Salud somos todas

Como decana del Consell de Col·legis d’Infermeres i Infermers de Catalunya (CCIIC), me gustaría que se pusiera en valor a las 50.000 enfermeras que ofrecemos cuidados profesionales a más de 7,5 millones de ciudadanos y ciudadanas. Venimos de una semana convulsa a raíz de la huelga convocada por Metges de Catalunya —sindicato mayoritario— y que animó a otras profesiones de salud —entre ellas, enfermería— a salir a la calle de la mano de otros sindicatos interprofesionales y/o minoritarios. Vaya por delante que el concepto minoritario no afecta a la legitimidad de las reivindicaciones.

Estamos hablando de un déficit estructural que, en el caso de las enfermeras, requiere mejoras expuestas reiteradamente ante el Departament de Salut, también en nuestro posicionamiento del pasado 20 de enero, algunas de ellas de derecho —el reconocimiento del grado o las especialidades— y otras relacionadas con el techo de cristal o los liderazgos y espacios de toma de decisiones.

Con el objetivo principal de proporcionar cuidados de calidad a la población, las enfermeras siempre hemos pensado que este principio era de aplicación al propio sistema de salud y en beneficio de todos los profesionales. Por ello, nos ha sorprendido la naturaleza del acuerdo con Metges de Catalunya, anunciado por el consejero Manel Balcells para “salir del callejón sin salida en que nos hemos encontrado” y después de haber “leído bien la huelga y el malestar que hay en el sector”; lectura que el departamento ha transcrito en la creación de una “mesa de trabajo” bilateral.

Grave interpretación, consejero. Este viraje hacia la bilateralidad no traerá más que más precariedad y más desigualdad a un sistema de salud que requiere el conocimiento profundo de todas las profesiones.

Si las 2.000 intervenciones quirúrgicas y las 5.000 visitas afectadas por la huelga han precipitado un acuerdo contrario al consenso del sector sobre transversalidad y atención multidisciplinaria, no quiero pensar en lo que ocurrirá cuando otra profesión de salud decida salir a la calle. Me refiero al papel primordial de todas ellas, sobre todo al de las enfermeras y a la necesidad de cuidados profesionales, para el buen funcionamiento del sistema de Salud.

De este acuerdo, el resto de profesionales sólo podemos extraer dos conclusiones: que el departamento no tiene clara la ecuanimidad que supone la representatividad multidisciplinar de las mesas actuales y que no se otorga el mismo valor a las aportaciones de las diferentes profesiones de salud.

Como decana de una corporación de derecho público —pero también como usuaria— le diré que ambas me preocupan y mucho. Por un lado, la promoción desde el Departament de Salut de espacios mono disciplinares que afecten a las políticas de salud o mengüen la representatividad y derechos de cualquiera de las profesiones. Por otro, empiece a pensar cómo gestionar la frustración que la decisión ha generado entre los profesionales de todas las disciplinas sanitarias. ¿Se nos pedirá más esfuerzo?, ¿más compromiso?

Consejero, cuando se elige el camino más corto porque es más fácil, no se llega a ninguna parte. Tome nota, por favor, de esta prescripción enfermera y de nuestras recomendaciones para cuidar de las personas, incluidos los profesionales de la Salud.

Glòria Jodar Solà es decana del Consell de Col·legis d’Infermeres i Infermers de Catalunya (CCIIC)

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