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El negocio del agua embotellada se libra de la sequía

Las empresas del sector envasaron el pasado año en Cataluña 1.869 millones de litros y por cada litro se pagó 0,00021 euros de canon de agua

Estanterias de agua embotellada en un supermercado de Barcelona.
Estanterias de agua embotellada en un supermercado de Barcelona.Albert Garcia

Cataluña está en fase excepcional por una sequía que empieza ya a provocar consecuencias. Ajenas a ella evolucionan las compañías envasadoras de agua mineral natural. La extracción sigue creciendo y en 2022 se embotellaron 1.869 millones de litros, la tercera cifra más elevada en dos décadas. Se trata de una fuente de riqueza tradicional, sobre todo para la zona del Montseny-Guilleries que, con una extracción de unos mil millones de litros anuales, es la fábrica de agua embotellada más importante de la Península ibérica, con marcas como Font Vella o Viladrau. La patronal asegura que el total de España no representa ni un 0,03% de los recursos hídricos y que estos están fuera del ciclo del agua que lleva el agua desde las cabeceras de los ríos, la trata y la suministra al grueso de la población. En Cataluña, las empresas pagan un canon del agua de 0,00021 céntimos por cada litro extraído.

Según datos de la Asociación de Aguas Minerales de España (Aneabe), España es el cuarto país de la Unión Europea en producción de aguas minerales y en 2021 el sector aportó 1.274 millones de euros a la economía española. El informe del Consumo Alimentario en España del Ministerio de Agricultura y Alimentación recoge que el agua mineral sigue siendo la bebida más consumida por los españoles, un 45% del total. Para que se puedan envasar y comercializar, las aguas de un manantial deben tener la autorización de aprovechamiento y la declaración de la condición mineral del agua que, en Cataluña, depende de la Subdirección General de Minas de la Generalitat. Las autorizaciones, según el Departamento de Empresa, “no tienen un plazo fijo y determinado establecido por ley”. Es decir, pueden ser perpetuas y solo vinculadas a la capacidad del acuífero. El presidente de la patronal catalana de envasadores, Xavier Civit, asegura que el Govern “fija unos máximos aproximados anuales a los que nunca llegamos, somos los más interesados en tener una gestión sostenible y eficiente del aprovechamiento”.

El año pasado se envasaron en España 6.300 millones de litros de agua, y el consumo anual fue de 132 litros per cápita, un 5% más que en el ejercicio anterior. Estas cifras incluyen tanto las aguas sin gas como las carbónicas, que se beben en menor proporción (4% del total). En Cataluña, según la Generalitat, se envasaron 1.869,21 millones de litros de agua, un 60% distribuido en comercios y el 40% restante a través del sector de la restauración. Según las estadísticas de la Asociación Catalana de Envasadores de Agua (ACEA), representa el 29,6% del total de litros envasados en España con un consumo per cápita de 168 litros al año, 0,45 litros al día. Contrasta con los 130 litros al día del agua del grifo que se consume, destaca Civit.

En Cataluña están en funcionamiento una veintena de captaciones, una decena menos que a principios de siglo. Las más pequeñas han cerrado, como Fonter en Amer (Selva), no por falta de agua, sino por no poder competir con los precios de las marcas blancas y la fuerza publicitaria de los grandes grupos. Sin embargo, hay más marcas porque se comercializan de nuevas procedentes de fuera de Cataluña.

Las embotelladoras de las comarcas de Girona representan un 80% del total de marcas registradas y más del 90% del agua que se comercializa desde Cataluña. Girona es tierra de agua, uno de los territorios de España donde se concentran más empresas comercializadoras de aguas minerales envasadas, 22 de las 33 marcas salen de sus comarcas, principalmente de la Selva (16), con localidades históricamente vinculadas a la explotación de agua de manantial, como Caldes de Malavella o Sant Hilari Sacalm.

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El agua mineral que se explota actualmente procede de captaciones a mucha profundidad que no están relacionadas con la circulación superficial del agua, apuntan desde la Generalitat. Si esa agua no se extrajera, no iría a parar a ramblas, ríos o pozos. Cuando llueve o se deshace la nieve, el agua que se filtra en el suelo o las rocas circula y puede tardar años en llegar al acuífero. Afirman que si la sequía es estacional —por un plazo de unos años—, “no afecta de forma notable a estos acuíferos, ya que el agua tiene un tiempo de tráfico muy largo, cuya duración puede llegar a ser de cientos o miles de años”. En Vilajuïga se calcula que está saliendo agua de hace 8.000 años, detalla David Brusi, profesor de geología del Departamento de Ciencias Ambientales de la UdG y director del Centro Geocamb (Geología y Cartografía Ambiental). Sin embargo, recuerda que “el agua de los acuíferos también se renueva, todos ellos se nutren de la lluvia, y si no llueve o lo hace menos, antes o después les acabará afectando”.

Este episodio de sequía no aumenta las ventas de las envasadoras. Pese a la falta de lluvias, “el agua de boca está asegurada y, por eso, ni ha habido ni se prevé un aumento de consumo”, detalla Civit. Las mejores épocas comerciales son las de calor y cuando hay inundaciones, por problemas en el suministro de agua potable, porque se consume más agua embotellada.

La Ley de Minas 22/1973, que rige la extracción, otorga a las actuales empresas embotelladoras la posibilidad de extraer el agua mineral del subsuelo a cambio de un canon ínfimo a las administraciones por la explotación de un recurso público. En Cataluña no se ha modificado desde 2017, pagan 0′21 euros por metro cúbico a la Agencia Catalana del Agua (ACA).

Esto explica, en parte, el crecimiento continuado del sector, no obstante, para Luis Babiano, gerente de la Asociación Española de Operadores Públicos de Abastecimiento y Saneamiento (EOPAS), el factor determinante para su crecimiento es el “valor simbólico” que han logrado crear “asociando el agua embotellada a la salud, al deporte o a la juventud”. “La fabricación de este mito explica el éxito del consumo de este producto en toda Europa”, afirma. Además recuerda que el agua embotellada, a mínimos de 0′21 euros el litro, es 126 veces más cara que los 0′00166 euros del agua del grifo. Aprovechando esta diferencia y recordando los controles exhaustivos que pasa esta agua, están llevando a cabo la Campaña Progrifo para sensibilizar a la población de sus cualidades, los controles sanitarios de la red de abastecimiento con un sistema de distribución que no necesita combustibles y es respetuoso con el medio ambiente porque no genera residuos.

Por su parte, Civit argumenta que ellos envasan el agua mineral “en el punto de la surgencia, solo se filtra de piedras, no tiene tratamientos químicos para hacerla potable o protegerla de todas las conducciones por donde deben pasar, como el agua del grifo”.

A pesar de que la cifra de millones de litros impone, sostiene Brusi, los 1.869 hectómetros cúbicos envasados el año pasado en Cataluña representan el 0′18% de la capacidad de los embalses de las cuencas internas. Los 6′3 millones de hm³ de agua embotellados en España, llenarían dos campos del Barça, mucho menos que el agua para llenar piscinas, que se calcula son unos 60 hm³.

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