La fiebre de los Labubus crece en Barcelona: monstruos de hasta 1.200 euros y reventa disparada
Pop Mart abre una segunda tienda con colas kilometricas para comprar estos muñecos orientales


La fiebre por los Labubus -una suerte de muñeco monstruoso de peluche que es objetivamente feo y aterrador, aunque inexplicablemente entrañable y adorable- se apoderó este verano de Barcelona y puede transformar el tejido comercial del centro de la ciudad. Estos muñecos y (sus colecciones hermanas) se venden, mayoritariamente, en cajas sorpresas (nadie sabe de que color compra el monstruito) y por precios que oscilan entre los 15 y 1.200 euros. El pasado julio, la empresa que los comercializa, Pop Mart, abrió una tienda en pleno corazón de la capital catalana: el Portal de l’Àngel. Han pasado varias semanas desde entonces y continúan las colas a diario de compradores dispuestos a rascarse, y mucho, el bolsillo a cambio de muñecos de tinte asiático. El negocio de este fenómeno friki se ha apoderado tanto del centro de la capital catalana -hasta ahora el monopolio del anime, el manga y el geek se encontraba en un triángulo muy concreto de Arc de Triomf o en las Galerias Maldà- que Pop Mart ha abierto este viernes una boutique de Labubus en el Triangle de la calle Pelai. La reacción de este público exótico ha sido idéntica. Pelai ha amanecido con una cola interminable de frikis dispuestos a rascarse el bolsillo a la búsqueda de Labubus.

Susana y Costin (muchos de los compradores de este tipo de objetos han optado por rebautizar sus nombres) son de Alicante y pasan sus vacaciones en Port Aventura. “Hicimos un parón el otro día para venir a la tienda de Portal de l’Àngel y esta mañana lo hemos vuelto a hacer para venir corriendo a esta tienda”, admite Susana. Cuando han llegado, todavía con las puertas cerradas, se han topado con decenas de personas que habían pasado la noche en la cola. “Son gente que compra para hacer una inversión y luego revende en internet”, explica Costin.

La reventa de estos muñecos es tan evidente que incluso los vigilantes del comercio velan para que los que acaban de comprar no intenten hacer negocio con los que llevan horas en la cola. “Nosotros somos chinos pero vivimos en Barcelona todos”, cuentan desde la cola media docena de jóvenes descendientes de migrantes orientales que acaban de comprar, cada uno, juguetes valorados en 250 euros. Juntan bolsas repletas de cajas en la acera de Pelai y comienzan a hacer fotos hasta que los vigilantes piensan que van a hacer reventa en ese momento y les invitan a irse de la cola.

Cada comprador realiza una compra media de unos 150 ó 200 euros y es tal la fiebre por estos monstruos que hay muchos muñecos que hay números clausus o limitaciones para que los compradores no hagan acopio de juguetes. De hecho, hay muñecos que sólo se permite comprar uno por persona.
Barcelona ya era la única ciudad de España con tiendas oficiales de estos monstruitos y, desde este viernes, es de las pocas capitales de Europa con dos negocios abiertos a la vez. Andrea Llanos es una de las compradoras que ha hecho cola desde muy temprano. Ha comprado varias cajas pero venía dispuesta a comprar un gigantesco Molly (este es un muñeco más perfilado y con estética bonica, casi bobalicona). Se le hacía tarde para ir a su trabajo, en una cadena de comida rápida, mientras seguía discutiendo, en la caja, la compra de un muñeco valorado en 1.200 euros, en principio, para regalárselo a su novio. “Estaba dispuesta pero no lo he comprado porque ese modelo no va en caja cerrada”, asegura Llanos con las palabras de quien piensa en una inversión.
Begoña Campillo tiene 33 años es programadora y ha conseguido arrastrar a su madre desde Rubí (Barcelona) para hacerse unas cuantas horas de cola. Campillo quiere comprar varios Skullpanda, unos muñecos más angelicales que los monstruos. Los fanáticos de Pop Mart saben que los compradores de Skullpanda no compran Labubus (y, según dicen, viceversa) pero Campillo es la excepción. “La novedad de esta tienda son los Skullpanda y he venido a comprarlos”, afirma sonriendo con una caja (tampoco se sabe lo que se compra) en la bolsa. De hecho, Campillo ha sido la última clienta en poder comprar este viernes estos muñecos porque en muy pocas horas se han agotado.
Alexia y Mati tienen tarjeta de discapacidad. Se la muestran al vigilante. La tienda sabe convivir con las colas y tiene por norma que aquellos que presentan esta documentación pueden saltársela. Cada una de ellas gasta 200 euros en muñecos. Han estado dentro de la tienda siete minutos. Sabían lo que querían comprar.
Mari sale con una bolsa gigante con un Zimomo, según los expertos de la cola, es el único Labubu varón ya que -para aquellos que no lo sepan- estos monstruos son mayoritariamente femeninos pese a no poseer ningún tipo de rasgo que lo pueda acreditar. El Zimomo es masculino y se distingue porque acaba, lo que debe ser su columna vertebral, con un rabo. Mari ha venido de Granollers: “Yo ya me he metido en este mundo pero este Zimomo es para mi hija”. Sonríe pese a haber gastado horas de cola y más de 200 euros. Este fin de semana se esperan un aluvión de compradores en la nueva tienda de los monstruos labubus de Barcelona.
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