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Oriol Amat, rector de la UPF: “El profesor que solo recita tiene poco valor añadido”

El catedrático advierte de que “los alumnos ya no toman notas y hay que cambiar el modelo”

Josep Catà Figuls
El rector de la UPF, Oriol Amat, ante el mural de Antoni Tàpies en el Campus Ciutadella de la universidad
El rector de la UPF, Oriol Amat, ante el mural de Antoni Tàpies en el Campus Ciutadella de la universidadAlbert Garcia (EL PAÍS)

Considerada una de las mejores universidades de España y muy bien posicionada en los rankings europeo y mundial, la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona (UPF) también quiere liderar una revolución en la enseñanza universitaria. Oriol Amat (Barcelona, 1957), catedrático de Economía Financiera y Contabilidad en la UPF, ha sido elegido como su rector en las elecciones del pasado 5 de mayo, a las que se presentó como candidato único y en las que relevó en el puesto a Jaume Casals. Amat quiere impulsar un modelo con menos clases magistrales, profesores más dedicados a acompañar a los estudiantes y una evaluación más competencial y no tan curricular. También dará algunas clases para impulsar el nuevo modelo educativo.

Pregunta. ¿Qué UPF se encuentra y cuáles son los primeros cambios que quiere hacer?

Respuesta. Las bases de la UPF no han cambiado, y son la apuesta por la excelencia, la internacionalización, un modelo educativo propio y un profesorado internacional. La universidad está en muy buen momento, como se ve en los ránkings. Al mismo tiempo, hay temas que hay que mejorar, sobre todo, las precariedades que afectan al profesorado, al personal de gestión y a estudiantes. La financiación es muy reducida: lo que reciben por estudiante las universidades del mundo con las que competimos es entre dos y cinco veces más. Tenemos que influir a las administraciones públicas para que mejoren la financiación. Seguramente, por el covid, muchos políticos se están dando cuenta de que hay que apostar por la investigación. También tiene que mejorar la regulación, que impide contratar a alguien hasta que no se jubile otra persona, o que impide aumentar la masa salarial.

P. ¿Y en lo educativo?

R. Los estudiantes han cambiado sus intereses y cómo aprenden, y las universidades nos hemos quedado atrás. La UPF lo identificó hace tiempo y se puso a trabajar en un nuevo modelo docente que llamamos Edvolució, y que se implantará este 1 de septiembre. Pondremos mucho valor añadido a la interacción entre el profesor y los alumnos. Ahora un estudiante no va a tomar nota del profesor que recita, porque ya puede tener este conocimiento por muchos medios. El modelo que haremos será la formación inversa: el profesor prepara materiales y preguntas sobre ellos, el alumno los lee y responde, y en la clase el profesor ya no va a recitar, porque tiene poco valor añadido, sino que lo que hace es analizar lo que se ha estudiado y plantear preguntas que fomentan el espíritu crítico. Los alumnos quieren ser actores de la enseñanza.

P. ¿Este modelo deja atrás la clase magistral?

R. Seguirá existiendo. Hay quien cree que con este modelo se despedirá a profesores, pero es al contrario, tendremos que contratar a más. Por eso la implantación será gradual. Lo que cambia es el valor añadido en la relación entre alumno y profesor. Aquí tenemos estudiantes muy buenos y con ganas de estudiar, pero tienes que plantearles temas interesantes. Todo el mundo está haciendo esto. Si vamos al MIT, a la Tecnológica de Monterrey, a Cambridge o Oxford, es lo que están haciendo. Quien no lo haga, se encontrará con que cada vez menos alumnos irán a las aulas y tendrán menos valor añadido.

P. ¿Considera que la UPF es una universidad de élite? ¿Este modelo se puede aplicar en las otras universidades catalanas?

R. Yo creo que no: los profesores cobran los mismos salarios públicos que en las otras, el personal de gestión también, los estudiantes pagan lo mismo. Puede haber pasado que, cuando nació la UPF, la financiación fuese algo más elevada, pero esto se ha ido diluyendo. Si lo miramos por estudiante graduado y no por año, nuestra gestión de los recursos es muy eficiente.

P. ¿Vamos hacia un modelo de competencias?

R. La personalización de la enseñanza. El estudiante tendrá un pasaporte, que será un expediente de notas pero también le pondremos todo aquello que hace durante los años en los que está en la universidad: cursos, actividades, especializaciones, teatro… Una serie de competencias que contarán como créditos, lógicamente con un máximo. Y también habrá competencias relacionadas con formar buenos ciudadanos y buenas personas.

P. ¿Están preocupados por el nivel con el que llegan los estudiantes a la universidad?

R. No, la frase de que los jóvenes pasan de todo ya estaba escrita en una vasija de la antigua Babilonia. Puede haber estudios más técnicos en los que se necesite un refuerzo, pero los estudiantes vienen con habilidades diferentes que hace unos años; por ejemplo, llegan con un inglés muy bueno, una muy buena capacidad para encontrar información y una sensibilidad muy alta para temas como el bienestar planetario.

P. ¿Cómo impulsarán más la investigación? ¿De dónde se sacará más financiación?

R. Ha sido un gran pilar para esta universidad, pero el trabajo no termina cuando se publica el artículo, hay que buscar mecanismos para hacerlo llegar a la sociedad. Parte de la financiación tiene que venir de la sociedad, como por ejemplo la cátedra que hemos creado con el consorcio de la Zona Franca o con Triodos Bank. También hay que buscar más colaboración público-privada.

P. ¿Qué le piden al próximo Govern?

R. A las administraciones, de la mano de todo el sistema universitario, les pediremos más dinero, y queremos que una parte del reparto tengan en cuenta los resultados que se obtienen, no solo el número de alumnos. Les pediremos autonomía para gestionar. Y una consejería de Universidades; mucho de lo que tenemos en la investigación viene de los años en que [Andreu] Mas-Colell estaba solo con esta prioridad.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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