Rafael Tous y las Semanas Catalanas de Berlín
El coleccionista fue unos de los artífices del programa cultural en la ciudad alemana en 1978. Estábamos en plena Transición y la situación española, y en particular la catalana, suscitaba interés en Europa
Hasta el 9 de enero de 2022 puede admirarse en el Macba la donación que el empresario Rafael Tous ha hecho de su colección de arte conceptual, una exposición altamente recomendable. Tous comenzó a coleccionar siguiendo los pasos de su exsuegro Paco Godia y durante muchos años fue el promotor de Metrònom, en donde se vieron exposiciones magníficas. Sobre todo, de instalaciones, como las que ahora pueden verse en el Macba, especialmente la de Carlos Pazos en la capilla adyacente (visible solo hasta el día 19 de septiembre) y la de Jordi Benito titulada Las puertas de Linares, con un impresionante toro que parece desplomarse sobre un piano. El visitante también apreciará la obra de Jordi Pablo, casi desconocido por el gran público y excelente artista, junto a las de Eulàlia Grau, Francesc Torres, Miralda y Benet Ferrer, entre otros.
Pero traigo a colación esta muestra porque Rafael Tous fue uno de los artífices de las llamadas Semanas Catalanas de Berlín (25 de junio - 13 de julio de l978) que surgieron de una propuesta del profesor alemán de la Freie Universität Til Stegman. Estábamos en plena transición a la democracia y la situación española, y en particular la catalana, suscitaba interés en Europa, así como el tema de la “Europa de las regiones”. Creíamos también, derivado de la lucha antifranquista, en el concepto de “Países catalanes”, hoy en día difícil de sostener.
El coste total de las Semanas era de veinte millones de pesetas, de las cuales una parte la pagaba Alemania y otra parte Cataluña: el Ayuntamiento de Barcelona contribuyó con casi diez millones y Rafael Tous con un millón, una cantidad muy considerable para la época. Nuestro proyecto, comisariado por Tomàs Llorens, Ignasi Solà-Morales, Mercè Vidal, Alícia Suàrez y yo misma, constituía un intento de explicación de un siglo de arte catalán asociado a las condiciones económicas, sociales y políticas de cada momento y en el caso concreto del Modernismo y del Noucentisme, quisimos cuestionar los clichés establecidos. Nuestra periodización era la tradicional pero nuestros capítulos, no tanto: estos se titulaban El proyecto metropolitano, Marginalidad y marginación, La Modernidad Moderada (que equivalía al Noucentisme), La vanguardia como disidencia, El exilio, La recuperación de la vanguardia como disidencia, Normativismo, Por una arquitectura realista, El trabajo sobre el significado y La autorreflexión, entre otros.
El coste fue de veinte millones de pesetas. El Ayuntamiento de Barcelona contribuyó con casi diezEl coste fue de veinte millones de pesetas. El Ayuntamiento de Barcelona contribuyó con casi diez
Isabel de Pedro, entonces esposa de Tous nos ayudó sobremanera con su entusiasmo y la exposición del Macba hubiera tenido que mencionarla, pues anteriormente la colección se llamaba Tous-De Pedro. Hoy en día pienso que aquella perspectiva fue un tanto mecanicista respecto al marxismo, porque nos hizo olvidar individualidades como las de Francesc Torres, Frederic Amat o Antoni Muntadas, pero constituyó, en pleno 1978, un intento teórico antiacadémico, un acto heroico y decididamente voluntarista. Entonces no existía el Institut Ramon Llull, que es quien, mejor o peor, acomete actualmente la tarea de difundir la cultura catalana en el exterior.
Por parte alemana nuestro interlocutor oficial fue Dieter Ruckhaberle, que se mostró inflexible, poco atento a nuestra concepción de la muestra y con quien tuvimos tal conflicto que, en pleno montaje, el arquitecto Gabriel Mora se encerró una noche en la exposición como protesta. A Ruckhaberle sólo le interesaba tener público con obras de Picasso, Miró o Julio González y su equipo nos pedía, entre las actividades colaterales, “flamenco y toros” o sea que poca cosa habían comprendido, pues aunque hoy en día existe un excelente flamenco catalán, entonces se asociaba básicamente a Andalucía. Y tuvimos muchísimos contratiempos. El periódico Tele/Exprés los recogía: Madrid boicoteó la exposición al negarnos los préstamos de todo lo que pedíamos, argumentando “dificultades técnicas”. La Fundación Dalí también se negó a prestar obras, aunque afortunadamente la prima del artista, Montserrat Dalí, nos prestó un lienzo y otros coleccionistas privados cedieron varias pinturas.
Pero las Semanas Catalanas tuvieron un gran eco y fueron lo que hoy llamaríamos interdisciplinares: en los actos, se mezcló perfectamente la cultura de vanguardia con la popular y la tradicional. Convivió la Suite Bufa de Joan Brossa con la sardana y los castellers; Els Comediants con el Grup Instrumental Català de música experimental. Estaba la Nova Cançó, el teatro y la literatura. Como no existían ni Ferran Adrià, ni Carme Ruscalleda, se ofrecía pan con tomate, fricandó, paella valenciana y pato con peras…
Boicoteamos la difusión del catálogo en nuestro país por estar lleno de erratas. Queda el testimonio de unas pocas personas —entre otras, Rafael Tous— de aquel gran esfuerzo.
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