Fallece a los 91 años el compositor Josep Maria Mestres Quadreny
Considerado un sabio del patrimonio musical catalán, fue presidente de la Fundación Joan Brossa
Poco después del mediodía de este lunes la Fundació Joan Brossa ha emitido un escueto comunicado en el que anunciaba el fallecimiento a los 91 años del que fuera su presidente, el compositor Josep Maria Mestres Quadreny. Pocas palabras pero llenas de significado: “Decimos adiós a la música visual, a los ojos llenos de luz de un sabio del patrimonio musical catalán”. Suficientes para describir a una de las personalidades más abiertas, inquietas y estéticamente arriesgadas de toda la producción peninsular del siglo XX que nos ha dejado tras no poder superar las complicaciones de una intervención quirúrgica.
Con la desaparición de Josep María Mestres Quadreny prácticamente se cierra una de las épocas más importantes estética y conceptualmente y productivas de la música catalana. Una época de libertad en la que confluían la gran eclosión de la electrónica musical, la llegada de los primeros ordenadores, la utilización de instrumentos y objetos sonoros totalmente ajenos a la estética todavía imperante y, sobre todo, la interrelación entre las diversas disciplinas artísticas ya fueran plásticas o literarias. Mestres, fundador en 1973 del adelantado a su época Laboratorio Phonos, destacó en todas y cada una de esas libertades creando un corpus de más de trescientas obras, de la tradición instrumental a lo puramente electroacústico, e infinidad de acciones musicales (ahora ya las llamaríamos performances) con compañeros de tanto empaque como los integrantes de Dau al Set, Joan Brossa (juntos crearon desde suites bufas hasta una ópera), Joan Miró, Antoni Tàpies o Carles Santos (con el que fundó el recordado Grup Instrumental Català). También escribió dos bandas sonoras para Pere Portabella (No compteu amdb els dits y Nocturno 29) y en diversas partituras incluyó la participación espontánea del público tocando instrumentos aunque no supiera tocarlos, algo totalmente inusual para su época.
Josep Maria Mestres Quadreny había nacido en Manresa el 4 de marzo de 1929 y cursó estudios de químicas en la Universidad de Barcelona antes de tomar la decisión de dedicarse exclusivamente a la música a finales de la década de 1940. Animado por las enseñanzas del nunca bien ponderado Cristòfor Taltabull (mentor también de otros grandes compositores como Josep Soler, Joan Guinjoan, Carles Santos o Xavier Benguerel) Mestres se abrió rápidamente a las nuevas tendencias que llegaban del centro de Europa aunque él siempre confesó estar más influido musicalmente por Tàpies o Miró que por compositores como Xenakis. Ya en ese momento y en el seno de Dau al Set iniciaría su productiva amistad con Joan Brossa.
Los ocho minutos de su Pieza para sierra mecánica de 1965 fueron el primer ejemplo de música totalmente electrónica creado en nuestro país y cuatro años después su composición Ibèmia para orquesta de cámara fue la primera partitura creada por ordenador siguiendo conceptos estrictamente matemáticos. Mestres se mantuvo activo hasta finales del pasado siglo, escribiendo también diversos tratados de musicología y una biografía sobre su admirado Robert Gerhard que se publicó en 2011. Sus últimas composiciones se publicaron en el año 2000 mostrando el abanico estético en el que todavía se movía el compositor manresano incluyendo una pieza para cuatro flautas, otra para piano a cuatro manos, un dúo para guitarra y acordeón, música para varios percusionistas y cinco poemas para rapsoda y flauta. Ese año se le concedió el Premio Nacional de Música de la Generalitat catalana.
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