Ocho muertos por ahogamientos en 24 horas disparan las alarmas en España
La Federación de Socorrismo pide más campañas informativas y de concienciación y lamenta que la gran mayoría ni siquiera sabe que una bandera roja es una “prohibición expresa” de entrar al agua
Si con 394 fallecidos por ahogamiento el año 2022 volvió a ser un año funesto en este tipo de sucesos, todo apunta a que 2023 va a ser aún peor. La cifra de 481 muertos de 2017, la más alta desde que se empezó este registro en 2015, ya no parece tan lejana después de que los primeros seis meses de este año se cerraran con 169 fallecidos, 22 más que en el mismo periodo del año pasado. Ocho ahogados en apenas 24 horas durante esta semana han disparado las alarmas de manera definitiva en España.
El martes por la tarde tres personas fallecieron en la playa de Marenys en la localidad valenciana de Tavernes de Valldigna (Valencia), que no tiene servicio de socorrista ni de vigilancia, pero en la que había bandera roja en las playas más cercanas. Ese mismo día, un niño de tres años que no sabía nadar se cayó a una piscina en Mallorca y su padre, que tampoco sabía, se lanzó para salvarlo, pero fallecieron los dos. Por la tarde, una niña de dos años se ahogó en una piscina privada de L’Ametlla de Mar y el miércoles, también en Cataluña, un niño de ocho años falleció en una piscina municipal de Santa Coloma, y un joven de unos 30 años lo hizo en la playa del Miracle de Tarragona en un momento en el que se había retirado ya el servicio de salvamento.
Esta secuencia confirma el de julio como un mes negro (el año pasado se ahogaron 82 personas, 64 de ellas en agosto) y resume bien los principales problemas que detectan los expertos, empezando por el desconocimiento. Desde la Federación Española de Socorrismo y Salvamento (RFESS) insisten en la necesidad de campañas de información porque mucha gente desconoce incluso lo más básico y también de concienciación del peligro que supone el medio acuático. Los expertos son partidarios de seguir la senda que en su día inició la Dirección General de Tráfico con los accidentes de circulación.
“Los ahogamientos se producen por falta de conocimiento de las normativas y de cómo se debe comportar la gente en cada espacio, pero también por la falta de conciencia de los peligros de este medio, como pasaba en su día con los accidentes de coche”, explica Ana Domínguez, de 39 años e integrante del departamento de prevención y seguridad de la RFESS. “Por ejemplo, la población en general desconoce que una bandera roja supone una prohibición expresa de entrar al agua y no una recomendación. Y eso que el color de las banderas es la única señal unificada en todo el país. En ese sentido echamos en falta compañas de concienciación. Si se conocieran las señales y se leyeran las normas de cada espacio al que se acceden se reducirían muchos los accidentes”.
Además del conocimiento y la concienciación, hay un tercer aspecto que lleva de cabeza a los expertos y es el control de los menores. Especialmente mientras el acceso a las piscinas no esté controlado físicamente por vallas como ocurre por ejemplo en Francia. “A un menor no se le debe perder de vista nunca, no solo cuando está dentro del medio acuático tampoco cuando está fuera pero cerca porque se puede caer”, destaca Domínguez. Hay que recordar que la persona que está al cargo es el adulto con el que va y no el socorrista como muchas veces se cree”.
Los ocho ahogados de esas fatídicas 24 horas entre el martes y el miércoles por la tarde también confirman un dato tozudo sobre el que aún no existe un estudio claro: se ahogan muchos más hombres que mujeres, en este caso seis de ocho (75%) y el pasado año 315 de 394 (70%). “No hay nada aún que lo explique pero llama la atención y especialmente porque es un porcentaje que se repite en todos los países”, confirma la integrante del departamento de prevención de la RFESS.
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