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Vacarisses, el pueblo de las 2.000 piscinas, pelea por evitar las restricciones en el peor año de la sequía

El Ayuntamiento abre tres pozas para aumentar el caudal, pero los límites al consumo dependerán del gasto que hagan los 7.500 vecinos

Carmen Urbano limpiando su piscina
Carmen Urbano limpiando su piscinaCRISTÓBAL CASTRO
Alfonso L. Congostrina

Vacarisses es un pequeño municipio barcelonés a diez kilómetros de Terrassa situado en una zona montañosa con vistas a Montserrat y fragmentado en hasta 16 urbanizaciones. Un lugar con 7.500 vecinos empadronados, centenares de segundas residencias y más de 2.000 piscinas privadas. En primavera de 2022, Vacarisses se convirtió en uno de los primeros municipios de Cataluña en ordenar restricciones de agua. El acuífero que nutría al municipio se secó —mientras las piscinas privadas seguían llenándose— y el Consistorio impuso cortes de agua de más de 16 horas al día. Con el agua intermitente en los grifos, al Ayuntamiento no le quedó otra que colocar unos depósitos en mitad de las aceras para que los vecinos se nutrieran de agua procedente de cubas. Pasado el verano, se recuperó el acuífero y cesaron los cortes. Un año después de las primeras restricciones, EL PAÍS ha regresado al municipio.

La falta de precipitaciones relevantes durante 30 meses ha dejado a los embalses catalanes al 27% de su capacidad y ha obligado a la Generalitat a decretar restricciones de agua en 224 municipios, en los que viven más de seis millones de personas. De momento, el agua fluye sin limitaciones en Vacarisses. La mayoría de piscinas están llenas y el Ayuntamiento ha puesto en funcionamiento tres pozos más para aumentar el caudal. Aún así, la amenaza del corte de agua sigue planeando sobre las cabezas de los vecinos.

Carmen Urbano tiene 78 años. Siempre había vivido en Terrassa pero cuando se jubiló de la ferretería que regentaba junto con su marido se trasladaron a una casa enorme en la urbanización Torreblanca 1 de Vacarisses. La joya de la casa es la piscina. “Mira, tiene forma romana y escalones. Hace 1,90 metros de hondo y cerca de 10 metros de largo”, se enorgullece Urbano. Asegura que no ha vaciado nunca la piscina y que va limpiando el agua y no quiere oír hablar de cortes de suministro. “El año pasado fue horrible. Al final, cada vez que tenía que limpiar la ropa me iba al piso de Terrassa y ponía lavadoras. Es que si no, era un verdadero aburrimiento tener que esperar a que abrieran el agua”, recuerda. “Es una tontería cortar el agua. Si estábamos todos esperando a que abrieran para ducharnos, lavar y gastar de golpe”, sentencia.

Los responsables del ayuntamiento aseguran que con los cortes también evitaban que se malgastara agua por algunas de las fugas de la instalación. Para el alcalde, Antoni Masana (ERC), la gestión del agua es uno de los principales problemas del Consistorio. De hecho, desde el año pasado todos los portavoces de los grupos municipales se reúnen una vez a la semana para intentar gestionar, casi gota a gota, el agua de la que se dispone.

La guerra contra la sequía en Vacarisses comenzó hace años. En 2007 y 2016 ya hubo cortes. En 2008, el Consistorio pidió a la Agencia Catalana del Agua (ACA) la conexión por tubería con la Mina Pública de Aguas de Terrassa. Una conexión de unos 10 kilómetros que evitaría problemas de desabastecimiento pero que no acaba de llegar. Mientras seguían los trámites, el acuífero fue mermando. Buscaron algunos parches y en 2018 localizaron agua en la urbanización Torreblanca II y construyeron una poza. El año pasado, en plenas restricciones, todavía no funcionaba la poza de Torreblanca II porque la empresa eléctrica no había instalado la conexión para permitir el bombeo. A medio verano, la pusieron en funcionamiento y consiguieron reducir la merma. Ahora han conseguido abrir dos pozos más en la zona de la Pala y de Torroella.

“El equipo de gobierno anterior al nuestro, además, firmó un convenio con Mina de Terrassa para que en una urbanización se suministraran 1.000 metros cúbicos diarios. Hemos comprobado que en realidad son 200 y los hemos podido ampliar a 500. Gracias a los pozos y a la revisión del convenio podemos garantizar el suministro actual sin tener que realizar cortes”, asegura Masana. Actualmente Vacarisses consume 1.300 metros cúbicos diarios y el suministro máximo que puede abastecer es de 1.800 metros cúbicos. “Si los vecinos son solidarios y no hacen un consumo excesivo, no debería pasarnos nada. Si no es así, nadie nos salvará de las restricciones”, lamenta el primer edil.

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¿Cómo responderá la población de Vacarisses? Ese es el gran dilema. En el pueblo viven 7.500 personas y la población hace solo cuatro años era de un millar de vecinos pero abastecidos por los mismos pozos. El Ayuntamiento no sabe quién malgasta el agua y por eso ha hecho una compra masiva de contadores inteligentes para detectar fugas y elevados consumos y siguen los trámites con el ACA para, décadas más tarde de los previsto, intentar conectar el pueblo con la red de aguas.

En L’Estoneta, uno de los bares del pueblo, el pasado jueves sólo se hablaba de los posibles cortes de agua de las próximas semanas. “No dicen nada porque este año hay elecciones. Ya veremos lo que pasa el día después de las votaciones”, desconfía Estrella Pagador. “Hace años teníamos un agua buenísima. Los de las segundas residencias venían de Terrassa con garrafas para llevárselas. Ahora, como nos han echado otras aguas en los pozos, no es tan buena”, lamenta otra de las clientas del bar. Tras la barra, Claudia y David presumen de no haber tenido que cerrar ni un minuto el negocio gracias a unos depósitos que llenaban cuando se abría el suministro. “Pusieron depósitos en las calles y las madres, como reivindicación, venían con los niños y los duchaban en la acera con el agua de los depósitos. Es una vergüenza que en pleno siglo XXI este pueblo tenga estos problemas de agua”, lamenta Claudia.

Junto al Ayuntamiento se encuentra la piscina municipal descubierta. El agua no está en las mejores condiciones a la espera de que la limpien justo antes de Sant Joan. “No es la mejor piscina pero es la que tiene mejores vistas a la montaña de Montserrat. Por suerte, como cuidamos el agua y no la vaciamos nunca, no hemos tenido que cerrarla”, asegura uno de los técnicos municipales.

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