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EXTRA EDUCACIÓN

El ‘boom’ de las escuelas de verano tras la pandemia

Los cursos estivales aúnan este 2022 las ganas, tras dos años de restricciones por el coronavirus, y la necesidad de conciliar la vida laboral y familiar

Alumnos del colegio La Gavina en los cursos de verano.
Alumnos del colegio La Gavina en los cursos de verano.Monica Torres
Borja Ramírez

A caballo entre la reticencia de los padres a abandonar demasiado pronto las restricciones sanitarias y las ganas de los niños de volver a serlo, el primer verano sin restricciones bate récords de asistencia en los centros lúdicos valencianos. El fin del periodo escolar, las ganas de salir tras dos años de restricciones y la necesidad de los padres de conciliar vida laboral y familiar, son algunos de los factores que, según los educadores, explican el éxito de acogida que están teniendo.

Para Juan Sebastián Ortiz, técnico especialista de la Escola d’Estiu de la Universidad Politècnica de València (UPV), la consigna este año es volver a 2019. Durante el primer año de pandemia se vieron obligados a suspender todas las actividades y el curso pasado tuvieron que funcionar mediante grupos burbuja, estrictos protocolos de seguridad y reducir los aforos a un cuarto de los asistentes habituales. La tendencia que perciben este año, explica el técnico, es que los niños se sienten más cohibidos y les cuesta más romper las barreras que se han creado, pero, al mismo tiempo, tienen muchas ganas de salir y de hacer las cosas que hacían antes.

En el Centre La Salle de Llíria llevan desde febrero experimentando “un boom exagerado” en las reservas. Para el director del centro, Sebastián Núñez, esto se debe principalmente a la necesidad de salir de la gente. Con los aforos completos hasta prácticamente el 31 de agosto, explica el Núñez, han tenido que dejar fuera a muchos colegios de toda España por falta de capacidad para responder a tanta demanda. “Estos niños vienen de un periodo en el que no han podido disfrutar de las excursiones o el recreo como hemos disfrutado todos”, cuenta el director. “El año pasado no pudimos atender a todo el mundo y este año trataremos de hacerlo dentro de nuestras posibilidades. Hay muchas ganas y vamos a tratar de ponernos al día cuanto antes, la respuesta está siendo muy rápida y positiva. Contamos con la ventaja de que, para cuando comiencen las actividades en julio, ya habrán pasado un par de meses de normalidad y la gente se habrá acostumbrado más a la situación. Tenemos algo de miedo, pero vemos que los niños necesitan volver ser niños”, afirma Ortiz.

En el actual curso 2021-2022, la Consejería de Educación ha convocado 5,9 millones de euros en ayudas adscritas a los ayuntamientos para organizar actividades extraescolares, complementarias, culturales y deportivas dirigidas a la población escolar de entre 3 y 18 años. Estas ayudas se reparten en función de la población a los distintos consistorios, que, a su vez, las destinan a responder las solicitudes de las Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPA).

Desde la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de la Provincia de Valencia (FAMPA-Valencia), su presidente, Rubén Pacheco, habla de “alegría con cierto grado de reserva”. Las escuelas de verano suponen una gran vía de escape para los niños, pero también, explica, son una herramienta de apoyo muy importante para muchos padres y madres a la hora de conciliar vida laboral y familiar. “Este verano será el primero en el que puedan volver a disfrutar de un verano que lo sea plenamente. Tenemos muchas ganas de que sea así. Por lo menos van a poder cambiar ciertas pautas a las que se han acostumbrado estos dos años, van a poder acercarse más a sus compañeras y compañeros y recuperar el relacionarse de una manera más normalizada”, afirma Pacheco.

La Consejería de Educación ha invertido, durante los dos últimos cursos, casi 15 millones de euros en ayudas para actividades extraescolares de verano con el fin de paliar los efectos negativos de la covid sobre la población escolar. Estas partidas, afirman fuentes del departamento, son fundamentales para que el alumnado valenciano tenga igualdad de oportunidades, ya que con ellos los consistorios han podido desplegar una amplia oferta de actividades para reducir los efectos negativos de la covid.

Desde FAMPA-Valencia aluden a que, pese a los grandes esfuerzos que se han hecho tanto por parte del profesorado como de las familias, los niños han sufrido una pérdida de la calidad educativa durante estos dos años. La Federación apuesta por una implementación de recursos “como no se ha visto hasta la actualidad” y advierte de que, sin un esfuerzo decidido en ese sentido, la sociedad se enfrenta a una generación perdida.

Un esfuerzo para desagraviar a los más jóvenes

B. R.

“Los padres hemos vivido estos dos años con mucha tristeza. A los niños les ha afectado en un grado muy importante. Por ejemplo, todos aquellos que al inicio de la pandemia estaban terminando su ciclo de primaria, tuvieron que terminarla sin poder llevar a cabo aquellos ritos sociales de fin de ciclo y de despedida de las personas con las que han pasado los últimos seis años. Muchos de estos jóvenes no han podido despedirse de compañeros a los que no van a volver a ver nunca”, cuenta el presidente de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos de la Provincia de Valencia (FAMPA-Valencia), su presidente, Rubén Pacheco.
En esta dirección apuntan también los datos recogidos por Unicef en un análisis acerca de los efectos nocivos de la covid-19 sobre la salud mental de los más jóvenes. Según este estudio, al menos uno de cada siete niños se ha visto directamente afectado por los confinamientos en todo el mundo, mientras que más de 1.600 millones de niños han sufrido alguna pérdida en su educación. El confinamiento no sólo supuso la ruptura de la dinámica educativa ordinaria, avisan los expertos, sino que también significó la interrupción del desarrollo psicoemocional que comportan las prácticas socio-afectiva comunes. Para padres y educadores, devolver a los niños los veranos supone un gran paso en el esfuerzo por desagraviar a las generaciones más jóvenes.

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