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Barcelona
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La metamorfosis de Barcelona

Los vecinos cada vez son más mayores y más cultos pero también más individualistas y solitarios

Imagen aérea de Barcelona
Imagen aérea de BarcelonaDr. Guillermo Simón-Castellví/Coptering
Milagros Pérez Oliva

La ciudad es un organismo vivo que se transforma constantemente. A veces los cambios son imperceptibles, como placas tectónicas que se van desplazando, pero en ocasiones se aceleran. Este es uno de esos momentos. Barcelona es una ciudad en metamorfosis. No hablo del paisaje, que permanece bastante estable, sino del paisanaje. Los datos del nuevo padrón municipal revelan cambios sobre los que conviene reflexionar.

El primero: la ciudad está a punto de tener más perros y gatos que niños. Sólo en uno de cada cinco hogares hay algún menor de 18 años. En 1981, los menores de 18 años eran el 21,3% de la población y los mayores de 65, el 13,3%. La proporción se ha invertido totalmente: 12,2% de menores frente a 21,2% de mayores. Y cada vez habrá menos niños porque la tasa de fecundidad no llega a 1,2 hijos por mujer. El promedio de Barcelona es de 3,6 adultos por cada niño, pero en el barrio Gòtic son 8,2; en El Born, 7,4, y en la Barceloneta 6,2. La parte de la ciudad más colonizada por el turismo es la que menos niños tiene. Y atención, en uno de cada tres hogares solo se necesita un plato en la mesa. Y de hecho, los hogares unipersonales son la tipología que más aumenta. Esto es algo que la ciudad se tendrá que plantear si quiere mantener el tejido social.

Es también una ciudad cada vez más diversa. Barcelona ha ganado habitantes (hora tiene 1,7 millones, un 2,8% más) pero no es por el crecimiento vegetativo, que es negativo. En 2023 sólo hubo 11.000 nacimientos, la cifra más baja desde 1900 si exceptuamos los años de la Guerra Civil. Los ha ganado gracias a la inmigración. Una inmigración en gran parte cualificada: el 45% de quienes se empadronaron el año pasado tenían estudios universitarios. En conjunto, el 36% de los habitantes de Barcelona tiene estudios superiores, lo que la sitúa en muy buena posición para los retos de la transición tecnológica.

En 2023 han llegado 54.000 extranjeros procedentes de 180 países. Los nacidos en Barcelona son menos (46,1%) que los nacidos fuera de la ciudad. Todavía vive parte de quienes protagonizaron el éxodo del campo en el siglo pasado, pero ese éxodo terminó hace tiempo, y ahora es sustituido por la inmigración extranjera, en proporciones similares a la de los años sesenta.

Del cruce de tendencias emerge una ciudad cada vez más mayor, más culta pero también más individualista y solitaria. No es un fenómeno exclusivo de Barcelona, pero Barcelona tiene algunos factores que lo intensifican. El más importante es que el desproporcionado aumento del precio de la vivienda por la competencia del turismo y de los residentes temporales expulsa hacia la periferia a los jóvenes en edad de formar una familia.

Todo esto genera una sociedad de agudos contrastes, cada vez más polarizada. Hay una ciudad joven, creativa, dinámica y vital, formada por profesionales de sectores pujantes, nómadas digitales y estudiantes de máster, y una ciudad invisible, que se ocupa de ofrecer servicios a los primeros, pasa apuros para llegar a final de mes, vive con angustia la renovación del contrato de alquiler y cuando se hace mayor, se queda horas mirando a través del visillo pensando que lo peor de hacerse viejo es la soledad.

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