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Vírgenes, alienígenas, porcelanas rotas y cuartos oscuros en el Santa Mónica de Barcelona

El centro de arte contemporáneo de la Generalitat presenta una veintena de instalaciones artísticas que reflexionan sobre el peso del pasado y de la tradición

Dos de las obras de los alienígenas de Robert Llimós que se pueden ver en la exposición del Santa Mònica.
Dos de las obras de los alienígenas de Robert Llimós que se pueden ver en la exposición del Santa Mònica.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)
José Ángel Montañés

Hay vida en la última etapa del centro de arte Santa Mònica. Desde que en junio de 2021 tomó las riendas Enric Puig i Punyet, el viejo centro de arte contemporáneo de la Generalitat está viviendo una sacudida. Se comprobó en la primera exposición colectiva en la que se cuestionaba el propio hecho expositivo, ahora, vuelve a la carga con la muestra inaugurada este miércoles en la que una veintena de artistas reflexionan sobre el pasado desde una perspectiva artística para buscar respuestas a temas del presente. En la veintena de propuestas presentadas este edificio religioso desacralizado se ha poblado de personajes extraños como alienígenas, zombis, porcelanas de Lladró y sus imitaciones con forma de cisnes, elefantes, jóvenes melancólicas, payasos y chinos, que acaban hechos añicos por los visitantes, además de recrear un enorme cuarto oscuro donde se proyectan imágenes de musculosos jóvenes en calzoncillos cargadas de sexualidad.

El director del centro pidió a los artistas invitados a esta muestra que estará abierta hasta el 1 de mayo que respondieran a la pregunta ¿Cómo nos enfrentamos hoy a la tradición que nos atraviesa y nos hiere? Y las respuestas se han producido en formatos dispares como el vídeo, la performance, las artes visuales, la pintura, la fotografía, el arte experimental que ocupan todo el Santa Mònica. “Ponemos en duda cierto mitos fundacionales y recuperando otros que se han dejado de lado podemos reconfigurar nuestro presente”, explica Puig que ha comisariado la muestra junto a Ferran Utzet y Marta Gracia, “tras un proceso colectivo y no jerarquizado”, en el que incluso se han decidido por consenso cada uno de los espacios en los que ocuparían.

Las figuras de porcelana de la instalación de Xesca Salvà junto a la diana donde pueden acabar estampadas y hechas añicos.
Las figuras de porcelana de la instalación de Xesca Salvà junto a la diana donde pueden acabar estampadas y hechas añicos.MASSIMILIANO MINOCRI (EL PAÍS)

Están de moda las instalaciones inmersivas. Ninguna como Un cuerpo inherente, la propuesta que hace Xesca Salvà que tras reunir 400 figuritas de porcelana que casi todo el mundo ha visto en casa de sus padres o de sus abuelos pueden ser lanzadas contra una diana para romperlas canalizando así las ganas reprimidas de hacerlo con las de casa por su carga sentimental. Algunos de los fragmentos acabarán en una vitrina “de museo arqueológico”, explica la artista. Es una manera de enfrentarse con el pasado y la tradición, pero hay otras muchas.

Sutil e hipnótica es Narciso, la instalación que propone Greta Alfaro. También inmersiva. Tras pasar por una pared llena de humedades del propio claustro de Santa Mònica y de un rincón con jarrones de porcelanas y cristal que recogen las goteras (no reales) ofrece un video de casi dos horas en el que vemos la estancia de un club de hombres “que deciden las cosas importantes que nos afectan” inundarse poco a poco, acabando con muebles, copas y cuadros. Alfaro asegura que se ha inspirado en el himno de los carlistas Por Dios, por la patria y el rey y “los rancios valores que defiende”.

Al lado hay otro “salón burgués” recreado por el grupo teatral José y sus hermanas, en las que se representa el escenario de nuestros dramas actuales (donde tendría cabida alguna de las figurillas de porcelana) con sofás que se parten por la mitad y paredes que se mueven. Y en medio, una de las instalaciones más grandes. La que proponen Verónica Lahitte y Antonio Gagliano que han reconstruido un decorado del Liceo (perdido en el incendio de 1994) realizado para La Santa Virreina de Jose Maria Pemán y estrenada en 1939. Sobre el relato de la conquista española los artistas han pintado y repintado “las mentiras de la evangelización”.

La instalación de Verónica Lahitte y Antonio Gagliano a partir de la escenografía de la obra del Liceo 'La Santa Virreina' de Jose Maria Pemán de 1939.
La instalación de Verónica Lahitte y Antonio Gagliano a partir de la escenografía de la obra del Liceo 'La Santa Virreina' de Jose Maria Pemán de 1939.J. Á. M.

Tiene mucho que ver esta instalación con la del colectivo Ayllu, formado por migrantes y disidentes sexuales nacidos en Latinonamérica y el Caribe, que han dedicado un enorme y colorido altar dedicado a Nuestra Señora de los Papeles a la que le rezan para que se les devuelva todo lo que la llamada Conquista les arrebató. Entre sus oraciones: “Santísima regularización, virgen nunca virgen, abogada nuestra sin título europeo homologado, intercede por nosotros para la obtención de nuestros papeles”. En su pieza, en la que también hay un video que a modo de Vía Crucis recorre los espacios de Barcelona relacionados por su pasado colonial, como la catedral donde se bautizó al primer indígena llegado de América, habla de hechos de hace 500 años, pero también del racismo de la sociedad actual.

No indígenas, pero sí alienígenas son los protagonistas que pinta y esculpe desde hace 12 años el artista más veterano de la muestra, Robert Llimós. Lo hace desde que, asegura, tuvo un avistamiento en Brasil en el que vio un ovni aterrizar y dentro dos personajes. Llimós asegura que los ha vuelto a ver en sueños una sola vez y que le dijeron que no les pintaba bien sus orejas, que “las humanizaba”. “Eso es que lo demás lo pinto bien”, explica ante las risas de todos. El fenómeno UFO (objeto volador no identificado) también está presente en el trabajo de Albert Gironés, el más joven de la muestra, buscando respuesta a un fenómeno que pese a no estar tan en boga como en otras épocas sigue despertando pasiones.

Los artistas que participan en la nueva exposición del Santa Mònica.
Los artistas que participan en la nueva exposición del Santa Mònica.

En la muestra se pueden ver tres proyectos surgidos de la convocatoria ECOSS, promovido por la asociación Koniclab. El colectivo Muaj! presenta una instalación con vasos comunicantes (Membranas zombies) en los que cultiva setas, colillas o vasos de plásticos de las máquinas de café que van de la vida a la muerte, como los zombis. Mónica Rikic máquinas espirituales (Metamáquina) y Anna Carreras se pregunta en El logaritmo desnudo si a las máquinas, como ocurre con los humanos, les afectan los ciclos de la Luna. Por eso ha instalado un aparato que dibujará cada día a la misma hora, unas obras que colocará en la pared a lo largo de los meses que dura la exposición. La respuesta se podrá comprobar entonces.

La visita termina con el trabajo de Agustín Ortiz Gnosis iluminada surgida a partir de uno de los 500 libros de la biblioteca del convento de Santa Mònica (1636-1835) que se conservan. En concreto uno de Tomás de Aquino que sirve de arranque para hablar de moralidad y cultura queer. El artista en una de las salas del piso superior ha creado una especie de cuarto oscuro de una discoteca gay, en la que suena la música envolvente de Alan Neil, mientras en dos pantallas una docena de hombres en calzoncillos bailan y se mueven de forma desinhibida sin parar en una especia de mística esotérica de la salvación.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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