El fuego acaba con unas Fallas masificadas y antibelicistas y deja pendiente el incivismo
Las fiestas de Valencia concluyen sin incidentes graves, con una participación y afluencia de turistas de récord y con problemas de convivencia y de vandalismo no resueltos
Las Fallas de Valencia llegaron anoche a su fin con la cremà de sus casi 770 monumentos, entre grandes e infantiles, que este año han tenido un clamor extendido a favor de la paz y el medio ambiente en un mundo de guerras, tragedias, injusticias y contradicciones que tampoco ha escapado del fuego. Con un balance provisional de cifras récord de afluencia turística -un millón de personas durante los cinco días grandes de fiesta, según el Ayuntamiento, y sin contar aún con los datos definitivos de ocupación hotelera- y de participación fallera, este martes se cierra un ciclo festivo marcado por el dolor ante el devastador incendio del barrio de Campanar del 22 de febrero, pero también por el buen tiempo y la ausencia de incidentes graves aunque el creciente nivel de incivismo reclama ya respuestas urgentes. Las fiestas también han estado marcadas por la polémica de los cuatro ninots migrantes subsaharianos encaramados a una valla, en la falla municipal, que generó malestar y críticas en colectivos africanos y afrodescendientes cuando la obra pretendía, precisamente, hacer reflexionar sobre el drama de la migración ilegal.
El incivismo preocupa cada vez más. La alcaldesa de València, María José Catalá, ha sido contundente al hacer balance este martes de las Fallas 2024: se tiene que empezar a aplicar “mano dura contra el incívico” y aplicar las máximas sanciones a quienes no cumplen en el uso de material pirotécnico por una cuestión de seguridad, sobre todo alguno que se lleva introduciendo en la ciudad en los días de Fallas en los dos últimos años, que “no está controlado” y se vende de forma ilegal.
También ha reconocido que entre los asuntos a mejorar de las Fallas está el “incivismo” de conductas que van en contra del patrimonio. Parques, jardines y entornos monumentales han sufrido este año las consecuencias de las grandes aglomeraciones y el vandalismo, esto último también con el uso de petardos y cohetes a cualquier hora del día y de la noche.
Y los servicios de limpieza no dan a basto ante las toneladas de basura y el olor a orín que dejan las inacabables noches falleras, tanto en los entornos de las carpas que instalan muchas comisiones como junto a verbenas, discomóviles y zonas habituales de botellón.
Según los datos ofrecidos este martes por Catalá, que ampliará durante la semana, cerca de un millón de personas han visitado Valencia en Fallas. Las previsiones de hoteles y apartamentos turísticos ya apuntaban, hace una semana, que podrían ser una de las mejores ediciones de la historia para el sector turístico y hostelero, ahora solo falta concretar en qué medida.
Las 384 comisiones falleras se han gastado este año un total de 8,87 millones en sus monumentos, más que en 2023 y ya más cerca del récord de 2010 (9,4 millones), mientras la cifra de falleras y falleros que han desfilado en esta Ofrenda habría superado el récord de 103.000 personas del año pasado.
Una vez constatado -con el largamente esperado estudio oficial- el impacto de las Fallas en la economía y el empleo de València, cada vez son más las voces que llaman a una reflexión para ver cómo se puede evitar la masificación y, a la vez, compaginar ese creciente éxito turístico de la fiesta con la convivencia vecinal, el cuidado del patrimonio y el respeto a quienes no solo no disfrutan de estas celebraciones sino que sufren sus peores consecuencias.
El protagonismo inicial y final de Campanar. El barrio de Campanar, asolado el 22 de febrero por un devastador incendio que dejó diez muertos y sin hogar a docenas de familias, ha sido protagonista de estas Fallas tanto en su inicio como en su recta final.
Tres días antes de la Crida -el llamamiento oficial y multitudinario a la fiesta de la Fallera Mayor desde las Torres de Serranos-, el luto por el incendio en este barrio que tiene una quincena de comisiones falleras heló el ambiente festivo previo, pero la solidaridad del mundo fallero con los damnificados y las ganas de homenajear a las víctimas con el sentimiento festivo más valenciano han impregnado desde entonces unas fiestas que han buscado dar cierto respiro ante la tragedia.
Y en la recta final de las Fallas, la polémica: la comisión L’Antiga de Campanar, una histórica de las nueve de la sección Especial -las de más presupuesto y espectacularidad-, se alzaba con el primer premio del jurado de la Junta Central Fallera pese a que no figuraba en ninguna de las quinielas.
A unos 600 metros de esa falla, dedicada este año al cambio climático, cientos de curiosos y turistas han inmortalizado estos días con sus móviles y cámaras el esqueleto calcinado del edificio incendiado; además, cuatro comisiones falleras de València han cambiado la ubicación o aumentado la distancia de los monumentos y de la zona de fuegos por seguridad al estar cercanos a edificios con fachadas ventiladas, como la que tenía el bloque siniestrado.
Buen tiempo, pero sin calor veraniego. Las previsiones meteorológicas para los días grandes dieron un respiro a turistas y mundo fallero en general: el tiempo sería estable, sin lluvias ni viento (lo peor para la Plantà de los monumentos) y con calor, sobre todo el lunes 18, cuando se anunciaban hasta 30 grados en València.
Afortunadamente, sobre todo ante las inabarcables aglomeraciones en actos como la mascletà o la Ofrenda, ese último pronóstico no se ha cumplido y las temperaturas primaverales y preveraniegas de los primeros días han dado paso a valores más normales y a una niebla que ha hecho más llevadero, e incluso fresco, el continuo pasacalles turístico y de ocio en que muta la ciudad.
Una mascletà para la historia. Tras un ciclo oficial de mascletàs en la plaza del Ayuntamiento redondo -sin ninguna cancelación por riesgo meteorológico, sin incidentes ni heridos graves ningún día-, Pirotecnia del Mediterráneo ha hecho historia para poner este martes el broche final de oro al ritual de la pólvora, el estruendo y el humo en la abarrotada plaza del Ayuntamiento.
Ha sido posiblemente el disparo más potente escuchado y sentido nunca en estas fiestas, con un terremoto final que ha hecho retumbar la ciudad y ha dejado una sensación generalizada de que se había hecho historia, todo ello con tres pisos de masclets y 330 kilos de pólvora, el máximo permitido en la plaza. La perfectamente medida brutalidad del espectáculo ha sido tal que ha roto algunos cristales del Ayuntamiento y anulado la señal de varias cámaras de la televisión autonómica À Punt.
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