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Los empresarios catalanes se acercan al PSC en busca de estabilidad tras el ‘procés’

Los socialistas de Salvador Illa han apostado por políticas que difieren de la izquierda gobernante de ERC en la Generalitat y de los comunes en el Ayuntamiento de Barcelona

El candidato socialista a la alcaldía por Barcelona, Jaume Collboni, en el centro, en un acto preelectoral del PSC, junto a Illa y Pedro Sánchez.
El candidato socialista a la alcaldía por Barcelona, Jaume Collboni, en el centro, en un acto preelectoral del PSC, junto a Illa y Pedro Sánchez.Andreu Dalmau (EFE)

El empresariado catalán cada vez se abraza más al PSC. Es producto de un ejercicio mutuo de pragmatismo que ha sedimentado en los dos últimos años y que comporta un cambio de guion en el troceado mapa político catalán. Los socialistas de Salvador Illa han apostado por políticas que difieren de la izquierda gobernante de ERC en la Generalitat y de los comunes en el Ayuntamiento de Barcelona y una parte de la élite económica, que se siente huérfana de una fuerza política de derechas con opciones que les represente, ha aplaudido la voluntad de tejer complicidades en un territorio ideológico que se acerca más al centro. El gran ejemplo fue visible en las últimas negociaciones presupuestarias, cuando el PSC condicionó el pacto, y ganó, a fijar en la agenda la inversión en grandes proyectos económicos y de infraestructuras de las que ERC siempre ha intentado huir por temor a sus bases.

Diversos empresarios consultados, todos ellos bajo la condición de anonimato, afirman que hay un sentimiento creciente de que los socialistas son la única formación con el peso necesario para sacar a Cataluña de un largo periodo de políticas que consideran de izquierda exacerbada y que limitaban la capacidad empresarial. Incluso ven con escepticismo la candidatura de Xavier Trias a la alcaldía de Barcelona, desconfiados del papel que pueda tener el partido que le da amparo, Junts, en el que disgustan su defensa del independentismo unilateral y de sus luchas de poder internas. Pero también de un discurso difuso en lo económico.

La candidatura del PSC, con Jaume Collboni a la cabeza, les convence más, pese a que en los últimos cuatro años ha gobernado junto al partido de Ada Colau. De hecho, la falta de interlocución que la patronal Foment del Treball le ha echado en cara a la alcaldesa ha sido un agujero que ha intentado cubrir Collboni, encargado hasta que abandonó el gobierno municipal de la actividad económica de la ciudad. Y el ahora alcaldable socialista ha dejado también muy clara su posición respecto a un tema capital para el empresariado: la necesaria ampliación del aeropuerto de El Prat para afianzar la economía catalana. No solo eso: el PSC ha apostado por impulsar el Hard Rock, la B-40 o por la prudencia fiscal a diferencia de ERC.

Fuentes socialistas atribuyen esas preferencias del empresariado a que Illa ofrece seriedad, seguridad jurídica, ninguna veleidad en un momento además en que dan el procés por finiquitado y se está produciendo un cambio de ciclo. Favorito en las encuestas, el PSC ha pasado de ser casi un partido proscrito por haber defendido la aplicación del artículo 155 a poder defender, a diferencia de lo que habría ocurrido en pleno procés, sin mayor complicación su programa en ciudades como Vic como sucedió la última semana. Pero la súbita complicidad entre el empresariado y los socialistas no deja de ser curiosa o puede llegar a incomodar en una formación que se define de izquierdas. “El PSC ha acabado ocupando el centro por incomparecencia de otras fuerzas”, afirma un miembro del partido.

Según explica un empresario presente en la dirección de una patronal, la cuestión no es tanto que deseen que el PSC gane la alcaldía sino que sea su primera palanca en las elecciones generales de diciembre para Pedro Sánchez, a quien algunos consideran fuente de estabilidad política en España pese a que no convenzan sus políticas económicas. Y, sobre todo, puede convertirse en la base de una alternativa posterior en el Palau de la Generalitat, que los republicanos recuperaron de la mano del independentismo de Junts. El PSC, admiten algunas fuentes consultadas, permitiría dejar a un lado tanto el discurso secesionista como políticas que consideran que vulneran la actividad empresarial. Asimismo, en el caso de una alternancia política en el Gobierno del Estado, con una posible alianza entre el PP y Vox, el empresariado ve con enorme preocupación que quien gobierne Cataluña sea el independentismo, por la política de máxima confrontación que supondría.

Y, sobre todo, piensan los empresarios consultados, el PSC es la formación que lo tiene más fácil: en el Parlament cuenta con el mismo número de diputados que ERC, 33. Un barómetro del Centro de Estudios de Opinión de noviembre apuntaba al Partit dels Socialistes como el partido favorito para vencer en unas elecciones autonómicas si estas se produjeran ahora. Obtendría entre 35 y 41 escaños, frente a la horquilla 30-36 en la que están los republicanos de Pere Aragonès.

De la misma forma que ya se posicionaron en los Presupuestos, los socialistas están asumiendo un discurso mucho más próximo a posiciones empresariales en muchas materias. Collboni, por ejemplo, no ha rehusado criticar en precampaña la política municipal de Barcelona en materia de vivienda, sobre todo la obligatoriedad de que en las nuevas promociones y las rehabilitaciones de grandes edificios se reserve un 30% del espacio para vivienda promoción. Y ha salido en defensa también del uso del coche privado precisamente al final de un mandato en el que el Ayuntamiento ha ejecutado políticas y obras que iban justo en el sentido contrario. E intentó salvar proyectos denostados por Colau como era el del museo Hermitage.

Pero entre algunas personas consultadas se destaca el hecho de que el PSC tomó en la negociación presupuestaria un discurso de alto volumen sobre su negativa a elevar la presión fiscal en Cataluña, de la que el Govern tampoco quería hablar pese a las presiones de los comunes aunque aceptó los impuestos para los tenedores de pisos vacíos (a partir de 15) o de los cruceros. No pasan desapercibidos los esfuerzos del empresariado, con el protagonismo del Foment del Treball de Josep Sánchez Llibre, de reducir unos tributos que han llegado a calificar de confiscatorios y que denuncian que van en contra de la competencia que se ha de jugar con otros territorios, con el liberalismo de Madrid como máximo ejemplo.

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