El precio de jugar en el Barcelona
Las nueve secciones no profesionales del club, que agrupan a 1.500 deportistas, conjugan el éxito social y deportivo con un presupuesto de solo 2,2 millones
El equipo de hockey hielo del FC Barcelona ha ganado la Liga, doce años después del último título, y ha sido finalista de la Copa, conquistada con un gol de oro en la prórroga por el Jaca. “Ganar un trofeo tan importante con el Barça es lo mejor que me ha pasado en la vida”, afirma Sho Sarusawa, jugador japonés de 30 años que llegó a Barcelona hace dos temporadas sin saber una palabra de castellano ni de inglés. “Me vine con mi mujer por trabajo, busqué si había algún equipo de hockey hielo en la ciudad y cuando me enteré de que el Barça tenía uno y podía vestir su camiseta sentí una ilusión tremenda”, explica Sarusawa, natural de Osaka. “Mis amigos están convencidos de que conozco a Messi”.
Al mismo equipo entrenado por Danilo Didkovsky, nacido en Kiev, y Einar Meyerson, de Barcelona, llegó hace cuatro años el canadiense de 20 años Justin Font. Viajó con sus padres, que disfrutaban de un año sabático, y ya no regresó a su país, sino que se quedó estudiando en Barcelona: “Parte de mi familia está ahora aquí en el hockey hielo del Barça”. El capitán es Oriol Rubio, jugador azulgrana desde los 6 años, toda una vida en el Barça y en una de las nueve secciones no profesionales: atletismo, hockey hierba, rugby, voleibol masculino, hockey hielo, patinaje artístico, voleibol femenino, baloncesto en silla de ruedas y baloncesto femenino -las tres últimas vinculadas-, sello de distinción del Barça.
La función social y de integración de los equipos considerados amateurs refuerzan la carta de naturaleza y el carácter polideportivo del FC Barcelona. La práctica de cualquier disciplina es un polo de atracción para jugadores de todo el mundo, algunos estudiantes, otros trabajadores en busca de empleo y también turistas que recalar después de disfrutar del clima y de la ciudad de Barcelona. El mejor reclamo acaba por ser a menudo el escudo del Barça.
Azulgrana e internacional
El mejor ejemplo es el del argentino Bautista Güemes, capitán del Barça de rugby y organizador del ataque de la selección española: “Vine a Barcelona cuando mi mujer estaba embarazada, pensando en el futuro; es un reconocimiento muy lindo jugar con el XV del León; es un honor poder representar al país” reconoce Güemes.
También han salido campeonas de Liga el Barça de atletismo femenino, por primera vez en su historia, y el CVB Barcelona, entrenado por Lucía Bregar y que recupera la máxima categoría después de ganar la Superliga Femenina 2. “El objetivo de la junta es devolver la alegría a la entidad y vosotras habéis colaborado con este título ganado al Voley Madrid en Madrid”, afirmó el presidente Joan Laporta, en un acto de reconocimiento al equipo que repitió con el del hockey hielo, cosa que no sucedía con los anteriores mandatarios del Barça.
“El voleibol femenino se practica por amor al arte; son muy pocas las que se dedican y viven del deporte”, explica la capitana Anna Grima. “Es una situación injusta, pero a la vez gratificante porque a las que lo practicamos nos encanta y nos permite juntarnos con gente con la misma pasión; nos retroalimentamos”
Alejadas de los focos y de los sueldos, las plantillas que forman parte de las secciones no profesionales comparten varias características: la mayoría de sus integrantes trabajan o estudian; entrenan tres días a la semana en función del horario laboral - a veces los ensayos acaban a las 23.00 horas-, compiten con clubes que disponen de un presupuesto mucho mayor; cuentan con estructuras poco profesionalizada; acogen a un número importante de extranjeros que aportan talento y calidad a cambio de ayuda y oportunidades laborales en Barcelona.
“Necesitamos una instalación digna para poder representar al Barça de forma digna”, asegura Paco Peña, responsable de la sección de rugby. “Es vergonzoso”, afirma el jugador Bruno Granell. “Hemos llegado al extremo de que media hora antes de un entrenamiento nos han echado del campo o nos han apagado la luz”. Únicamente las secciones de hockey hielo y patinaje artístico disponen de una instalación propia después de que no cuajara el proyecto de dar cabida a los equipos en un terreno a la entrada de la Diagonal que el club pretendía comprar a la Universidad de Barcelona. La operación podría activarse con el regreso de Gabi Caro como director de las secciones amateurs como pasó en 2004,
La última memoria sitúa el coste de las nueve disciplinas, que agrupan a más de 1.500 deportistas, en 2,2 millones, un presupuesto tan escaso que obliga a una gestión austera y autónoma: la mayoría de las secciones se han convertido en familias independientes que optimizan los recursos para competir en un ambiente cada vez más profesional. “Es una cuestión de dinero, pero dinero para dar mejores servicios a las jugadoras”, explica Adrián Fiorenza, director técnico de la sección femenina de voleibol. “Tenemos la suerte de contar con los mejores servicios médicos del mundo, pero necesitamos que las jugadoras puedan descansar mejor, viajar mejor y prepararse mejor; no queremos el dinero para superestrellas”, asevera Fiorenza.
La fuerza del escudo
Aunque se han sentido solos, no renuncian a la zamarra azulgrana, como dice Pedro Cané, un rosarino del equipo de rugby: “Las condiciones podrían ser mejores en otros sitios, pero cuando entro al campo pienso: ¡loco! ¡Que lindo es llevar este escudo!”.
“Juego al deporte que me gusta, me dan todas las facilidades que el club me puede dar y encima juego con el Barça, ¿qué más puedo pedir? No juego por dinero sino porque soy culer y defiendo esta camiseta por amor al club”, remacha Oriol Rubio, capitán del equipo campeón de Liga de hockey hielo. “A la gente que dice que no somos necesarios les diría que no conocen el club, que existimos porque formamos parte de la historia del Barça, que la presencia del FC Barcelona ayuda a muchos deportes y que defendemos la camiseta como los profesionales con exigencia y responsabilidad”.
La próxima temporada el equipo de Danilo Didkovsky jugará la Continental Cup, la segunda división europea; el voleibol de Lucía Bregar volverá a la primera División; y el de rugby competirá por la Copa y la Liga. “Te dejas muchas horas y te llevas decepciones, pero luego ves como poco a poco van cambiando y subiendo las generaciones y se consiguen las cosas; poder jugar en Europa es un regalo para los chavales”, explica el técnico de Ucrania.
“Siempre me verás en chándal porque me preocupan las cosas que pasan en la pista; si ganas es impulso, si pierdes una motivación”, señala Fiorenza. Y añade Graell: “Se sacrifican muchas cosas pero vale la pena; hay días que te lo planteas por la familia, la pareja, el trabajo… Pero luego ves que vistes la camiseta del Barça, lo que te permite competir en la élite, haciendo que podamos decir que somos més que un club y acabas diciendo: vale la pena”.
A pesar de que hay una frontera clara con las secciones no profesionales, el problema llega cuando las amateurs ganan, se vuelven más costosas, mediáticas y reivindicativas, sin dejar de ser las más sociales; el precio de jugar en el Barça es difícil de calibrar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.