Los hoteleros de Barcelona cargan contra la política del Ayuntamiento del “no a todo”
El gremio reconoce la incerteza de la reapertura de un 15% de los 420 establecimientos de la ciudad
Barcelona ha pasado de la cultura del “sí” a la del “no” y los hoteleros ven que ese cambio está perjudicando a la capital catalana. Jordi Clos, que vuelve a presidir el gremio de un sector que aporta el 14% del PIB de la ciudad, se ha mostrado muy crítico con el posicionamiento del Ayuntamiento de Barcelona, que se pronunció en contra de la ampliación del aeropuerto de El Prat, que también ha vetado el proyecto del Hermitage en la bocana del Puerto y que no dio la licencia para el hotel que la cadena internacional de lujo Four Seasons que quería levantar en el Paseo de Gràcia con Diagonal. No señaló directamente a la alcaldesa Ada Colau como responsable de ese devenir que, en su opinión, ha tenido la ciudad en los últimos años, pero sí precisó: “La alcaldesa puede tener sus criterios, pero no sé si lo que ella piensa coincide con lo que quieren muchos ciudadanos. Un hecho cierto es que si la ciudad se va empequeñeciendo, la gente se va”.
La ciudad está “fea” y “desordenada” —tanto que se asemeja al panorama de desaliño que “rodea las excavaciones arqueológicas” y que Clos conoce bien como egiptólogo que es— y ha perdido la imagen que tenía, según su punto de vista. Él achaca el deterioro a un cúmulo de situaciones: falta de limpieza en las calles, proliferación de calzadas pintadas con señalizaciones varias y el impacto de las vallas de hormigón de las nuevas terrazas que se han ampliado en las calzadas como consecuencia de la pandemia. “Y no es que lo digamos los hoteleros, es que lo dicen visitantes que este año han repetido en Barcelona y la han encontrado mucho peor”.
En una comparecencia para explicar cómo ha ido la segunda temporada de verano pandémica y las perspectivas de futuro del sector, Clos se ha mostrado muy crítico con algunas actitudes y decisiones. La más reciente, el rechazo de la alcaldesa y de la vicepresidenta y ministra de Trabajo y líder de Podemos, Yolanda Díaz, a la ampliación del aeropuerto: “Yo no sé si la ministra tiene una bola de cristal para decir que a la ciudad no le hace falta ampliar El Prat. Yo lo que digo es que en 2007, cuando se tenía 20 millones de viajeros, se programó la ampliación cuando en aquel momento no hacía falta. Sin embargo, desde entonces hemos llegado a los 50 millones. Y ahora se planteaba una segunda ampliación por la previsión futura de crecimiento”. Una ampliación, en su opinión, necesaria para atraer vuelos intercontinentales y un turismo de negocios y convenciones “que es el que más nos interesa”. El hotelero reclama que la ciudad tenga proyectos culturales potentes y que no los rechace y en ese sentido ha criticado el veto al Hermitage: “Era una clara apuesta por la ciudad” y se ha preguntado sobre qué ha pasado con proyectos que se han evaporado como la Isla de los Museos, que se planteó entre dos pabellones feriales de Montjuïc y el MNAC.
Cierre de hoteles
Con proyectos potentes, la marca de la ciudad sigue teniendo futuro, ha venido a resumir. Un futuro en el que se juega mucho el negocio hotelero, tocado seriamente por la crisis sanitaria. El gremio prevé que a finales de año habrán abierto el 85% de los establecimientos, unos 420 agremiados. Lo que no se atreven es a vaticinar cuántos de los que sigan sin actividad acabarán cerrando: “Hay un 15% de hoteles que es posible que esperen a abrir a 2023, hasta que se recupere la actividad y lleguen al nivel de rentabilidad que buscan, pero igual algunos de ellos no reabran”. Si eso es así, habrá trabajadores que ahora están en situación de ERTE —en estos momentos el 50% de los 37.000 empleados del sector— que podrían perder su puesto de trabajo: “Todo dependerá de si hay prolongación o no de esa medida”. Las pérdidas que ha acumulado el sector desde el inicio de la crisis son de unos 2.700 millones de euros.
En Barcelona están abiertos ahora el 60% de los hoteles, pero algunos con plantas cerradas porque la ocupación no es la que era. En junio, según las cifras que ha facilitado, la ocupación media fue del 30%, un 55% en julio y un 65% en agosto, con viajeros esencialmente del resto de España y franceses en su gran mayoría. Si la media de ocupación hotelera en esos meses en 2019 era de 60.000 personas por noche, este verano no ha pasado de 13.000 y con unas tarifas sensiblemente más bajas: entre un 40% y un 50% menos. De cara a la temporada de otoño con más actividad de turismo de negocios y ferias, las señales son buenas porque ya se están produciendo reservas. Las perspectivas son mejores con vistas a 2022: “Ya tenemos 300.000 reservas de participantes en eventos para más de 1.000 personas”.
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