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Carlos Goñi (Revólver): “Jamás he escrito un compás pensando en el público o en las modas”

El músico, que se labró gran parte de su carrera desde Valencia, publica un nuevo disco que relee desde su óptica algunos clásicos recientes del rock español

Carlos Goñi, en una imagen promocional.
Carlos Goñi, en una imagen promocional.Irene Bernad

Siempre ha ido por libre, aunque su presencia fuera frecuente durante décadas en las listas de éxitos y vendiera discos como rosquillas. Carlos Goñi (Madrid, 1961) acaba de publicar Playlist (2024), un álbum en el que se da el gustazo de acercar a su terreno un puñado de clásicos modernos del rock español: Extremoduro, Leiva, Elefantes, Amaral o La Habitación Roja pasan por su filtro particular. ¿Un capricho? Puede ser. En cualquier caso, lo que le pide el cuerpo. Y con el máximo respeto a sus autores: todos fueron avisados de antemano, aunque no lo requería por tratarse de versiones en castellano. El respeto se palpa también en las versiones. Hay reverencia, y no desfiguración. “La melodía de voz no la voy a tocar, soy un talibán para eso, porque hay alguien que ha decidido que esas son las notas, y no otras”, me cuenta acerca de sus razones para que estas canciones suenen tanto a él como a sus primeros responsables. “Como le dijo Woody Guthrie en su lecho de muerte a Bob Dylan, lo que importa es la letra y cómo lo digas: yo no quiero hacer algo que sea lo más raruno posible, sino que la canción parezca que la escribo yo”, recalca.

El material era ya de por sí diverso, y es lógico que algunas canciones le hayan costado más que otras. Confiesa que “el más complejo fue La vereda de la puerta de atrás, de Extremoduro, porque tiene unos cambios de ritmo muy complicados, que resolví con una subida de tono y duplicando los tempos de la caja”. Al margen de que haya a quien le pueda sorprender oírle cantar eso de “que me entierren con la picha por fuera pa’ que se la coma un ratón”, que no debería: “ya ves, como si yo me la cogiera con papel de fumar: nunca lo he hecho”. Quizá la más sorprendente es Indestructibles, de La Habitación Roja, a la que desviste de electricidad para hacerla acústica. “Jorge (Martí) se emocionó al escucharla: para hacer un disco como este hay que tener muy poca vergüenza, porque la gente está acostumbrada a escuchar estas canciones de una manera, y si tú se las cambias te pueden mirar de perfil”, asume. Por suerte no fue así.

Hace tiempo que Goñi, nacido en Madrid, criado luego en Alicante y afincado en Valencia desde sus 18, vive en la capital de España, aunque mantiene su casa en L’Eliana, en cuyo estudio, que ahora regenta Luis Martínez, graban multitud de grupos. Afirma que “elegiría Valencia para vivir con los ojos cerrados, es la más bonita y vivible, y me ha tratado inconmensurablemente”, pero también que siempre se ha sentido como “un madrileño exiliado”, y es por eso que ahora se nota impelido a cerrar un círculo y residir en la sierra madrileña: “me llevo extraordinariamente mal con mi infancia, pero los únicos recuerdos decentes que tengo de ella tienen que ver con Navacerrada y con subir en la vespa de mi madre con sidecar a pasar allí un domingo”, reconoce. Por eso ha vuelto allí donde todo empezó. ¿Es Valencia una buena ciudad para impulsar una carrera en la música? “Hoy en día da igual donde vivas: puedes estar en Alaska, que si a la gente le gusta, le llegarás, porque ya no hay un sitio, todo sucede en tu casa o en la nube”, razona.

Goñi ha vuelto a la autoedición y la autogestión, y le pregunto si salió escaldado de su anterior experiencia con Nena Records, sello que fundó a finales de los noventa que también publicaba material de otros músicos. “Uno de los motivos por los que lo cerré es que mandé a una de mis bandas de promoción a Galicia para entrevistas, pero solo querían hacer Radio 3, cuando yo seguía dando entrevistas a todo el mundo y había vendido dos millones de discos: no lo entendían”, cuenta. La experiencia se repitió recientemente en su nuevo sello con “otra artista que no quiso venir de telonera conmigo de gira: debo ser de otro planeta, me sorprendió”. La inminente gira de Revólver empieza el 3 de mayo, y no escatimará clásicos. “Soy consciente de que Radiohead no siempre tocan lo que se supone: yo hago mis discos solo como me dicta el corazón, jamás pensando en público, modas o vanguardia”, dice, pero admite que en sus “conciertos soy el anfitrión de una fiesta en la que he de conseguir que mis invitados lo pasen lo mejor posible, y no se trata de ser condescendiente con ellos, sino de que tengo delante a un montón de gente que me están regalando su tiempo y su dinero”. Así que tiene claro que va a hacer Eldorado, San Pedro o El roce de tu piel, igual que los Who, a quienes vio hace poco en Barcelona, “no se dejan en el tintero Won’t gel fooled again”.

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