Antonio López, el policía experto en cazar obras de arte falsificadas: “Se vendían como ‘picassos’, pero eran ‘pikachus”
El jefe valenciano de la Unidad de Patrimonio explica cómo se detectan las falsificaciones tras la incautación de cinco obras, dos atribuidas a Goya, en un operación con cinco imputados
La propietaria de un supuesto goya aseguraba que lo había heredado de su abuelo. Exhibía un certificado y una tasación que valoraba la obra, de formato pequeño, en 1,5 o 1,8 millones de euros. Lo intentó vender a través de una subasta. La mujer fue detenida, puesta en libertad e investigada por los delitos de falsedad documental y estafa. El cuadro, una escena de la Guerra de la Independencia, es una de las últimas cinco obras de arte consideradas falsificaciones e incautadas recientemente por la Unidad de Patrimonio de la Policía de la Generalitat.
El botín incluye también El retrato del Barón de Alcalalí, de Goya, un Ecce Homo de Juan de Juanes (nombre artístico de Vicente Juan Macip), un renoir y un miró. Todos ellos contaban con documentación que acreditaba su presunta autenticidad y valor. Se estima que su valor en el mercado de los tres primeros sería superior a los dos millones de euros. El de los otros dos, está por determinar. En realidad, valen unos pocos cientos de euros.
Hay cuatro propietarios investigados más por estafa en este nueva operación de una unidad policial a la que no suelen llegar casi nunca denuncias, sino que actúa sobre todo investigando las transacciones comerciales, como las subastas. “El propietario de una obra falsa no denuncia. Quiere venderla, desprenderse de ella. Es como el que tiene un billete falso”, explicó este jueves Antonio López, jefe de la citada unidad de la Policía Nacional adscrita a la Generalitat, en la presentación de las obras.
En el caso del miró y el renoir, fue el propio marchante de arte el que, antes de su comercialización, las presentó libremente ante el grupo de Patrimonio Histórico para comprobar si figuraban en las bases de datos como sustraídas, así como para verificar su autenticidad y evitar cometer cualquier ilícito penal. No es lo habitual, si bien los museos como el Prado no certifican la autenticidad ni realizan tasaciones de una obra a particulares. Los propietarios del retrato atribuido a Goya declararon haberlo adquirido por 228.384,70 euros en 1999 como inversión, pensando que era una obra original y sin ser entendidos en arte.
El perfil del comprador y del vendedor es muy variado, así como la calidad de la falsificación. En este sentido, llama la atención la ínfima factura del pequeño renoir ahora incautado, como señaló el propio López. O que Ecce homo, de Juan de Juanes, fuera un lienzo pegado a una tabla cuando los originales expuestos en el Museo de Bellas Artes de Valencia y en El Prado están ejecutados sobre una tabla directamente. ¿Quién desembolsa una gran cantidad de dinero para comprar una obra de arte fuera de los canales más seguros y sin todas las garantías? “Es como el timo de la estampita. El vendedor puede ser muy persuasivo apoyado en la documentación falsa y al final te puede hacer creer que es un chollo, si te lo quieres creer... Hay mucho de codicia también”, apunta. Y mucho dinero para blanquear y una de las vías es través de la compra de obras de arte, recuerda el policía.
Hay casos de compradores que han amasado una fortuna, carecen de la mínima educación artística y son presas de su ambición por tener en casa un picasso o un sorolla, ahora que este año se celebra el centenario de su fallecimiento, comenta el policía. Adquieren una obra y cuando las cosas van mal dadas decide venderlo. Entonces descubre que es falso y lejos de denunciarlo, se mueve para venderlo como auténtico.
López se hizo pasar como comprador en una operación en la que la policía se incautó de cinco picassos, valorados en 160 millones hace unos años. “Se vendían como picassos, pero eran pikachus”, comenta sonriendo el policía, que estudió un máster en arte y se fue especializando cuando se montó la unidad valenciana en 2014 y fue asignado a ella. Recuerda también cómo se descubrió la falsedad de un modigliani de aspecto impecable al detectarse blanco de titanio, cuando su empleo es posterior a la muerte del artista italiano en 1920.
Una vez confiscada la obra, la policía se dirige a los expertos, los herederos o las fundaciones que vigilan el legado de un artista para verificar su autenticidad y confirmar sus sospechas. “Pero son los jueces y los expertos los que dictan sentencia sobre si una obra es falsa o no, no nosotros”, recuerda la comisaria de la Policía de la Generalitat, Marisol Conde, que también acompañó a la consejera de Justicia e Interior, Elisa Núñez, en la presentación con la que se quiso rendir homenaje a la labor policial.
El acto tuvo lugar en el Museo Valenciano de la Ilustración y la Modernidad (Muvim) con motivo de la exposición Falso. El arte del engaño o el engaño del arte, que exhibe hasta el domingo 112 obras incautadas por la Policía de la Generalitat. Desde 2014, esta unidad del patrimonio ha confiscado 6,143 objetos de arte o patrimoniales, de los cuales 3.803 son piezas arqueológicas, 1.364 monedas, 684 pinturas y 157 esculturas, entre otros.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.