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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Dejadez y paternalismo en el Ayuntamiento

Nuestra ciudad, que no es París pero que tiene su encanto y sus maravillosos barrios históricos, se va llenando de fealdad, y no solo por los efectos de la pandemia, sino también por iniciativas rocambolescas

Victoria Combalia
Una mujer camina por una de las aceras laterales de Rambla de Badal mientras pasa por delante de una persiana pintada con un graffiti.
Una mujer camina por una de las aceras laterales de Rambla de Badal mientras pasa por delante de una persiana pintada con un graffiti.Albert Garcia

Llevamos muchos meses en los que cada día se publican cartas y artículos sobre la decadencia de Barcelona, su pérdida de capitalidad cultural, su creciente incomodidad para transitarla y su dejadez y abandono. Nuestra ciudad, que no es París pero que tiene su encanto y sus maravillosos barrios históricos se va llenando de fealdad, y no solo por los efectos de la pandemia, sino también por iniciativas rocambolescas de nuestro consistorio. En algunas fealdades no tienen responsabilidad: fea es la Sagrada Familia por fuera, con la desacertada intervención de Subirachs en su fachada, y horrendos son los puestecillos de souvenirs, con toros, flamencos y castañuelas que la rodean. Rotos como si salieran de una guerra son los bordillos de los parterres de un tramo con árboles en la Vía Augusta a la altura más o menos de Vallmajor; nadie los cuida y sin embargo el consistorio anima a los ciudadanos a apadrinar un alcorque, para que sea “algo comunitario”. Por uno que está bien, el de la Sra Tamara Sancho del Poble Sec según veo en internet, me temo que una mayoría serán un despropósito, con barreras de maderas de todos colores pintadas de cualquier manera. Como los niños que prefieren jugar a hacer los deberes, nuestros responsables dejan nuestros parques sin hierba pero proponen “experimentos participativos” eso sí, que han de ser “coordinados y legalizados” con un montón de reglas por medio.

Feos son los bancos de hormigón con butacas de plástico amarillo en el solar de la antigua Casita Blanca sobre un descampado con tierra, aunque me cuentan que se trata de una microurbanización provisional a la espera de más presupuesto (pero así ya estaba en 2014). Los bancos de hormigón ya lucen pintadas. Y hablando de pintadas, nuestra ciudad es de las peores de este ejemplo de incivismo por no decir vandalismo. Porque no se trata del graffiti art de los años ochenta, con verdaderos artistas como Basquiat, Keith Haring, Lee Quiñones, Risk o Banksy, sino de jóvenes que van a dejar su firma sobre cualquier superficie, incluso subiéndose a una escalera, como puede verse en los ejemplos del casal del Metge y del Convent de Sant Agustí. Si en lugar de persianas metálicas que se prestan a ello éstas se fueran supliendo por rejas, el problema se acabaría: el Ayuntamiento podría dar ayudas a los comerciantes y poco a poco la ciudad volvería a lucir con su color original.

Feos son los muebles y el resto de la decoración de la casa de Muñoz Ramonet en la calle Muntaner, que el Ayuntamiento quiere abrir al público como ejemplo del “gusto de la alta burguesía de la postguerra”, cuando en realidad se trata de un ejemplo del mal gusto de un estraperlista y nada más. Mal vamos si con ello se pretende dar una lección de historia o de sociología a nuestros jóvenes.

La desidia o la incultura estética que lleva a la fealdad corre paralela a la actitud paternalista de nuestro Ayuntamiento que nos trata como a párvulos. Y que nos envía mensajes que no se entienden. Por Navidad, leíamos en un cartel ”A la ciutat de Nadal l’estrella es qui va al mercat i fa el dinar” pero allá se veía a un hombre como de sesenta años muy contento llevando su carrito de la compra. El tanto por ciento de hombres que van al mercado y además hacen la comida de Navidad debe de ser irrisorio. El anuncio ¿es para animarlos? Pues no se capta. Y otro anuncio estupendo en su ambigüedad es el de ”Estimada casa, ara et toca a tu”. Después de mucho pensar, intuyo que a lo mejor es que ahora les toca el turno a los hombres en lo de poner la lavadora y pasar el aspirador, pero a lo mejor no, pues la primera imagen es la de un andrógino con un perro y un gato haciéndole carantoñas. Tras una intensa búsqueda, creo que es algo que tiene que ver con la rehabilitación de las viviendas. Pero ¿porque no se inspiran en los carteles de la República, tan directos, modernos para su época y tan claros en su mensaje? Barcelona fue pionera en el diseño gráfico, y los buenos profesionales seguro que no faltan.

Y para acabar, horrible y peligroso es el carril bici de subida en la Vía Laietana. Reto a nuestra alcaldesa a que transite en bicicleta al menos medio kilómetro por esta minivía cutre en la cual puedes dejar la vida o cuando menos un tobillo. Nadie la ha visto jamás subirse a tal vehículo.

Victoria Combalía es crítica de arte.

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