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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Xenofobia y nacionalismos

Algunos de los que se rasgan las vestiduras por la irrupción de Vox han tonteado con el populismo racista. El discurso de Abascal se había oído no solo en el PP sino también en la derecha catalana

Lema de campaña del alcalde de Badalona, Xavier Albiol, en 2015
Lema de campaña del alcalde de Badalona, Xavier Albiol, en 2015EL PAÍS
Francesc Valls

Vox no propone nada que yo no haya visto antes dentro del PP”, sentenció en enero de 2019 Isabel Díaz Ayuso, entonces candidata popular a la Comunidad de Madrid. El partido de Santiago Abascal —él mismo, ex PP— no solo ha verbalizado lo que otros susurraban sino que ha pasado a los hechos. La fiscalía pidió recientemente dos años y dos meses de cárcel para Jordi de la Fuente, dirigente de Vox en Barcelona y miembro del círculo más cercano al candidato del partido a la Generalitat, Ignacio Garriga, por su participación en un ataque en julio de 2019 a un centro de menores migrantes en El Masnou.

Vox se ha convertido en el partido hegemónico de la residual derecha española en Cataluña. De sus 11 diputados, dos proceden del PP, dos de la xenófoba Plataforma per Catalunya, uno del PSC y otro de Democracia Nacional, grupo este último que lideró el acoso y hostigamiento semanal a los ciudadanos vinculados que defendían la puesta en marcha de un oratorio musulmán en la calle Japón de Nou Barris. Por ello se sentarán en el banquillo un total de 15 personas para quienes el ministerio público pide desde diez años de cárcel hasta multas de diversa cuantía.

El factor novedoso de estas protestas xenófobas es el grado de agresividad con que se expresan quienes se sienten amparados las urnas y que ha sabido explotar la inquietud de sectores sociales potencialmente trumpistas.

Algunos de los que se rasgan las vestiduras por la irrupción de Vox en el Parlament han tonteado cuando menos con el populismo xenófobo. Lo que ahora dice con desparpajo el partido de Santiago Abascal se había oído no solo en el PP sino también en la derecha catalana. Marta Ferrusola, por ejemplo, advirtió en 2001 contra “el alud de inmigración” y animó a evitar que los minaretes acabasen por sustituir ostentosos campanarios o franciscanas espadañas. Ferrusola insistió en que “las ayudas solo sirven para los inmigrantes que acaban de llegar, gente que no sabe lo que es Cataluña, solo sabe decir ‘dame de comer”. “Mi marido está cansado de dar viviendas sociales a gente así”, agregó la primera dama. Jordi Pujol afirmó después que lo expresado por su esposa en un lenguaje “muy franco y muy directo” es lo que pensaba “la gran mayoría de ciudadanos”. Ahora la escuela Ferrusola cuenta con notables epígonos.

En los orígenes, la xenófoba Plataforma per Catalunya nació en Vic, donde hay mataderos en los que los inmigrantes trabajan en condiciones rayanas en el esclavismo, como puso de relieve hace unos años el conflicto de Esfosa. Bajo el aspecto de mantener la legalidad, ayuntamientos nacionalistas como el de la capital de Osona —arrastrados por el populismo de Plataforma per Catalunya— fueron pioneros a la hora de negarse a empadronar a los inmigrantes que no tuvieran los papeles en regla, una medida que atentaba incluso contra la polémica ley de Extranjería (quedaba inaplicable el criterio de arraigo), la ley de Bases de Régimen Local y los acuerdos tomados por la Federación y la Asociación de Municipios de Cataluña. La decisión quería evitar el acceso a la sanidad, la educación y a los servicios sociales de los recién llegados.

Una doctrina muy similar a la del popular Xavier García Albiol. El alcalde de Badalona veía inadmisible el pasado mes de diciembre que el 56% de los inmigrantes afectados por el incendio de la nave industrial de El Gorg no hiciera uso de los albergues que las administraciones habían puesto a su disposición. No se cansó de repetir como un mantra que los extranjeros que no tienen su situación legalizada son desagradecidos y tiran el dinero público que tanto necesitamos “los de casa”. En realidad, los inmigrantes en situación irregular de la nave del barrio de El Gorg temían que una redada policial en el albergue municipal los llevara de vuelta a sus países de origen, como había sucedido unas semanas antes con una experiencia similar en Terrassa.

Nada pues de lo que dice Vox es nuevo. Se ha oído en muchas partes. Historia de los heterodoxos españoles, de Marcelino Menéndez y Pelayo, y La tradició catalana, del obispo Torras i Bages, difieren en algunas cosas pero comparten una sintonía de fondo con patrias diferentes. Como decía Isabel Díaz Ayuso, con la irrupción de Vox hay pocas novedades. Pero aumenta la agresividad y el descaro.


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