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Capacidad y torería en Daniel Luque y Ginés Marín

Discreta corrida de Algarra, con un toro, el tercero, sobresaliente en la muleta

Ginés Marín, en un muletazo al tercer toro de la tarde.
Ginés Marín, en un muletazo al tercer toro de la tarde.Hermanos Mateo

El cinqueño que hizo tercero fue toro de dos caras. Un toro manso en varas y banderillas, que se fue a buscar las tablas sin disimulo, y escarbó, se convirtió en toro bravo en la muleta. Con fijeza, recorrido y brava embestida. Misterios del toro bravo. Pero algo vería Ginés Marín, que lo brindó al público contra pronostico general. Del primer muletazo salió disparado el de Algarra, como anunciando que su mansa condición era un hecho. Pero, de pronto, apareció la cara oculta de un toro manso y se convirtió en bravo. El milagro, si es que lo hubo, fue la capacidad de Marín para convencer al toro. Ni de cerca, ni de lejos. La distancia justa y la muleta por pantalla para meter al toro en vereda. Daba igual por qué pitón, por ambos cargó la suerte con profundidad y con el toro rendido a la causa. Hubo hasta alguna pieza suelta de recreo. Y aunque el viento quiso agriar el asunto, Marín resolvió con suficiencia. Una faena de torero hecho y derecho. Y un toro con dos caras.

El hermoso castaño, de finas puntas, que cerró la corrida se empleó en una primera vara y, en banderillas permitió lucirse a Rafael Viotti en dos pares de elegante ejecución. No fue toro para lucimiento, pero sí lo fue para dar valor a un Marín tan decidido como buen lidiador. Se dejó querer el torero en faena de esfuerzo, que tuvo recompensa. Remiso el de Algarra, aceptó a medias el envite del torero. Sacó Marín muletazos dispersos, pero siempre con el sello del buen toreo. La serie final, con la mano izquierda, impulsó el impacto final de una faena de fondo y forma. De buen lidiador, además.

Defensivo en banderillas y con escaso recorrido en la muleta, el primero de Daniel Luque. Poca historia tuvo también la lidia de este toro. Luque apostó por las cercanías, pero apenas sacó algo en claro porque nada había que rascar. El quinto, muy noble y obediente, tuvo tendencia defensiva en los primeros muletazos. Había pasado discreto en varas y banderillas, pero Luque también adivinó posibilidades. Un airoso y torero comienzo de faena: doblones con mando y el cambio de mano que tuvo luz propia. A partir de ahí,

Luque consintió de cerca. Era cuestión de que el toro no se despistara y bien cosido a la muleta, Luque se hizo con la situación. El toro quiso protestar en alguna ocasión, pero Luque le puso los puntos sobre las ies y mantuvo su dominio. Con el toro apagado, la faena tomó el pulso final de las cercanías y los cambios de mano, sin espada, para darle brillo a una faena que siempre mantuvo el nivel.

Con un fondo de calidad indudable, pero también perezoso al tomar el engaño, el toro que abrió plaza y Feria. Tampoco sobrado de fuerzas. Perera le ayudó a tomar la muleta, pero poco convencido. La faena se durmió antes de hora y, luego, la desidia de Perera a la hora de descabellar fue desesperante. Como si no hubiera pasado nada.

Tampoco pasó nada en el cuarto, incluso menos. Manseó el de Algarra en los primeros tercios y apenas puso empeño en la muleta. Ni estuvo por la labor el toro, ni Perera encontró resquicio por donde encontrar una salida airosa. Al final, no se supo quien aburrió más a quien: si el toro al torero, o el torero al toro.

Algarra / Perera, Luque, Marín

Toros de Luis Algarra, bien presentados. Algo distraídos, mansitos, nobles y algo remisos en el tercio final. Cumplieron sin más en varas.

Miguel Ángel Perera: pinchazo hondo, estocada -aviso- (silencio); pinchazo y estocada (silencio).

Daniel Luque: estocada pasada y baja, y descabello (silencio); estocada algo pasada (oreja).

Ginés Marín: estocada algo pasada (oreja); -aviso- estocada baja y descabello (ovación).

Plaza de Valencia. 14 de julio. Primera de Feria. Un tercio

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