Millet y la rehabilitación del pujolismo
Hablar del exresponsable del Palau de la Música es hablar de la forma en que Convergència, el partido de Jordi Pujol, Artur Mas y Xavier Trias, recurrió a la financiación ilegal para mantenerse en el poder y se benefició de la corrupción
Si las cosas no hubieran ido como han ido, muy probablemente Félix Millet hubiera sido despedido con honores de prócer con una capilla ardiente en el Palau de la Música. Pero no ha tenido ni un funeral. Después de descubrirse en 2009 que su dedicación al Palau durante más de veinte años y su mecenazgo cultural no era tan altruista como parecía, la muerte de Millet simboliza el ocaso de un tipo de sociedad civil instrumental que durante años, teniendo como pretexto la causa catalanista y al amparo del poder político al que servía, ha manejado los hilos en Cataluña en beneficio propio. Hablar de Millet es hablar de la forma en que Convergència, el partido de Jordi Pujol, Artur Mas y Xavier Trias, recurrió a la financiación ilegal para mantenerse en el poder y se benefició de la corrupción. Así que la muerte de Millet tal vez extinga su culpa, pero no la de aquellos a los que claramente benefició.
El caso Palau es el paradigma de cómo operaba esta estructura. Captaba grandes cantidades de dinero de empresas a las que la Generalitat concedía obra pública, entre ellas Ferrovial, que se destinaban a la financiación ilegal del partido. Detraer 23,8 millones de euros de una sola institución revela la magnitud de los fondos que se movían. La sentencia judicial da por probado que Convergència obtuvo al menos 6,6 millones de euros. Con su operativa en el Palau, Millet contribuía a la permanencia en el poder de la propia casta y de paso se enriquecía personalmente. Todavía faltan por recuperar 11 millones y Millet ha muerto sin abonar la multa de los 4,1 millones que se le impusieron.
¿Se hubiera mantenido 23 años en el poder Convergència sin toda esta corrupción? Algunos de los dirigentes de entonces andan ahora en la tarea de rehabilitar el pujolismo. Artur Mas ha llegado a sugerir que tal vez se precipitaron cuando, en pleno escándalo, decidieron disolver Convergència. Si el PP, con un tipo de corrupción similar pero de mayor volumen, ha resistido, también Convergència se hubiera podido salvar, piensan, y ahora tendrían una marca fuerte en lugar de un espacio a la deriva que reunificar.
Las recientes revelaciones sobre la operación Catalunya han venido en su ayuda al desvelar que algunos de ellos habían sido víctimas de una campaña de destrucción política orquestada desde el Ministerio del Interior, un tipo de corrupción especialmente grave porque se han utilizado los poderes del Estado. Eso les permite presentarse como víctimas y desviar la atención de sus propias faltas. La operación de rehabilitación incluye al propio presidente Pujol, que cinco años después de estallar el caso Palau confesó tener una fortuna en el extranjero oculta al fisco. Tres libros y sucesivas intervenciones públicas muy calculadas han preparado el camino de su reaparición pública, que ha culminado con el abrazo de Xavier Trias durante la presentación de su candidatura a la alcaldía de Barcelona. La campaña persigue hacer olvidar el caso Palau y las otras causas de corrupción en la que CIU ha estado involucrada; que la familia Pujol al completo está imputada por asociación criminal y que una parte importante de la trama corrupta, la agrupada en torno al caso 3%, todavía colea en los juzgados. A Pujol le preocupa su funeral y a los antiguos dirigentes convergentes, reunificar el espacio electoral y recuperar el poder.
Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.