Lía, primera fallera mayor trans: “Soy una privilegiada por cumplir mi sueño”
Lía Sánchez Carballo rompe con el conservadurismo de las fiestas valencianas de manera natural y con el apoyo de su familia y de sus compañeros, que llevaban tiempo esperando su transición
Cuando Lía salió vestida de fallera públicamente a finales del pasado año, en el acto de exaltación de la falla de su barrio, la de toda su vida, la que la ha visto crecer, la emoción no se pudo contener. “Lloramos todas. Es que lo estábamos esperando desde siempre; es que era como ver cómo se cumplía su sueño después de un largo camino; y es que estaba guapísima...”. Mientras Visi Banaclocha rememora aquel momento inolvidable para la pequeña falla de Manuel Candela-Avenida del Puerto de Valencia, sus tres compañeras de comisión asienten, aportan detalles y alguna se vuelve a conmover. “Aquí siempre lo hemos vivido con mucha normalidad, con mucha naturalidad, como sus padres, y eso que en la falla hay gente mayor y podría pensarse que no lo iban a aceptar, pero nada de eso”, añade a las puertas del casal fallero.
Dentro, Lía Sánchez Carballo, de 24 años, se muestra solícita y se deja retratar para este periódico con su traje de fallera. Sonríe y da las gracias ante los “guapa” y “enhorabuena” que va recibiendo. Desde que ha trascendido su designación el 28 de abril como la primera fallera mayor trans, al menos que se tenga constancia, no ha dejado de atender a unos y a otros. Ya fue presidente infantil —el equivalente a fallera mayor infantil— junto con su hermano mellizo no hace tantos años, pero ahora todo es muy distinto. “Realmente, me siento una privilegiada por todo el apoyo que recibo, porque puedo cumplir mi sueño, y porque tanto económicamente, como familiar y socialmente, lo he tenido fácil”, afirma la joven sobre su transición, que inició hace tres años, y sobre cómo se ha sentido siempre arropada.
“Desde los 18 años, mis padres me decían: ‘cuando quieras, empiezas’. Y yo decía: ‘Aún no es el momento, me tengo que encontrar un poco mejor’. No me atrevía. Y en la falla, que es muy familiar, somos una piña y me han apoyado también siempre. Mi realidad es una realidad que se veía, que no hacía falta contar”, comenta esta maquilladora que siempre ha estado “fascinada por el mundo de la belleza” y ahora trabaja para la firma Charlotte Ivory.
“Lía siempre ha tenido su carácter particular, siempre venía maquillada, siempre nos pintaba a todas; desde el primer momento la falla la ha aceptado como es. A la gente no le ha extrañado nada. Lo he hablado muchas veces con ella”, señala la maestra Andrea Barrachina, de 28 años, presidenta de la falla y amiga de Lía desde que tiraban petardos de nanas.
Lía se cambió el nombre oficialmente el pasado año. No lo eligió como un velado homenaje a la princesa Leia, de Star Wars, cuyo moños galácticos bien podrían estar inspirados en el característico peinado de las falleras, sino porque de niña ya le pedía a su madre que la llamara así. Sus padres desempeñan un papel clave en la seguridad que muestra Lía.
El mundo fallero está cambiando, sostiene la maquilladora. Ya no es tan conservador como antes, si bien los clichés machistas y homófobos son difíciles de enterrar por completo. “Las personas LTGBI existimos en todos los ámbitos, también en la mejor fiesta del mundo, y queremos formar parte de ella desde el respeto y sin ningún impedimento”, razona. Ella ha recibido felicitaciones del alcalde de Valencia, Joan Ribó, de Compromís, que gobierna con el PSPV-PSOE, y de la Junta Central Fallera, entre otros,
“Yo hago esto para visibilizar a las personas trans, podría no hacerlo. Si yo de pequeña hubiera tenido una referente, me habría ayudado mucho a encontrarme antes y no hubiera tenido miedo”, explica la joven, que reconoce haber padecido episodios de acoso en el colegio. “Fue duro, pero te recuperas. Lo importante es tener un buen entorno familiar y la comunicación”, apunta.
A Lía le gusta citar a la drag queen Jenís cuando se preguntaba de quién es la culpa de que una persona sea intolerante a la lactosa. “Pues nosotras somos la leche. Si al final alguien tiene un problema con nosotras, se lo tiene que trabajar esa persona, no nosotras. Nosotras, lo único que hacemos es existir”, sostiene.
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