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IN MEMORIAM
Tribuna
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El sueño de Vicente Abad

Fue el mejor conocedor de la evolución histórica de la naranja

Vicente Abad, leyendo su discurso en la inauguración del Museo de la Naranja en 1994. A su lado, la consejera de Cultura, Pilar Pedraza, el presidente Lerma, el alcalde Sanchordi y el concejal de Cultura, Josep Palomero. Detrás, de izquierda a derecha, el presidente de la Diputación, Paco Solsona, el gobernador civil, Ignacio Subías, y el consejero de Agricultura, José María Coll.
Vicente Abad, leyendo su discurso en la inauguración del Museo de la Naranja en 1994. A su lado, la consejera de Cultura, Pilar Pedraza, el presidente Lerma, el alcalde Sanchordi y el concejal de Cultura, Josep Palomero. Detrás, de izquierda a derecha, el presidente de la Diputación, Paco Solsona, el gobernador civil, Ignacio Subías, y el consejero de Agricultura, José María Coll.

Vicente Abad, recientemente desaparecido, ha sido el mejor conocedor de la evolución histórica de la naranja, asunto que fue objeto su tesis doctoral. Sus libros sobre el tema son imprescindibles. Investigador ordenado, también publicó las particularidades de la guerra civil en Burriana, cuestión que tanto ha estudiado su amigo Ángel Viñas. Ingeniero técnico agrícola, diplomado en Comercio Exterior y en Comunidades Europeas y doctor en Historia, ingresó en el cuerpo de inspectores del SOIVRE ‒organismo que creó la República en 1934‒, compuesto por funcionarios dedicados a controlar la calidad de los productos agrícolas destinados a los mercados exteriores. Fue un profesional respetado en el sector por la rectitud y honestidad de su carácter.

Domiciliado en València ‒donde su esposa, Maria Teresa Franch, había abierto una oficina de Farmacia‒, durante unos cuantos años se dejó caer poco por Burriana, hasta que en la primavera y el verano de 1976 asistió a alguna de las discretas reuniones de la Asamblea Democrática ‒plataforma pluripartidista que se había constituido como una modesta versión local de la Tabla de Fuerzas Políticas y Sindicales del País Valenciano‒, donde sus ponderadas intervenciones causaron una magnífica impresión y algunos asistentes consideraron que podría ser un buen candidato a presidir la Agrupació Borrianenca de Cultura (ABC). De hecho, impulsado por una candidatura renovadora, fue elegido presidente en la asamblea de socios celebrada el 17 de octubre de 1976.

Entre las actividades de la ABC se organizaban conferencias. Abad, afiliado entonces al Partido Socialista Popular (PSP), el 8 de enero de 1977 presentó la del profesor Tierno Galván, con quien le unía una buena amistad, como también fue íntimo del sabio jesuita Miquel Batllori, gran experto en los archivos vaticanos y en la familia papal de los Borja.

Pero Vicente Abad tenía una espina clavada: la historia de la naranja valenciana era digna de un museo que fuera también un archivo y un centro de actividades relacionadas con la citricultura. Producto de su actividad profesional, conocía muy bien el sector y no dejaba de propagar la idea por todas partes. De hecho, le gustaba mucho el almacén de Ribera de Carcaixent, un edificio modernista y ecléctico precioso. Después de décadas de abandono y de haber sufrido dos inundaciones (en 1982 y 1987), la nave estaba en malas condiciones; se rehabilitó en 1989.

Como consecuencia de haber colaborado con él en la operación ABC, habíamos trabado una buena amistad y, puesto que a comienzos de los 90 yo era concejal de Cultura, él se encomendaba a mí para encontrar un local adecuado en Burriana, pero no había ninguno disponible. La casualidad hizo posible el proyecto cuando el 1991 la Caixa de Ahorros de Castelló se diluyó en Bancaja y se desentendió de la obra social, habiéndose reservado la propiedad de sus instalaciones e inmuebles en la Fundación Caja de Castellón.

Pepe Doñate, que entonces era director de dicha obra social, me ofreció para el Ayuntamiento la sede de la calle Mayor, que se mantenía en un buen estado. A Vicente le pareció una buena solución, así como al alcalde Sanchordi, y proyectamos la constitución de un patronato en el que se integraron tres consejerías de la Generalitat (las de Agricultura, Comercio y Cultura), más el Ayuntamiento de Burriana, la Fundación Caja de Castellón, la Fundación Cañada-Blanch, etc., instituciones y entidades que debían aportar anualmente los fondos a que se comprometieron en la escritura pública fundacional para el buen funcionamiento del Museo de la Naranja que, finalmente, se inauguró el 3 de febrero de 1995, festividad patronal de San Blas, con asistencia del presidente de la Generalitat y otras autoridades. Lamentablemente, como consecuencia de varias disfunciones calamitosas, el Museo tuvo que cerrar diecisiete años después, el 19 de octubre del 2012.

Así, el sueño por el cual Vicente Abad bregó tanto, asistido por su amigo Enric Safont, que fue el tesorero de la entidad, se diluyó diez años antes de la desaparición de su tenaz promotor ‒casualmente, el mismo día, el 19 de octubre del 2022‒, un hombre decidido a enaltecer la historia de la naranja en un centro divulgativo único a Europa.

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