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La burbuja de TV3

Sectores del independentismo envidian las estrategias comunicativas del populismo trumpista

Tomàs Delclós
Quim Torra, cuando era presidente de la Generalitat, entrevistado en TV3 por Vicent Sanchis.
Quim Torra, cuando era presidente de la Generalitat, entrevistado en TV3 por Vicent Sanchis.

TV3 emplea un feliz lema promocional: La teva. Pero los dueños son otros y ejercen sin titubeos los supuestos títulos de propiedad sobre la Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals (CCMA). Además, las desavenencias de los patrones, la coalición gobernante, se trasladan a TV3. Una muestra excéntrica de ello es la del responsable de la oficina del expresidente Puigdemont, Josep Lluís Alay. Para Alay, el gran perdedor de las elecciones norteamericanas es la credibilidad de TV3, por su vergonzoso partidismo. Un ataque a un bastión de prestigio de TV3: las corresponsalías. Pero no es la única muestra de embeleso con el populismo trumpista. Josep Costa (Junts) ha envidiado sus estrategias comunicativas. ¿Un señalamiento de ruta?

La presión del entorno gubernamental sobre TV3 quedó en evidencia en unos pinchazos telefónicos que trascendieron en noviembre de 2020. Ahí se puede escuchar a uno de los socios de Mediapro pidiendo que David Madí —antigua mano derecha de Artur Mas— interceda para que TV3 compre a la productora ocho documentales. El precio: 800.000 euros. El director de TV3 dijo que no había dinero. Sin embargo, alguien tuvo éxito en las gestiones. Se compraron las ocho piezas. El precio: 440.000 euros. ¿No se confía en la plantilla de TV3?

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El sistemático halago de TV3 a las tesis independentistas ha producido la fundada queja de la oposición. Ya en marzo de 2017, cuando un amistoso cambalache entre Convergència y Esquerra permitió el nombramiento de Vicent Sanchis como director de TV3, el comunicado de bienvenida de los trabajadores manifestaba que no era una buena señal para la independencia profesional. Pero el Consell de l’Audiovisual (CAC) nunca ha formulado reproches severos a TV3 y sus consejeros sobreviven con mandatos caducados. En 2019 se aprobó una ley que volvía a exigir una mayoría parlamentaria de dos tercios para elegir los consejeros y vigorizar la democracia interna en el CAC y en la CCMA. La ley no se ha activado.

La excepción en el CAC fue el periodista Salvador Alsius, que renunció pocos meses antes de que terminaran sus seis años, no renovables, en el cargo. Alsius, uno de los fundadores de los informativos de TV3, es autor de un libro sobre los códigos éticos del periodismo televisivo y tiene en prensa un título con sus memorias sobre los inicios de TV3. Alsius cita la distinción entre pluralismo interno y externo. “TV3 se ve en cierto modo empujada a compensar la falta flagrante de pluralismo externo, pero no sólo en el aspecto político. También en el lingüístico y el cultural. Para mí la falta de pluralismo externo es infinitamente más indignante que la posible falta de pluralismo de un medio concreto. ¿Esto justificaría plenamente que TV3 no fuera plural por ella misma? Por supuesto que no. Pero luego también están los incontables prejuicios sobre este medio, que viví ya desde el principio los años 80”. En la evaluación del pluralismo en TV3, afirma Alsius, se debe hacer una distinción entre los espacios estrictamente informativos y el resto. “En los telediarios yo no aprecio partidismo y esto se refleja así en todo tipo de estudios. A no ser, claro, que se vean desde un marco mental español y no catalán. Sobre otros programas, se hace difícil negar el sesgo procesista”.

TV3 cerró 2020 como líder en Cataluña por onceavo año consecutivo. Un liderazgo sostenido por la audiencia soberanista. El seguimiento de los informativos por parte de votantes de los partidos en la oposición ha bajado en seis años del 24% al 13,5%.

“Un medio privado puede seleccionar a quien se dirige. A menudo se hace por afinidad ideológica. Un medio público no puede hacerlo. Ha de dirigirse al conjunto de la sociedad y TV3 no lo hace. Crea un universo simbólico, incluso emocional, que conecta con una parte de la población. Con este segmento fidelizado gana el cómputo de audiencias, pero no hace la función de medio público” reflexiona Josep Carles Rius, autor del libro Periodismo en reconstrucción y presidente de la fundación Periodisme Plural. Y las consecuencias del abandono de esta función son graves. “TV3 segrega a una parte importante de la población catalana y con ello incumple un principio fundacional y perjudica la defensa de la lengua catalana”, prosigue Rius. “Dejar a oscuras una parte de la realidad catalana es manipulación. En un momento en que el ecosistema mediático se desmigaja y cada uno busca su burbuja informativa, la obligación de los medios públicos es romper estas burbujas. Si no se hace…vamos a un desastre de convivencia”.


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