Lluís Mosquera, el último valenciano del Renacimiento
Guionista de ‘Élite’, autor de éxitos musicales para exconcursantes de OT, cazador de tendencias para jugueteras, dramaturgo o docente son solo algunas de las facetas de este creativo total
Lluís Mosquera (Carcaixent, 32 años) miró fijamente a los miembros del tribunal de su tesis en el Máster como Profesor de Educación Secundaria y rompió las hojas con la parrilla de referentes que se exigían para iniciar la defensa. “Había acumulado mucha rabia durante aquel año absurdo que se habían inventado para hacer del curso de capacitación pedagógica (CAP) un negocio. A alguien que venía de licenciarse en Bellas Artes, como yo, le acababan de hacer pasar por una formación en la que una asignatura se dedica a explicar los colores primarios y los secundarios”, recuerda a EL PAÍS. Se cumplen 10 años de aquella escena en la Universitat de València donde su tesis, titulada Sensibilidad y adolescencia: la escritura como herramienta creativa, recibió la calificación de matrícula de honor. Pocas veces la academia es tan sagaz a la hora de intuir qué impacto va a tener un maestro en la siguiente generación.
Lo que no parece probable es que atisbaran lo lejos de las aulas que ese avance iba a suceder. Mosquera, que le resta cualquier importancia a su licenciatura y a los tres másteres que le siguieron, ha influido en un sinfín de jóvenes de muy distintos países a través de juguetes, obras de teatro, éxitos musicales, series de impacto masivo, programas de entretenimiento en televisión y radio, a saber: su firma está detrás de varias temporadas de Élite; es autor de la letra de canciones para exconcursantes de Operación Triunfo y éxitos del verano, como Lo malo; ha viajado a las principales ferias del sector juguetero para captar tendencias que han acabado en productos de Famosa o Giochi Preziosi, poco después de llenar salas de teatro en la escena off de Madrid con obras que siguen reponiéndose, mientras empezaba a colaborar en medios como Televisión Española y À Punt Mèdia.
“Me ha costado mucho saber qué soy y qué hago, pero me alivia haber encontrado esa palabra: storyteller”. Un contador de historias que de pequeño soñaba con ser alfarero o dibujante para Disney, pero que, sin darse cuenta, estaba escribiendo versos de crítica para fallas durante la merienda, después de clase, junto a su abuelo. “Vengo de una familia de artistas. Mi tío Marià Mosquera es un acuarelista reconocido, y su padre, mi abuelo materno, escritor. Mi otro abuelo y sus hijos, mi padre y mi tío, artistas falleros. Cuando íbamos con el cole al taller, todo el mundo daba por hecho que acabaría volcando allí mis inquietudes artísticas. Pero a mí, más allá de salir con la banda tocando la trompa, las fallas como modo de vida me horrorizaban. Para mí significaban no tener padre durante meses. Encima mi familia hace los monumentos de cartón. Una matada muy mal pagada”.
Pese a esquivar el designio económico de la empresa familiar, Mosquera no ha eludido la dosis de precariedad que parece exigir dedicarse a la creación sin medios ni padrinos. “En mi caso no es que haya compartido piso en Madrid durante años, es que he compartido cama durante años. Eso sí, con mi mejor amigo (el también creativo y autor Jens de Fries)”. No obstante, cree que esta travesía de escasez e inseguridad, “entre curros de taquillero donde la gente se aprovecha para que le lleves las redes o le hagas la web”, han sido una mina creativa. Y de satisfacciones, como las que le sigue dando el corto ‘Sonrían al chico de los flyers’, “por el que me sigue dando gracias tanta gente que hoy, todavía, sigue en la calle repartiendo flyers sin que la gente, al menos, les sonría”.
Con un currículo apabullante que incluye dos poemarios, Mosquera dice que de todas sus experiencias la más importante ha sido el #CampWrite que lanzó en pleno confinamiento de la covid-19: un espacio online que sirvió para que decenas de personas, muchas por primera vez, rompieran el miedo a la hoja en blanco. “He vivido muchas experiencias y nada me parece más transformador que la escritura creativa. Ese rol como docente, como propiciador de que la gente deje que a través de las palabras fluya lo que lleva dentro, es lo más revelador que he vivido”. En esencia, nada que no pronosticara aquella tesis que ahora cumple una década. ¿Qué hará este valenciano del Renacimiento durante la próxima?
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