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La academia ‘online’ para que programar sea un juego

El código se sitúa como el lenguaje diferencial para mejorar las competencias de los más pequeños

Esther Elías es cofundadora y CEO de FunTech Rocket, una plataforma 'online' que enseña programación y código a niños y niñas de entre 6 y 14 años.
Esther Elías es cofundadora y CEO de FunTech Rocket, una plataforma 'online' que enseña programación y código a niños y niñas de entre 6 y 14 años.Mònica Torres
Eugenio Viñas

Esther Elías, de 32 años, es psicóloga y durante su licenciatura en la Universidad Complutense de Madrid no tecleó ni una sola línea de código. Sin embargo, cuando empezó a trabajar en la consultora de recursos humanos donde arrancó su carrera profesional, descubrió que las convocatorias de empleo para roles ajenos a la informática tenían un filtro cada vez más común: saber programar. “Hace 10 años era poco habitual, pero desde hace cuatro o cinco, para puestos de trabajo tan aparentemente ajenos a la informática como el marketing, las finanzas y hasta los roles jurídicos, las empresas exigían cierto nivel de conocimiento en programación”. La fundadora de FunTech Rocket responde a EL PAÍS desde Valencia, donde la aceleradora de startups de Juan Roig, Lanzadera, está escalando las posibilidades del enfoque singular de esta MBA en Quantic Business School of Technology: hacer del código un juego en una academia online enfocada a niñas y niños de 6 a 14 años.

“A día de hoy supongo que ya no hay padres que duden de cómo el inglés aumentará las competencias de sus hijos en el futuro. La diferencia respecto de mis padres es que, precisamente, la competencia del inglés casi se da por supuesta y un criterio diferencial cada vez más común es poseer conocimientos de programación”, responde Elías. En el equipo base de FunTech Rocket se combinan talentos de programación y pedagogía, porque esta academia online abierta al público desde hace un año ofrece su propio itinerario en cuatro fases: “empezamos sin código, con un lenguaje puramente visual que une bloques como si fuera un puzzle; la segunda fase es todavía ajena a los lenguajes de programación. De hecho, la llamamos pseudocódigo, y lo que aprenden es a crear con lenguaje natural, con las palabras que ya conocen; en la tercera fase ya aparece en escena el código e, imitando el sistema de bloques inicial, comienzan a programar de una manera todavía sencilla; la cuarta fase es la de programación con código real, habiendo aprovechado su plasticidad cerebral para entender la lógica a partir de bloques, progresivamente la incorporación del lenguaje real de código y capacitándoles para programar en la vida real”.

Con la empresa de esta madrileña instalada en Valencia, Elías reconoce que hay cierta analogía entre la enseñanza de código y la tradicional vinculación como actividad extraescolar de los niños y jóvenes con la música: “aprender código tiene otros beneficios más allá de la capacidad de programar. Como con la música, estamos mejorando su fluidez mental, sus habilidades en torno al pensamiento lógico y estructurado, pero también su autoestima y su confianza”. De hecho, la perspectiva de esta startup es mucho más holística respecto de las posibilidades laborales en un hipotético futuro de sus pequeños clientes: “en el colegio aprendemos a leer y escribir, pero nuestros sistema y nuestros docentes no pretenden que seamos escritores. Con el código no es distinto. Aprender a programar, especialmente desde un enfoque de reto, de juego, de forma amena y entretenida, no se circunscribe exclusivamente a que acaben siendo programadoras o programadores; estamos mejorando muchas otras capacidades personales y relacionales”, añade la psicóloga.

No obstante, Elías destaca que en el ámbito de las matemáticas “la mejora” de sus alumnos en clase “es palpable”. “Hay una relación directa porque el pensamiento lógico sí supone una mejora diferencial en muchos de ellos. Aprenden a enfrentar los problemas de forma distinta. Y que esto suceda en unas edades en las que son esponjas, donde esta perspectiva pedagógica les abra la mente a una forma de interpretar las tareas de manera mucho más ágil, es diferencial para su futuro estudien lo que estudien o acaben trabajando en lo que verdaderamente les apasione”. Esta perspectiva es la que más “orgullosa” le hace sentir a la fundadora de FunTech Rocket junto a su compromiso con la brecha de género en las competencias STEM (siglas que hacen referencia al acrónimo inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas): “nos hemos involucrado un par de veces con acciones de Inspiring Girls y, personalmente, soy mentora de Stem Talent Girl. En nuestra academia online, los géneros están bastante igualados y quiero creer que es una tendencia que será la realidad de aquí a pocos años. Quiero creer que todas esas niñas que están ahora estudiando código con nosotros formarán parte de las tecnologías que cambiarán la sociedad y nuestra realidad a corto plazo, por eso, quizá, el hecho de que forme parte de sus actividades extraescolares y de sus juegos desde pequeñas o como adolescentes pueda influir en nuestro futuro más inmediato”</CW>

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Sobre la firma

Eugenio Viñas
Es periodista y creador de contenidos. Crea formatos de audio en Podium Podcast, es colaborador de La Ventana de la SER y publica entrevistas y perfiles en EL PAÍS.

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