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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Museos y futuro, en pandemia y tras ella

Las exposiciones estarán más tiempo abiertas y habrá una mayor revisión de las colecciones propias. A nivel internacional, muchas instalaciones van a cerrar y las que no lo hagan tendrán que cambiar

Ambiente en el Muelle Uno del puerto de Málaga con el museo Centre Pompidou de fondo.
Ambiente en el Muelle Uno del puerto de Málaga con el museo Centre Pompidou de fondo.Garcia-Santos (EL PAÍS)
Mercè Ibarz

Termina el segundo verano pandémico y así seguimos, con tantas cuestiones que escuecen en la vida diaria. Y en la vida del mundo, tras este agosto que ha visto cómo se suman refugiados hacia Europa por toda suerte de caminos, en un flujo cada vez mayor, desde Afganistán y otros lugares del mapa que de momento han quedado en segundo plano tras el golpe talibán. Hay tanto que atender que hablar de museos puede parecer un lujo, pero no lo es. Son un signo de los tiempos, de lo que se está perdiendo y no se sabe qué lo reemplazará. Una tercera parte de los museos del mundo van a desaparecer. ¿Un símbolo?

Cuando en mayo se celebró el Día Internacional de los Museos, su lema fue “Recuperar y reimaginar”, una invitación a “crear, imaginar y compartir nuevas prácticas de (co)creación de valor, nuevos modelos de negocio para las instituciones culturales y soluciones innovadoras para los retos sociales, económicos y medioambientales del presente”. Meses después, la impresión dominante es que la institución que mueve estas reuniones y convoca días internacionales, el ICOM (Consejo Internacional de Museos), está pensando sobre todo en “nuevos modelos de negocio” de manera muy particular. A ver qué futuro viene, pues en Europa los museos suelen ser públicos. No en Estados Unidos, donde la intervención y la titularidad privada son la norma. Con la pandemia, desde 2020 todo zozobra, lo público y lo privado.

Según Peter Keller, director del ICOM, un tercio de los museos, especialmente en Asia y África, ha perdido, pierde o perderá la tercera parte de ingresos y pueden desaparecer. Pérdidas en todas partes, ya que todos los grandes museos del mundo, clásicos y contemporáneos, viven del turismo cultural. Puede que la gran mayoría no cierren pero habrán de cambiar de manera irremediable, tendrán que hacerlo. Se calcula que, hasta la pandemia, entre el 70 y el 90% de visitantes extranjeros han proveído las arcas de los museos. Uno de los ejemplos más destacados desde el pasado noviembre, cuando la última reunión del ICOM, ha sido el del Louvre, que perdió diez millones de euros cada mes a causa del vacío de visitantes causado por la covid. Diez millones de euros al mes. Se dice pronto. Por su parte, el Metropolitan de Nueva York, otro museo de envergadura, calcula que va a perder, en dos años, unos 150 millones de dólares (126 millones de euros).

La alternativa será reducir las muestras, alejarse cada vez más de aquellas que viajan con enormes gastos
La alternativa será reducir las muestras, alejarse cada vez más de aquellas que viajan con enormes gastos

El mismo ICOM, una suerte de onegé fundada en 1946, agrupa cerca de 45.000 miembros en 138 países, lo que en sí mismo da cuenta de la relevancia de los museos en la economía cultural en grandes áreas del planeta. También, por la extensión en los últimos años de las franquicias museísticas, ya sea en Abu Dhabi y su sucursal del Louvre o el Pompidou mucho más cerca, en Málaga. Por no hablar de las sucursales del Hermitage aquí y allá (a ver cómo termina el asunto de la sucursal de Barcelona), que no están saliendo muy bien y no por culpa de la pandemia. En realidad, la pandemia llueve sobre mojado en este asunto de los museos, muy frágiles los nuestros. Es así en tantos otros aspectos de la vida económica, social y cultural, también política, pero está claro que para los museos es uno de sus peores momentos.

¿Qué alternativas se pueden plantear? Los grandes museos de Estado, ya sea el Louvre o el Reina Sofía, por más pérdidas que tengan y más amputados vean sus presupuestos (en un 40% el Reina), seguirán a trancas y barrancas, como sea. La alternativa será reducir las exposiciones, alejarse cada vez más de las expos monumentales que viajan de aquí para allá con enormes gastos de producción y de seguros, y centrarse más en los artistas locales y en sus propias colecciones. En nuestro contexto, estas alternativas son una buena noticia. Nuestros museos suelen desatender el arte del lugar, ya sea el histórico o el de ahora mismo, y sus colecciones están por revisar y volver a mostrar de otra forma. Ojalá la pandemia causara solo eso, la verdad.

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Por más pérdidas que tengan los grandes, como el Louvre o el Reina Sofía, seguirán a trancas y barrancas, como sea
Por más pérdidas que tengan los grandes, como el Louvre o el Reina Sofía, seguirán a trancas y barrancas, como sea

Las exposiciones estarán más tiempo en agenda. En los museos barceloneses la muestra de Gaudí en el MNAC abrirá en noviembre y cerrará en marzo del año que viene. El Picasso prorroga hasta el 9 de enero la expo de las joyas del maestro, y el Macba abrirá este otoño dos muestras que durarán hasta febrero-mayo próximos. La pandemia no se ha cargado la gran exposición del surrealista Magritte ni la del binomio cine y moda que se verán en CaixaForum durante meses. Los tiempos son duros, los museos habrán de espabilarse más y será bueno que sus responsables políticos y económicos los tengan en mente.


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