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Las doce uvas de Nochevieja nacieron de la lucha contra una polilla

El embolsado de racimos en el Medio Vinalopó permite que la variedad aledo sea la única que se produce en todo el hemisferio norte a finales de año

Uvas Nochevieja
Los racimos de uva más codiciados en Navidad proceden de la comarca alicantina del Vinalopó.JULIA DE LA ROSA
Rafa Burgos

La imaginación popular ha ideado varias teorías sobre la tradición española de tomar doce uvas en Nochevieja. La más plausible es la que cuenta que “las clases medias y bajas parodiaron la costumbre de los más pudientes de festejar el Fin de Año con un almuerzo de uvas y champán”, aventuran fuentes del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Uva Embolsada del Vinalopó. Esta entidad surgió de la unión de agricultores, distribuidores y ayuntamientos hace tres décadas en un contexto climatológico adverso, con el fin de dotar a su producto de un marchamo de calidad que permitiera diferenciar la producción y darle un valor añadido. La realidad, sin embargo, fija que fue Manuel Bonmatí, un viticultor de Novelda (Alicante), el que hace más de un siglo rodeó con papel por primera vez sus racimos, para protegerlos “con una barrera física” de la plaga de polillas que los atacaba. El invento no solo funcionó, sino que aportó diferentes beneficios. Así nació el embolsado, una técnica que “consigue que la piel de la uva sea más fina y su color, uniforme”, que respeta el medio ambiente porque no utiliza productos fitosanitarios y que “ralentiza un mes la maduración” del fruto de la vid. Aplicada a una variedad tardía, la aledo, autóctona de la comarca alicantina del Medio Vinalopó, en el interior central de la provincia, se consigue que esta zona “sea el único territorio de todo el hemisferio norte” en el que la baya aguanta “hasta enero”.

Aunque la DOP abarca también los municipios de Aspe, Hondón de las Nieves, Hondón de los Frailes y Monforte del Cid, la aledo embolsada se cultiva principalmente en La Romana, Novelda y Agost. En una extensión de 1.500 hectáreas, 300 agricultores y 30 comercializadores dan salida a los 37 millones de kilos que el consejo regulador lleva inscritos esta temporada, algo complicada con el alza de precios de los productos frescos y el calor sostenido hasta diciembre. Y su destino no es únicamente el de acompasar las doce campanadas de la última noche del año. “El 70% de la producción se vende en España”, cuentan desde el organismo que vigila la calidad de “siete variedades de uva, que se cosechan desde septiembre hasta enero”. El mercado internacional, principalmente en países de la Unión Europea, acapara el 30% restante. “Gran parte de la primera parte de la campaña de la aledo se exporta a Francia e Italia, donde prefieren una uva no tan dulce”, afirman.

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