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Condenados al barracón: “Hemos pasado toda la primaria sin gimnasio”

La escuela del Bosc de Rubí es uno de los 85 centros en Cataluña que se hallan en módulos prefabricados. “No hay manera de consolidar un proyecto educativo”, lamenta el director

Bosc de Rubí
Los alumnos de la escuela del Bosc de Rubí juegan en la pequeña pista de baloncesto que hay entre los barracones.Gianluca Battista

La escuela del Bosc en Rubí (Vallès Occidental) empezó su andadura en 2010, pero no lo hizo con la habitual ilusión de estrenar flamantes instalaciones; fue en unos barracones, además eran de segunda mano. “Venían todos pintados”, recuerda el director, Ricard Vega. El colegio fue creciendo, se añadieron módulos a costa del patio, y los alumnos fueron avanzando de curso y acabando la primaria sin saber lo que es una escuela convencional. Hasta ahora ya han salido cinco promociones.

Nathan, Mario, Erika, Víctor o Sara son alumnos de 6º curso. En junio dejarán la escuela sin haber tenido un gimnasio, una biblioteca o un aula de música en condiciones. Aunque no han conocido otra realidad, son conscientes de ciertas carencias. “Me gustaría un lugar más grande para educación física. Hemos estado toda la primaria sin gimnasio”, coinciden Erika y Victor. Sara echa en falta más espacio para biblioteca. Algunos esperan con ilusión el paso al instituto. “No lo haremos todo en la misma aula”, explica Mario. “El instituto tiene una pista de baloncesto tan grande como nuestro patio”, remata Nathan.

Desde hace 15 años, el número de módulos prefabricados en Cataluña se ha mantenido alrededor del millar. En los años de bonanza económica y la llegada de población extranjera, creció el número de escolares y la necesidad de escuelas. Entonces, la solución rápida era recurrir a los barracones; se llegó a 1.063 en el curso 2009-10, doblando la cifra de cinco cursos atrás. Desde entonces, el volumen de módulos ha vivido pocas fluctuaciones y este curso son 961 (14 menos que el año pasado). En total, 85 centros se encuentran totalmente en barracones, según datos del Departamento de Educación, una cifra inferior a los 120 de hace 15 años o los 97 de hace una década.

La escuela del Bosc de Rubí lleva 13 años en barracones.
La escuela del Bosc de Rubí lleva 13 años en barracones.Gianluca Battista

La escuela del Bosc abrió en plena crisis y ello tiró por tierra la previsión de iniciar el nuevo edificio en 2011. “Ya teníamos el proyecto, pero el cambio del Govern y la gran crisis lo paró todo”, añade Vega. Pero el pasado mes de mayo, docentes y familias recibieron buenas noticias del Departamento de Educación: el compromiso de inaugurar la nueva escuela el curso 2026-27. “Ahora tenemos finalmente un plan de ruta, veremos si se cumple”, asegura Vega. Con todo, las principales quejas de docentes y familias versan alrededor de la “eterna provisionalidad” en que se encuentran y de la degradación de los espacios. “Nos dijeron que los módulos tienen una vida útil de unos cinco o seis años, pero ya llevamos 13″, se queja Àngels Travesa, miembro del AFA.

El director y las familias listan los inconvenientes que afrontan cada día, empezando por la falta de espacios para actividades más allá de las propias aulas, como el gimnasio, sala de actos, aula de música o clases para desdoblamientos. La biblioteca la tienen los años en que se les reduce un grupo y liberan un espacio. “Este año contamos con un aula de acogida para los alumnos extranjeros recién llegados. Pues tenemos que hacerlo en el pasillo”, aseveran desde dirección. El comedor también es reducido, y sin cocina, y deben hacer tres turnos. La climatización es otro problema, ya que los módulos no tienen aislamiento térmico. “Los radiadores son eléctricos, así que solo calienta a la persona que está justo al lado. Y el aire acondicionado va bien, pero solo hay en las aulas”, se quejan desde dirección.

Competencias en mantenimiento

Otro frente abierto que tienen es quién se encarga del mantenimiento: “Gráficamente, Educación nos dijo que, si agitaras un módulo, todo lo que cayera corresponde al ayuntamiento, y el resto, es de la Generalitat. Cuando hay una gotera está claro, pero ¿qué pasa con lo que estropea la gotera? ¿Y con las cerraduras o los enchufes? Generalitat y ayuntamiento se pasan la pelota y siempre tienes que reclamar a los dos”, abundan desde el AFA.

Pero el gran temor es que la nueva escuela debe levantarse en un solar donde ahora hay un módulo, que desaparecerá con las obras. “Entonces nos quedaremos sin aula de inglés, de música o el aula de acogida. El gran problema es la gran provisionalidad, porque así no hay manera de consolidar un proyecto pedagógico porque no sabes con qué espacios contarás”, lamenta el director. “Lo que pedimos es que, mientras tanto, al menos los espacios sean dignos”, rematan desde el AFA.

Con todo, las familias defienden la pedagogía del centro y aseguran que es un centro con alta demanda y que algún año han tenido que poner un bolet (línea adicional provisional). “Al final las familias priorizamos la docencia a las instalaciones”, apunta Haja Gerewu, presidenta del AFA.

Crisis, covid y contenciosos

Cartel de protesta  en la escuela del Bosc de Rubí, pidiendo el nuevo edificio.
Cartel de protesta en la escuela del Bosc de Rubí, pidiendo el nuevo edificio.G. Battista

Una lucha incansable también mantienen las familias del instituto escuela Sala i Badrinas de Terrassa. Desde que abrió en 2011, han vivido numerosos retrasos en el calendario para el nuevo edifico por la falta de presupuesto con la crisis y tras la covid. La última fecha apunta a 2027. Mientras, la escuela crece y los alumnos de la ESO están ubicados en las instalaciones de otro colegio. “Los módulos son pequeños, pero están bien equipados. Eso sí, no tenemos gimnasio ni auditorio. A los niños les encanta la escuela, pero cuando ven la pista deportiva de otras, quedan encantados. Aquí hay un agravio comparativo, y todas las escuelas deberían tener las mismas condiciones”, explican desde el AFA.
Las familias de la escuela La Mirada de Sant Cugat del Vallès viven su propio periplo, pero en esta ocasión por motivos judiciales. El centro abrió en 2016 y el edificio definitivo estaba proyectado en el bosque de Volpalleres, así que los ecologistas lo recurrieron. A la espera de la resolución, el Ayuntamiento busca una ubicación alternativa. 


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