El Cabanyal: el barrio amenazado al que el arte le insufló autoestima
Una exposición rememora los 16 años en que 3.000 creadores y vecinos convivieron en 70 proyectos contra el derribo de una parte del antiguo poblado marinero de Valencia
Personas mayores, vecinos de toda la vida de El Cabanyal, abrieron sus casas a gente desconocida para convertir un dormitorio en una sala de vídeoarte, una ventana en un escaparate, la cocina en un espacio fotográfico o el recibidor en una instalación cuyas maromas remitían al pasado marinero del barrio al tiempo que unían dos típicas sillas de madera. Entre esos desconocidos, había artistas con premios nacionales como Carmen Calvo o Antoni Muntadas, creadores históricos con obra en los mejores museos españoles, como Josep Renau o Agustí Centelles, y jóvenes entonces emergentes que se abrían paso en el arte contemporáneo.
Todos ellos participaron durante 16 años en Cabanyal Portes Obertes, una iniciativa nacida en 1998 para visibilizar la lucha de este barrio de Valencia contra los planes del Ayuntamiento de Valencia, gobernado por la popular Rita Barberá, de derribar casi 1.500 viviendas para prolongar la avenida Blasco Ibáñez a través de su trama urbana, declarada Bien de Interés Cultural. Casi 3000 artistas y vecinos convivieron en más de 70 proyectos en las casas condenadas a la piqueta. La mayoría de sus nombres aparecen impresos en la exposición que, inaugurada el pasado viernes en el Centre del Carme Cultura Contemporània de Valencia, rememora aquellos años a través de una selección de una obras, contextualizadas por una cronología que da cuenta de la historia de una movilización que acabó definitivamente con la anulación del plan hace seis años.
Una movilización artística y social que no hubiera sido posible sin el concurso de tres personas: los artistas y profesores de la facultad de Bellas Artes de Valencia, Maribel Doménech, de 70 años, y Emilio Martínez, de 59, comisarios de la muestra, y el maestro y dirigente vecinal, Faustino Villora, de 70 años. Los tres eran integrantes también de la combativa plataforma Salvem El Cabanyal que plantó cara al proyecto municipal en los frentes social, judicial y cultural. “Me acuerdo cuando nos reunimos por primera vez: no teníamos ni idea por dónde empezar”, rememora Villora, ya jubilado.
El proyecto artístico fue clave para “visibilizar el problema”, darlo a conocer fuera de Valencia (fueron numerosas las adhesiones internacionales) y para que “muchos vecinos ganaran autoestima”, coinciden Doménech y Martínez. El interés que mostraban los creadores por la vida y las cosas de los vecinos contribuyó a que estos valoraran lo que tenían, cuando desde el Ayuntamiento se había iniciado la estrategia de dejar caer, con su paulatina degradación, la llamada zona cero por donde debía transcurrir la avenida. Los artistas no solo se fijaban en el modernismo popular del Cabanyal, en los balcones de hierro forjado o los azulejos de las fachadas de las casas de dos o tres plantas, retratados en infinidad de reportajes, sino que también mostraban interés por el archivo de la memoria de sus habitantes, por su forma de vida.
“Además del contacto con los artistas, luego iba la gente a las casas para ver las obras. La gente participaba y se relacionaba”, apunta Doménech. “Portes Obertes significó una de las patas más importantes de la resistencia porque la gente comenzaba a mirar su calle con otros ojos, otra perspectiva”, añade Villora. La emoción aflora recordando aquellos tiempos, la dificultad de la empresa, la solidaridad de la gente y la desaparición de algunos compañeros de viaje, como el payaso Bombalino (Gabriel Feriza, fallecido hace dos años), que se encastilló en su teatro de marionetas La Estrella en su oposición al plan.
Evocar aquellos años haciendo hincapié en “colocar cada obra en el contexto original donde se expuso para así ampliar su sentido”, según explica Martínez, es el objetivo de la muestra 1998-2015 Cabanyal Portes Obertes. Cultura i ciudadania, que se puede ver hasta el 24 de octubre. Reúne cómic, fotografía, instalación, pintura, vídeo, artesanía, realidad virtual, todas las manifestaciones el arte contemporáneo al servicio de un antiguo poblado de pescadores, que empieza a despertar de su larga convalecencia. Incluso ha aparecido en alguna clasificación como uno de los barrios más cool de Europa, tal vez como un aviso de su futura gentrificación. El barrio “está mejorando” “se ha urbanizado”, “se está rehabilitando”, “pero el proceso es a veces muy lento” y “hay muchos problemas que resolver sobre todo en la zona cero”, opinan Maribel Doménech, Emilio Martínez y Tino Villora, tres nombres propios de El Cabanyal.
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