La escritora Víctor Català recibe en la cama en el TNC
El montaje de Carme Portaceli sobre Caterina Albert, encarnada por Rosa Renom, abre la temporada en la Sala Gran del teatro
Victor Català, nom de plume de la escritora Caterina Albert (l’Escala, 1869-1966), es una poeta (aquí cuadra tanto lo de poeta como lo de poetisa) “de primer orden, como Lorca”, aunque menos conocida “por ser catalana y mujer”. Lo aseguró ayer la directora artística del Teatre Nacional de Catalunya (TNC), Carme Portaceli, que es además quien firma el espectáculo que inaugura la temporada en la Sala Gran del trasatlántico de la escena catalana: La Víctor C., una obra sobre la autora escrita ex profeso por Anna Maria Ricard Codina a partir de cuentos y textos memorialísticos de Català/ Albert.
La decisión de llevar a escena a la autora de Solitud es toda una declaración de principios de Portaceli en el arranque de su andadura como primera mujer directora del TNC. “Estoy muy contenta de empezar mi etapa con un homenaje a Víctor Català, que ha sido siempre una fuente de inspiración y me interesa muchísimo”, dijo, Para Portaceli, se está lejos aún de valorar a la escritora como corresponde a su talento, y se la circunscribe usualmente a ser la autora de Solitud (1906), una obra capital, por supuesto, pero ni de lejos lo único que escribió, y La infanticida, la durísima pieza de teatro con la que se dio a conocer en 1898. “Homenajear y reivindicar a esta mujer”, apuntó Portaceli, “es lo que le toca al TNC, enriqueciendo nuestra cultura y nuestra lengua”.
“VÍctor Català usaba un lenguaje extraordinariamente poético para explicar unos sentimientos clarísimos”, afirmó la directora, que recalcó que el de la escritora es un catalán “que no es el que hablamos hoy”, pues, “hoy hablamos un catalán horroroso, igual que hablamos un español horroroso y un inglés horroroso”. La Víctor C. (donde la C es tanto de Català como de Caterina) es en ese sentido, destacó, un festín de la lengua y la palabra, además de una obra sobre “el amor, la vida y la revolución femenina”..
Construida en torno a pequeñas anécdotas, cuentos y dramas rurales de la autora (“que dejó claro que la vida rural no era el ir a veranear a l’Empordà que pensaban los noucentistes”), la obra que se estrena en el TNC se basa especialmente en relatos seleccionados de los tres volúmenes de Tots els contes y textos de Mosaics, su libro con recuerdos y estampas autobiográficas.
El espectáculo presenta a Victor Català en la cama, donde, recuerda Portaceli, vivió en los últimos diez años de su vida y recibía allí, en camisa de dormir, visitas de escritores, periodistas y amigos. En La Víctor C., que huye del registro realista, también aparecen su hermana Amelia, su amiga Lola y la minyona Magdalena, y “personajes oníricos que pueblan sus noches”. El texto de Anna María Ricard —colaboradora de Portaceli desde Jane Eyre—, subrayó la directora, “es una maravilla, un recorrido emocional que te queda grabado a fuego”.
En la obra está presente el mundo machista de la época y “la óptica dura e injusta” sobre la mujer que llevó a Caterina Albert a ocultarse bajo el seudónimo masculino y también bajo la imagen de mujer inofensiva, “para hacer lo que quería”.
Destacó asimismo Portaceli la interpretación que hace Renom de la escritora, “de una excelencia de séptima dimensión”, y la calidad “hipnótica” de toda la función, con un equipo artístico de primer orden, “de lujo”, con los actores Lluïsa Castell, Oriol Guinart, Olga Onrubia, Manel Sans y Anna Ycobalzeta; el escenógrafo Paco Azorín, el iluminador Ignasi Camprodon o el director de movimiento y coreografía Ferran Carvajal que también hace de actor. El espectáculo, como es habitual en las direcciones de Portaceli, cuenta con audiovisuales (de Miquel Àngel Raió) y un cuidado espacio sonoro (de Jordi Collet).
El enigma de sus relaciones sentimentales
Por su parte, la autora del texto puntualizó que no es especialista en Víctor Català, y que la ha leído a fondo a partir del encargo de escribir la obra. Luego le ha sido difícil seleccionar textos por lo “muchísimo que hay para elegir”. Era la escritora “una mujer incómoda, con un mundo muy particular, y contrariamente a lo que mucha gente piensa por Solitud, no era del interior sino de la costa”. La actriz Rosa Renom reflexionó que “el texto es precioso pero nos planteó el problema de cómo hacerlo desde escena, cómo levantarlo”. En la pieza y en el espectáculo no abordan el porqué Catarina Albert no se casó ni entran a elucubrar ni inventar nada sobre todo lo que se ignora de sus relaciones sexuales o amorosas. Tampoco en si tenía malas relaciones con los hombres. “Ves a saber”, zanjó Portaceli; “ella hablaba mucho del azar y de que la vida es lo que es y es cómo es”.
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