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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Investigando para curar el cáncer infantil, ¿dónde estamos?

En un mundo globalizado y pleno de inequidades, invertir en una asistencia e investigación públicas es la única forma de garantizar el mejor tratamiento para todos los pacientes

Una imagen del Hospital del Vall d'Hebró, en Barcelona.
Una imagen del Hospital del Vall d'Hebró, en Barcelona.Joan Sánchez

Siempre me han impactado todas las historias de nuestros pacientes, niños, niñas y adolescentes con cáncer, cuando el tratamiento actual, basado en la quimioterapia, radioterapia, cirugía y a veces el trasplante, no funciona; y el cáncer nos gana la batalla.

Por ejemplo, esto sucede con el neuroblastoma, uno de los tumores infantiles del desarrollo más agresivos. En los últimos 30 años, se ha aprobado un solo nuevo fármaco específicamente diseñado para este tumor, un tipo de inmunoterapia. Para la mayoría de los cánceres infantiles, ni siquiera se ha desarrollado un solo fármaco.

En Catalunya se diagnostican unos 300 casos al año en menores; y ofrecemos los mejores estándares de tratamiento, al nivel de centros europeos y norteamericanos; gracias a la experiencia y capacidad de los dos grandes centros de referencia que tratamos a estos pacientes.

Aun así, hay niños que recaen y fallecen. Uno de cada cinco; cada uno de ellos una tragedia inaceptable. Aquéllos que lo superan, que ya son muchos miles, afrontan importantes secuelas del tratamiento a lo largo de su vida. Nos despertamos obsesionados con mejorar estos resultados para curar a todos ellos y además que vivan libres de secuelas; y lo hacemos buscando nuevos fármacos y terapias.

En Catalunya, somos afortunados de vivir en un ecosistema que favorece enormemente la investigación en oncología. En nuestro grupo de investigación en cáncer infantil de Vall d’Hebron, investigamos en todas las fases del desarrollo de estos nuevos fármacos: empezamos por sintetizarlos, crearlos y probarlos en el laboratorio; pero además podemos acompañar a estos fármacos durante todas las fases de los ensayos clínicos hasta estar disponibles para pacientes de todo el globo. La tecnología nos permite secuenciar el genoma de estos tumores para dirigir los tratamientos y entender por qué se hacen resistentes.

Vivimos rodeados de un sinnúmero de grandes compañías farmacéuticas y pequeñas biotecnológicas que apuestan por la innovación en tumores poco frecuentes; donde hay excelentes centros de investigación básica y traslacional y además, donde toda la ciudadanía, fundaciones y empresas, se implican para apoyar la investigación.

Pero nos queda mucho por recorrer. Además de las barreras de la investigación en nuestro campo a nivel global, como son la falta de incentivos para desarrollar fármacos específicamente para el cáncer pediátrico o desigualdades en el acceso al tratamiento a nivel global; nos enfrentamos con barreras propias de nuestro medio. En primer lugar, la falta de una carrera investigadora establecida en los centros públicos de investigación dificulta la atracción y retención del talento. En segundo lugar, para llegar a la excelencia y a resultados que cambien la práctica clínica, necesitamos más inversiones a medio y largo plazo, especialmente investigación disruptiva y valiente. Finalmente, en un mundo globalizado y pleno de inequidades, invertir en una asistencia e investigación públicas es la única forma de garantizar el mejor tratamiento para todos los pacientes.

En conclusión, queda mucho trabajo por hacer, no solo a sanitarios o a investigadores; necesitamos que toda la sociedad civil, las empresas farmacéuticas, los reguladores, las instituciones nos acompañen para que dejen de suceder tristes historias.

El doctor Lucas Moreno es el jefe del Servicio de Oncología y Hematología Pediátricas de Vall d’Hebron y jefe del Grupo de investigación en Cáncer y Patologías Hematológicas Infantiles del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR)

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