox aparezca mucho menos. Podemos, que se juega su supervivencia en varias autonomías y ayuntamientos que tienen esa compleja barrera del 5%, necesita destacar. Y este viernes encontraron una manera de hacerlo a las bravas: con una pancarta gigante en Madrid, en la céntrica y conservadora calle Goya, con la cara del hermano de Isabel Díaz Ayuso, Tomás, y una frase del propio Pablo Casado unos días antes de su destitución: “La cuestión es si es entendible que el 1 de abril, cuando morían en España 700 personas, se puede contratar con tu hermana y recibir 286.000 euros de beneficio por vender mascarillas”. Las últimas encuestas dicen que finalmente Podemos logrará entrar en Madrid y la Comunidad Valenciana. Para el bloque progresista es fundamental que eso suceda. De momento, ellos han logrado el protagonismo buscado.

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