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xavier trias
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Trias, el pescador prodigioso

El candidato de Junts pretende ocultar las siglas, olvidar la historia y recuperar la conexión con la sociedad catalana más próspera y burguesa

Lluís Bassets
El candidato a la alcaldía Xavier Trias, junto al expresidente catalán Artur Mas en un acto de campaña de Junts.
El candidato a la alcaldía Xavier Trias, junto al expresidente catalán Artur Mas en un acto de campaña de Junts.Marta Pérez (EFE)

Xavier Trias fue fundamental en el lanzamiento del proceso soberanista por parte de Artur Mas. Le dio la alcaldía de Barcelona, la pieza que le faltaba para ensamblar la maquinaria completa de la transición nacional propuesta por aquel desafortunado presidente. Con un alcalde como el exconsejero y mano derecha de Jordi Pujol en su última etapa, Convergència tocó el cielo en aquellas elecciones de mayo de 2011 y pudo disponer de toda la artillería para el famoso órdago a Mariano Rajoy: o pacto fiscal o elecciones plebiscitarias con las que emprender la marcha hacia ninguna parte. Al valor de la alcaldía de Barcelona, en presupuesto, influencia e imagen, Trias añadía el suyo propio, su especial capacidad de conexión con la sociedad catalana más próspera y burguesa. Si el mundo del dinero seguía, todos seguirían.

Ahora se presenta de nuevo con el propósito de efectuar, con idénticas cartas, un movimiento exactamente de signo contrario. Se trata de recuperar la clientela tradicional después de haberla perdido, una repesca prodigiosa que exige el cebo más apropiado para esta clase de peces, el que responde precisamente al tópico del pescado en el cesto con el que Jordi Pujol exaltó las virtudes de la gestión autonómica, la negociación cuantificable y el pacto circunstancial.

No será fácil. Ante todo por la escasa credibilidad de un giro de 180 grados con el que pretende ocultar las siglas, olvidar la historia y hacer abstracción del objetivo estratégico. En esta pasada década perdida, el viento independentista se ha llevado todo el esfuerzo de aquel nacionalismo burgués reinventado por el ahora desprestigiado Jordi Pujol, con el que se compactó un amplio consenso cuyo alcance llegaba a todas las clases sociales y comarcas, aunque mantenía su puntal en la Barcelona acomodada.

Antes del desastre, todavía suscitaban sonrisas cómplices en los encuentros sociales elegantes las encendidas expresiones de un Trias independentista e incluso de algún amigo intelectual votante de la CUP. Recuperar ahora estas simpatías se antoja tan difícil como devolver al tubo la pasta de dientes después de haberlo vaciado. Las sardinas burguesas nadan lejos de la costa estelada. Una gran parte se largó definitivamente mar adentro. Otra exigirá pruebas más fehacientes del retorno a las artes tradicionales. Pescadores mejor situados, además, intentan obstaculizar sus capturas y han tirado también sus propias redes.

Trias fue alcalde cuando crecía la marea y se imponía el llamado eje nacional alrededor de la independencia. Ahora, en bajamar, el regreso del eje social no debería favorecer precisamente al candidato preferido de la burguesía, la nacionalista y la otra. Con un PP siempre en horas bajas en Cataluña, su pesca milagrosa exige la combinación del independentismo intransigente de Carles Puigdemont con las derivaciones locales del antisanchismo. Quizás quien mejor representa a este votante singular es ese señor que según Trias las pasa tan canutas con un sueldo de 3.000 euros al mes y que, naturalmente, vive en Sarrià, no muy lejos de la plaza Bonanova.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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