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Baile pasional, matemático y espiritual: la danza del Ballet del Grand Théâtre de Genève brilló en el Liceo de Barcelona

Las coreografías ‘Faun’ y ‘Noetic’ del director de la compañía, Sidi Larbi Cherkaoui, sumieron al público en una seductora embriaguez visual

Ballet del Grand Théâtre de Genève
Un momento de 'Faun', en el Liceo.Marta Pérez (EFE)

La temporada de danza del Gran Teatro del Liceo comenzó la noche de martes con la esperada actuación del Ballet del Grand Théatre de Genève, muy especialmente por disfrutar de las coreografías de su recién nombrado director, el bailarín y coreógrafo belga de origen marroquí Sidi Larbi Cherkaoui. Uno de los artistas más apreciados en esta ciudad desde que el público descubrió sus trabajos, el primero de ellos en 2002, el inolvidable y emocionante D’avant, que interpretó con la magnífica compañía los Ballets C de la B., a los que siguieron otros como la bella coreografía, que inauguró el Grec 2008, titulada Sutra, que creó para un grupo de monjes del templo Shaolin. Junto a los Ballets C de la B, o con su propio grupo, Eastman, Larbi ha hechizado al público de esta ciudad, y también hay que destacar su dúo con otro de los grandes de la danza contemporánea, Akram Khan, Zero Degree, en el Mercat de les Flors en 2007. Sin olvidar otro dúo relevante, con la bailaora María Pagés, del que surgió la hipnótica pieza Dunas, que inauguró Temporada Alta de 2009. Son muchos los brillantes trabajos que han convertido a este coreógrafo en uno de los más solicitados e interesante de la danza contemporánea europea.

Ahora aterriza en el Liceo como director artístico del Ballet del Grand Théâtre de Genève para presentar, hasta el 1 de marzo, dos de sus coreografías, la primera de ellas Faun (2009), es una obra que se presentó en Barcelona el mismo año de su estreno, en el Teatre Nacional de Catalunya (TNC), dentro de la programación del Mercat de les Flors, y que formaba parte de un espectáculo, ideado por el Sadler’s Wells, para conmemorar los cien años de la creación de los Ballets Rusos de Diaghilev, y que se basa en L’après-midi d’un faune de Vaslav Nijinksy, estrenada en 1894. Sidi Larbi ha realizado su particular versión sobre la coreografía original. Aquí el fauno (Oscar Comesaña Salgueiro) es un hombre fuerte físicamente y dúctil en las emociones, un hombre perdido en un frondoso bosque, a merced de una seductora y vigorosa ninfa (Madeline Wong).

En este dúo, el autor juega con la emotividad al combinar el gesto delicado con el marcial. Caricia y choque van de la mano. Al empezar el espectáculo, el momento en que comienzan a sonar las notas de la bella partitura de Claude Debussy y el fauno empieza a moverse con gesto sensual y contundente a la vez en el gran escenario del Liceo es de una embriaguez visual hipnótica. Los solos y los dúos son de una gran riqueza coreográfica, el baile es fluido y pasional y las pinceladas acrobáticas, que imprime Sidi Larbi a su vocabulario, lo hacen más intenso. Un acierto el añadir a la música del compositor francés la partitura contemporánea del británico Nitin Sawhney.

La segunda pieza es Noetic, palabra que proviene del griego y se refiere a una relación con el pensamiento. En filosofía, se define como la búsqueda intuitiva del conocimiento, el que está en nosotros y en el universo y que se manifiesta una y otra vez. La obra que está interpretada por toda la compañía y bucea en la idea que una línea recta es en realidad una curva y en la repetición de los patrones. Es una pieza elegante, matemática que destila espiritualidad, en la que la escenografía gris de Antony Gormley, la música contemporánea del polaco Szymon Brzóska, la iluminación de David Stokhom y el acertado el vestuario del diseñador belga Les Hommes-Tomm Notte, que ha vestido a los hombres con traje negro con armilla y camisa blanca y a las mujeres con trajes de cuero negro, forman un todo sugestivo en que cada elemento encaja. En Noetic el dinámico y preciso vocabulario coreográfico mueve a los bailarines como piezas de un mecanismo. Solos, dúos, tríos o cuartetos y muy especialmente el trabajo coral es de una gran belleza y fuerza.

Las airosas faldas de las bailarinas vuelan en los grandes saltos y en las vueltas. Como es habitual en los montajes de Sidi Larbi la espiritualidad está muy presenta y aquí no podía faltar, representada por la música en directo del japonés Shogo Yoshii, con percusión y otros instrumentos musicales de su país, y los cantos religiosos de la soprano Ana Vieira Leite, que impregnan a la obra de un apasionante contraste. Otro elemento clave de Noetic son las cintas metálicas flexibles que los bailarines manipulan a la perfección creando paisajes y formas que transportan al público a la cuarta dimensión, un concepto que para Sidi Larbi no está sujeto al tiempo.

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Al finalizar la función los calurosos aplausos y las sonoras ovaciones hicieron que el Ballet del Grand Théâtre de Genève junto a su director saludará en repetidas ocasiones. Una noche de pasión y razón.

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