La recogida de basuras de Girona, el talón de Aquiles de la CUP
El alcalde Lluc Salellas hace lo imposible por sacar adelante el nuevo sistema “pionero y complejo” y otros por boicotearlo


La Girona inmortal, la que enamora, la de Les Cases del Onyar, la que con Temps de Flors en primavera y Temporada Alta en otoño atrae a miles de turistas, se desvanece. El glamour y el orgull gironí han dejado paso a una ciudad sucia, llena de basuras y de hierbajos que crecen libremente. Este es el sentir de gran parte de los vecinos y visitantes que muestran su enfado en redes sociales y han recogido firmas contra en el nuevo sistema de recogida de basura que parece tener pocos partidarios. El equipo de Gobierno, liderado por Guanyem, asegura hacer lo posible para ir adaptando un “sistema de recogida inteligente”, herencia del anterior mandato de Junts, que al margen de costar de 171 millones de euros, les está generando grandes quebraderos de cabeza. Otros intentan sacar rédito político y ya hay quien augura que serán las basuras, y no la ideología de la CUP, las que le harán caer.
Desde mayo de 2024, cuando se empezó a implantar el nuevo sistema de recogida de basuras hasta que finalizó en junio, se han multiplicado las bolsas de basura en las calles, el malestar de los vecinos y los quebraderos de cabeza del Consistorio. El nuevo sistema se le está atragantando a Guanyem: reúne contenedores para diferentes fracciones según el día que se abren con tarjeta; se aplica el puerta a puerta en barrios residenciales; los contenedores móviles están implantados en el Barri Vell, -básicamente comercios y restauración- y los contenedores de emergencia solo para unos días al año.

A pesar de que según el Ayuntamiento el 90% de los vecinos ha recogido las tarjetas, a diario las bolsas de basura rodean los contenedores. Este sistema ha hecho aflorar una ciudadanía que ha decidido tirar las basuras a diario, aunque no se pueda. “Con lo que pagamos, no me quedaré en casa las bolsas a la espera que sea el día para tirarlo”, dice una vecina de la Devesa. En Montjuic donde convive un doble sistema puerta a puerta y de contenedores inteligentes, el representante de las comunidades de vecinos de barrio muestra el malestar general por el ruido que sufren cada madrugada al vaciarlos en el camión. “Solo que modificaran la ruta y recogieran antes las bolsas del sistema puerta a puerta acabaría el ruido insoportable a la una de la madrugada. Los trabajadores lo ven posible, pero el Consistorio nos ignora”, afirma.
El enfado de los vecinos se ha traducido en una campaña popular a través de las redes sociales consiguió en unos días más de 5.000 firmas reclamando cambios en el servicio. Uno de sus impulsores, Jordi Tomàs, evidencia el malestar de la gente, pero está especialmente preocupado: “En lugar de reciclar, como hay gente que no quiere tener las basuras más de un día en casa, lo que se está consiguiendo es el efecto contrario”, asegura.
A las basuras se suman las “malas hierbas”, fruto del nuevo modelo de jardinería, que ganan espacio y altura. El consistorio ha impulsado una prueba piloto para reivindicar el valor estético y ecológico de dejar crecer la vegetación en libertad en aceras, jardines y plazas. No ha tenido la aceptación esperada. Hay quien ve “un paraíso natural”, y quien cree que “agrava la imagen de dejadez”.

El alcalde, LLuc Salellas, ha reconocido que “parte de las críticas tienen toda la razón” y que debe irse mejorando el sistema “pionero y complejo”. Y añade que la situación es fruto de una suma de factores. Un cambio que afecte a 100.000 personas siempre es “difícil” asegura y apunta, por una parte, al incumplimiento de una parte del trabajo de la concesionaria, Girona+neta y por otra, al incivismo de quienes dejan las bolsas de basura donde no toca y también neveras o muebles viejos, en definitiva, voluminosos. El cálculo es que una media de 400 vecinos lo hacen sin comunicar. Salellas lo califica de “boicot permanente de unos pocos contra la mayoría”. “Para evitar un mal uso no son suficientes las multas”, ha razonado Salellas en varias ocasiones, y ha recordado que han sancionado tanto a incívicos como a la empresa, también en pie de guerra.
El Consistorio ha hecho cambios, mejoras y rebajas. Ha aumentado los servicios para evitar acumulaciones de bolsas y mejorado la recogida comercial que se hará toda la noche. Ha hecho una reestructuración general para hacer más eficientes los servicios contratados que ha necesitado una modificación del contrato que aumenta el coste. No obstante, a partir de enero, cuando cada día se podrán tirar todas las fracciones, debería desaparecer el malestar.

Girona es la única capital de provincia catalana con alcalde independentista. Salellas fue elegido el 17 de junio de 2023 tras las elecciones de mayo en las que la candidatura de Guanyem, una confluencia de izquierdas e independentista impulsada por la CUP, que consiguió ocho diputados, igual que el PSC. Salellas accedió a la alcaldía tras un acuerdo con Junts y ERC e impidió que gobernara Silvia Paneque, que ganó los comicios. A falta de año y medio para la siguiente cita electoral, se puede dar por hecho que Salellas repetirá (los estatutos de Guanyem permiten tres legislaturas).
La consejera socialista, es casi seguro que aprovechará su momento para luchar por su anhelada alcaldía. En el partido de Carles Puigdemont, sin movimientos a la vista, todo apunta que de candidata seguirá la vice-alcaldesa y edil de promoción económica, Gemma Geis. ERC está librando una batalla interna después que el junquerista y exalcalde de Sant Julià de Ramis, Marc Puigtió se impusiera por un voto nulo al exdirector de Educación Adam Manyé, en las primarias de septiembre. Se vaticina además una irrupción destacada de Aliança Catalana. La situación de malestar generalizado enquistada en Girona en este mandato, en unos casos real y en otros potenciado y aumentado para sacar rédito por adversarios y detractores, plantean algo muy factible –no sería el primer caso- que los independentistas de la CUP perdieran la alcaldía no por su ideología, sino por la basura.
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