Cataluña afronta el peor escenario: varios fuegos simultáneos y una ola de calor prematura

La pesadilla más prematura. Cataluña se enfrenta a varios fuegos que arden a la vez, en una situación insólita de temperaturas extremas a mediados de junio. El pico de calor se espera para este viernes y llegará con diversos incendios activos en comarcas de Tarragona y Lleida. Este jueves por la noche, el jefe operativo de Bombers, David Borrell, y el consejero de Interior, Joan Ignasi Elena, apuntaron que los equipos de extinción habían logrado contener hasta siete focos activos, pero sin poder darlos por controlados. La situación sigue siendo de “máxima alerta”, anunciaron. La mejora de las perspectivas en los fuegos declarados en Corbera d’Ebre (Tarragona), Artesa de Segre (Lleida) y Castellar de la Ribera, en el Solsonès, provincia de Lleida, no permite bajar la guardia. Las previsiones anuncian otro pico de calor y Elena y Borrell revelaron que genera preocupación un nuevo núcleo de fuego originado en Lladurs, también en el Solsonès, con potencial para arrasar 50.000 hectáreas.

La simultaneidad de frentes ha puesto en jaque la capacidad de respuesta de los Bomberos de la Generalitat. El Gobierno catalán ha alertado de la gravedad de la situación y se ha dado aviso a todos los efectivos disponibles de bomberos para que estén en guardia. Durante el jueves, más de un centenar de efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Ministerio de Defensa, llegados de Zaragoza y Valencia, se incorporaron a las tareas de extinción en Artesa de Segre. “Todo lo que pueda sumar para apagar fuegos lo más pronto posible será bienvenido”, subrayó Bernat Solé, delegado del Govern en Lleida. La delegada de Gobierno en Cataluña, Maria Eugènia Gay, confirmó que ante la incertidumbre que genera el escenario de alerta la colaboración es total y la relación entre administraciones “extraordinaria”.

En Corbera d’Ebre las llamas comprometen unas 300 hectáreas, pero la previsión era poder darlo por estabilizado durante la madrugada de este viernes. La estrategia es distinta en Artesa de Segre, donde la perspectiva de que las llamas arrasen 5.000 hectáreas es la menos mala de las opciones. El contorno del área de posible afectación asciende a 20.000 hectáreas, pero los bomberos alegan que los recursos dan para lo que dan y, sin urbanizaciones ni masías que pongan en riesgo la integridad de las personas, al fuego se le deja arder. A lo largo del jueves, la atención de los equipos de extinción saltó de Artesa al Solsonès. Un incendio focalizado en Castellar de la Ribera quemó más de 400 hectáreas, pero con el peligro de que se termine convirtiendo en un gran incendio que abrase “decenas de miles de hectáreas”. Hay varios focos activos y la orografía de la zona facilita que las llamas puedan propagarse a toda velocidad y devorar una gran superficie de terreno. Ante este panorama, siguiendo a los Bomberos, UME procedió a derivar efectivos hasta Castellar de la Ribera. A última hora del jueves, Bombers informó que preocupaba uno de los focos del Solsonès, en concreto, un brote muy activo declarado en Lladurs, a unos 13 kilómetros de Castellar de la Ribera.

Mientras, en Artesa, la superficie amenazada es, básicamente, terreno forestal y largas extensiones de campos de cultivo, con lo que no hay zonas habitadas dentro del radio de peligro. En el pabellón deportivo descansan unos cincuenta menores no acompañados que estaban en una casa de acogida, que tuvo que ser evacuada el miércoles ante la cercanía de las llamas. Junto al pabellón, los servicios de emergencias han habilitado un centro de mando. Desde allí los helicópteros despegan en dirección a las espesas columnas de humo. A media mañana del jueves el termómetro ya rebasaba los 35 grados y la sensación era de sofoco permanente. A los vecinos les cuesta recordar el último día que llovió y el terreno está sumamente reseco. “No te muevas por aquí sin una gorra o un sombrero”, recomendaba un agente de los Mossos d’Esquadra. El sol abrasa. A la una en punto, los alumnos de la escuela salen de las aulas al son de la canción Happy de Pharrel Williams. Con semejante panorama, ni la voluntariosa banda sonora insufla mucho ánimo a la acalorada muchachada.

El delegado de la Generalitat en Lleida ha hecho un llamamiento para que las personas que tengan tractor se unan a los campesinos que labran los campos para frenar la propagación del incendio. “Hace muchísimo que no llueve, las fuentes y el río están secos, y ya llevábamos muchos días con temperaturas de más de 35 grados”, cuenta Josep Galceran, alcalde del pequeño núcleo de Baldomar. A los apenas 80 vecinos que residen en el pueblo el fuego les ha tiznado las vistas del monte que ven desde sus casas.

Los Bomberos de la Generalitat activaron el miércoles por la noche la alerta M2, que obliga a todos los efectivos del cuerpo a presentarse en los parques “siempre y cuando haya vehículos con los que trabajar”, para contener los múltiples incendios.

La Generalitat ha pedido extremar las precauciones ante la situación de “máxima gravedad” que supone la coincidencia de varios incendios en Cataluña en plena ola de calor. “Se prevé un verano muy complicado”, admitió este jueves la consejera de Presidencia de la Generalitat de Cataluña, Laura Vilagrà. “La climatología cada año es más adversa y la sequía es muy evidente este año. Tenemos que ser prudentes y quizás tendremos que tomar decisiones de prevención, como cerrar parques naturales”, insistió en el almuerzo Nueva Economía Fórum. La consejera recordó el plan de la Generalitat para este verano, con “5.000 efectivos en recursos humanos, 1.200 dotaciones terrestres y 40 de aéreos”, pero admitió que “quizás no será suficiente”.

Adelantar las clases

En los últimos días, Lleida ha alcanzado los 42 grados y se ha convertido así en la comarca catalana con las temperaturas más altas. Sin aire acondicionado, institutos y escuelas sufren las altas temperaturas. “Las tres primeras horas se puede hacer clase, pero al medio día ya es imposible”, confiesa Josep Rubió, jefe de estudios del Instituto Josep Lladonosa. Es por ello que los directores de los institutos de Lleida han pedido al Departamento de Educación acabar las clases a las 13.00, dos horas antes de lo habitual.

La primera actividad del día del Instituto Màrius Torres de Lleida ha sido una guerra de agua. El secretario del centro explica que los docentes están intentando adaptarse a la ola de calor y cambiar las dinámicas de sus clases para que se hagan más llevaderas: “Intentamos pasar las horas lo mejor posible, aunque no siempre podemos organizar guerras de agua”. Algunas aulas del instituto han alcanzado los 38 grados y, como la mayoría de centros, no cuentan con ningún equipo de aire acondicionado, informa Lucía Quesada.

Puedes seguir a EL PAÍS Catalunya en Facebook y Twitter, o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal