Las dificultades del fútbol femenino en los clubes de barrio de Barcelona
A pesar del crecimiento del fútbol femenino y de los referentes catalanes en primera división, en la Ciudad Condal aún hay grandes clubes sin primer equipo femenino y con problemas para encontrar un proyecto sólido
Tres equipos catalanes estarán el año que viene en primera división femenina: el todopoderoso Barcelona, el histórico Espanyol y el reciente Levante Badalona (antes Levante Las Planas). En Cataluña, las jugadoras federadas se han multiplicado por dos en los últimos siete años, y los equipos femeninos federados han aumentado de 251 a 1.218. A pesar de los referentes y crecimiento exponencial del fútbol femenino, la mayoría de proyectos en Barcelona no terminan de cuajar. “Cataluña tiene la suerte de contar con muchas licencias y unas grandes estructuras como los clubes de Liga F que dan visibilidad. Es un trampolín, lo único que hace falta es que los clubes y las federaciones sean valientes y destinen recursos y tiempo a hacer crecer sus proyectos con paciencia”, asegura Nany Haces, directora deportiva del femeninos en el CE Europa y ahora entrenador del primer equipo. Algunos grandes o históricos clubes de la Ciudad Condal han dado un paso atrás y han prescindido de sus primeros equipos. Como es el caso del UE Sant Andreu el año pasado, o el CE Júpiter hace apenas unos meses, y que ahora apuestan por reforzar la base.
“Cuesta que haya proyectos largos. Detrás de un buen plan acostumbra a haber una persona que destaca, y cuando se marcha, el proyecto muere”, asegura Haces, que destaca que es un error replicar las estructuras del fútbol masculino en el femenino. “Es una apuesta que, aunque nos cueste decirlo, no genera lo mismo que ellos, y hay que buscar vías y motivaciones para los clubes. Ellas, además, deben tener las mejores condiciones. Hay clubes muy potentes en que el femenino entrena en horas intempestivos o campos que no son normales para su categoría”. “El fútbol femenino en Barcelona pasa por un punto crítico a nivel de gestión. Hemos pasado de ser invisibles a ser segundo o tercer plato”, arremete Soraya Chaoui, presidenta de la Women’s Soccer School, club íntegramente femenino con 300 niñas.
El Sant Andreu, uno de los clubes más grandes de Barcelona, con un potente primer equipo masculino y afición, no cuenta con un primer equipo femenino desde hace un año. “El objetivo es tenerlo. Para nosotros es muy importante, estamos apostando, pero no es fácil”, asegura Christian Rueda, coordinador general del fútbol base del club. Y añade: “En nuestro caso, las condiciones son las mismas en ámbitos generales para masculino y femenino. Pero años anteriores no había sido así”. El descontento entre las jugadoras las llevó a marcharse a finales de la temporada el año pasado, a pesar de los intentos para que se quedasen. “Venían muy quemadas de años anteriores y no terminaron de creerse el proyecto que teníamos”, explica Óscar Galán, coordinador del fútbol femenino en el club.
Muchas de aquellas jugadoras se marcharon al Júpiter y se encontraron con el mismo destino. Tras un año irregular, con idas y venidas de entrenadores, condiciones de las que se aquejaron las jugadoras y una mala racha de resultados, la junta directiva eliminó el primer equipo. El Reducte Gris Grana —grupo de aficionados que colabora ocasionalmente con el club— buscó soluciones. “Sabíamos que el femenino no pasaba un buen momento. Pero no se puede permitir, como club histórico, no tener un primer equipo. Así que nos pusimos a buscar jugadoras”, explica Pau, uno de sus miembros. Pero el club se negó. “Si hubiese pasado en el masculino, se habrían buscado soluciones para tener un primer equipo”, lamenta Pau.
En aquel momento, el presidente del Júpiter, Salvador Franco, explicó a EL PAÍS los motivos de la decisión: apostar por la base, como en el caso del Sant Andreu. “Buscamos hacer crecer un proyecto desde la base para que vaya subiendo en bloque. Enseñarles que tengan un sentimiento de club, que se sientan valoradas y contentas y se queden. No es fácil, porque todo el mundo busca categoría”, explica Rueda. Para ellos es importante recuperarlo con paciencia y bases sólidas, por lo que no se marcan una fecha límite. “El primer equipo es un referente para las niñas. Años anteriores los entrenadores femeninos hacíamos convocatoria para venir a verlas, y esto nos gustaría recuperarlo”, asegura Galán.
La clave es asentar unos buenos cimientos. Como es el caso del Europa, hasta el año pasado en segunda división femenina. “Como jugadora viví un Europa que tenía muchas ganas de crecer, pero que le faltaban recursos. Ahora vivo un esfuerzo importante para poner el femenino en lo más alto”, asegura Haces a través del teléfono mientras sus jugadoras pasan las pruebas médicas antes de la pretemporada. Cuando llegó hace siete años tan solo había tres equipos femeninos. Ahora hay 14. “Llevamos dos o tres años viviendo la profesionalización. Tenemos la suerte de que intentamos igualar el tema de recursos humanos y materiales al masculino, aunque luego lo económico siempre es una tarea pendiente”, añade la directora deportiva. Para Haces, lo importante es que “la ambición de los clubes vaya más allá y tenga una identidad, un proyecto femenino sólido y que perdure por encima de las personas que entren y salgan”, y que se cuenten con “profesionales que conozcan el femenino”.
Pero para ello es necesario comprender qué está fallando. “La Women’s es un proyecto que nace hace ocho años, no por capricho, sino por una realidad: un vacío en un deporte históricamente masculino y al que están llamando a la puerta muchas mujeres. Pero no hay estructuras que piensen en sus necesidades. Es un error replicar modelos, porque no funcionan”, concreta Chaoui. “Ya no solo la estructura organizativa, sino la estructura a nivel físico de la jugadora es totalmente diferente, las necesidades emocionales también”, añade Haces en la misma dirección.
La Women’s, a pesar de no depender de un club masculino, también encuentra problemas: el de las instalaciones. Aseguran que se encuentran en un “punto muerto técnico” tras los problemas de ocupación y horario en el campo municipal de La Teixonera —instalaciones desde hace años denunciadas por los usuarios por sus malas condiciones— gestionado por la Fundació Marcet. Llevan años sin poder acoger a más niñas por no tener espacio y cada verano pelean hasta el final por sus horarios. “Hemos pasado de tener instalaciones deportivas municipales gestionadas por clubes que daban un servicio a que estén gestionadas por empresas que subalquilan los espacios a clubes”, expresa con preocupación Chaoui. “La respuesta que recibimos es que todo el mundo está igual. Pero hay instalaciones que están por debajo de su uso de ocupación”, añade.
A pesar de las dificultades, el fútbol femenino sigue creciendo. “Me gustaría un futuro esperanzador, y que lo mismo que tienen que trabajar los clubes, también los hagan las federaciones”, demanda Haces. Para seguir, instituciones, clubes y afición deberán brindar su apoyo, concuerdan todos. Al igual que coinciden en algo: en Barcelona hay mucho talento. Pero hace falta apostar por él.
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