Platón en Casa Orsola
Tomar las calles es un acto de protesta, pero también un gesto simbólico, una acción performática que transforma el espacio
![Manifestantes se concentraban el pasado jueves en el acto contra el desalojo de un inquilino de la Casa Orsola, en Barcelona.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/QR4Q6GFJKRCWNKL7SPAHGZWQY4.jpg?auth=c81c467e628c51d255024e7f3a908420e8fdeb566538a15165a28ffb8c7e28a8&width=414)
Una metáfora: Platón como fantasma. El filósofo salió de donde sea que descansa y vino a caer de bruces en un eje verde de l’Esquerra de l’Eixample. Ocurrió la noche del jueves 30 de enero, delante de Casa Orsola, el edificio de viviendas que se ha convertido en un símbolo de la lucha por la vivienda en Barcelona. Cuando Lioness Inversiones adquirió el edificio en 2021 y anunció que no renovaría los contratos de alquiler, los inquilinos contactaron con el Sindicat de Llogateres. El desahucio se programó para la mañana del viernes 31 de enero de 2025. La noche del jueves, el espectro de Platón pudo avistarse entre la muchedumbre, observando la escena con recelo: cientos de personas en la calle, una maratón cultural, artistas, activistas y vecinos reunidos al calor de la protesta, focos, música, manifiestos. Y una acampada.
Quienes pasamos la noche a las puertas de Casa Orsola vimos al espectro de Platón negar con la cabeza, decepcionado una vez más. Tenía motivos: su profecía hacía agua. O, mejor dicho, su propia amenaza de desahucio se veía frustrada. Es sabido que Platón despreciaba a los artistas, a los creadores, a los poetas. Los prefería fuera de su República. Desalojados, excluidos, o censurados. Desconfiaba de la metáfora y de la representación, las entendía como simples imitaciones de la “verdad” y, por tanto, distorsiones. Para él la palabra de la política era recta, certera, real, pero la del arte era pura conjetura, desvío, distracción.
Días después de trasnochar en Casa Orsola, muchos seguimos pensando en la acampada. Quizá nos preguntemos si pasar la noche guardando la finca cambió algo, o si fue todo una performance. En esta pregunta se encierra una verdad que anima el espíritu de la lucha de calle: la protesta es un arte. Existe una alianza natural entre la cultura y el activismo. Tomar las calles es un acto de protesta, pero también un gesto simbólico, una acción performática que transforma el espacio. La calle se convierte en otra cosa, una plataforma, un altavoz, un escenario para la comunidad. También quienes se juntan cambian, crece la sustancia invisible que flota entre unos y otros, uniéndolos en una masa heterogénea y porosa, fuerte, pierde importancia la individualidad y gana peso la fuerza conquistada por la multiplicación de cuerpos actuando en concierto. Una performance, una metáfora, una obra de arte.
Platón hacía bien en sospechar. Su república ideal estaba construida sobre la pureza, el bien y la certeza. El arte es todo lo contrario: ni puro, ni bueno, ni cierto. Si acaso, es una forma de expresión sin límites, que ensancha las fronteras de lo posible. Conjugado con la ética, el arte puede servir para crear horizontes más justos, para incidir en las condiciones materiales de la sociedad. Ojalá el desahucio de Platón no se consume nunca, ojalá campen poetas y artistas a sus anchas, artífices de la utopía, y sigan organizándose en movimientos y luchas sindicales. En noches de protesta y en conjuros de esperanza.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.