El Nadal sigue con muchos originales, pero sin cena de gala
El histórico galardón literario se falla este jueves, junto al Pla, sin público por segunda vez en sus 78 ediciones por la pandemia
Poner broche a los ágapes de las fiestas navideñas; dejarse ver en el que fue uno de los más grandes escaparates sociales de la Barcelona de la dictadura de los años 50 y 60 y generar un eco mediático que dificultara la censura franquista sobre las obras galardonadas. Esas fueron, durante décadas, las razones de fondo por las que el premio Nadal iba enmarcado en una cena literaria desde sus orígenes el 6 de enero de 1945 en el Café Suizo de La Rambla barcelonesa. El decano de los reconocimientos literarios de España ya no requiere de toda esa cobertura, lo que resta gravedad a que la noche de este jueves, por segunda vez en toda su historia, el fallo del 78º Nadal y del 54º premio Pla que convoca la editorial Destino en Barcelona se conceda sin la tradicional cena multitudinaria en el hotel Palace debido a las restricciones sanitarias impuestas por la pandemia.
Amén de heredar el formato (una reducida presentación a la prensa de los ganadores), la concesión de los premios repite también en relación con la última convocatoria en el elevado número de originales presentados, que se acercan al récord histórico alcanzado el año pasado. Así, al Nadal, dotado con 18.000 euros, compiten 937 originales, no demasiado lejos de los 1.044 que lo hicieran en 2021, cuando las cifras de participantes se triplicaron sobre las de 2020. Algo parecido ocurre con la convocatoria del Pla (6.000 euros), al que optan hoy 44 textos, perdiendo aquí casi un tercio, prácticamente lo ganado en la edición anterior, cuando se registraron 60 participantes.
Ambas cifras de originales son fruto del mantenimiento de un cambio en las bases provocado precisamente por la pandemia: así, desde la convocatoria de 2021 los originales pueden presentarse por correo electrónico, bajo formato Word o PDF; en el caso de que el autor optara a presentarse bajo pseudónimo debía hacer llegar por correo postal un sobre con sus datos reales. La desaparición del confinamiento generalizado y obligatorio que se vivió en 2020 podría explicar el ligero descenso frente a las cifras de 2021, cuando la reclusión domiciliaria colectiva desapareció.
Objeto de deseo literario
Aunque el galardón tiene, por su fundación, marchamo barcelonés, los originales españoles llegan mayoritariamente de Madrid, con 169 manuscritos, más del doble de los provenientes de la capital catalana, que son 77. Argentina (105) y México (52) son los países de Sudamérica que aportan el mayor número de originales. Que el Nadal fuera una reputada plataforma natural de nuevos y buenos novelistas (imagen que se forjó merecidamente entre 1944 y 1960, para entrar desde entonces en una trayectoria que ha cobijado más la literatura de género y entretenimiento) explica que aún tenga hoy un cierto punto de objeto de deseo para los escritores, claramente superior al reclamo económico, más bien modesto y más en el contexto de los premios de los sellos editoriales del Grupo Planeta, al que pertenece Destino. El año pasado, dos autoras ya reconocidas como Najat El Hachmi (El lunes nos querrán) y Maria Barbal (Tàndem) obtuvieron el Nadal y el Pla, respectivamente.
Quizá por ello, entre las cinco obras finalistas del Nadal de hoy tres se presentan bajo pseudónimo; para el Pla, sólo son dos los que ocultan su nombre, mientas que entre los que acuden a pecho descubierto está el veterano y prolífico Joaquim Carbó (La casa sota la sorra), que en los últimos años está relanzando su vertiente de autor para adultos y que se ha presentado con Sense futur, y el barcelonés afincado en Menorca Josep Masanés Nogués, con El franctirador.
El impacto y la magia del premio Nadal en el imaginario colectivo, amén de su día de entrega, debe mucho a la epopeya de su primera ganadora, Carmen Laforet, con Nada: era una joven literariamente desconocida de 23 años, cuyo original llegó el último día y que ganó contra pronóstico tras una dura polémica entre los miembros del jurado. De la que se convirtió en una de las grandes novelas de la posguerra española, sólo el año pasado, el del centenario del nacimiento de la autora, se vendieron 50.000 ejemplares, según Destino. Un gran regalo de Reyes para la literatura.
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