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La ‘rave’ en pandemia que parecía el Sónar

El joven de 22 años acusado de montar la fiesta de Llinars fue detenido en 2018 en Italia por un motivo similar

Los Mossos, tras el desalojo de la rave en Llinars del Vallès (Barcelona) que duró 40 horas.
Los Mossos, tras el desalojo de la rave en Llinars del Vallès (Barcelona) que duró 40 horas.Martí Segura Ramoneda (Europa Press)
Rebeca Carranco

”Estamos hartos”, dicen un par de jóvenes, que salen en coche de una masía okupada, relativamente cerca de Llinars del Vallès (Barcelona), donde se celebró una rave con 400 asistentes en fin de año. Algunos de los que fueron expulsados pasaron por la casa, que lleva ocho años okupada, porque conocían a los anfitriones. “Pero no ha sido okupada por gente de la rave”, repiten. A lo lejos se ven algunos camiones aparcados, similares a los de la fiesta que duró 40 horas y provocó indignación social, críticas por la intervención tardía de los Mossos y una crisis más entre los socios del Gobierno catalán.

Esa es la única huella de la rave, que se siguió casi en directo el 1 y el 2 de enero, y se saldó con la detención de dos personas, acusadas de ser los organizadores: Laura V., de 29 años y origen holandés, y el español Joan F., de 22. A los dos se les relaciona con los equipos que permitieron mantener la fiesta techno en plena pandemia. Sin antecedentes en España, el joven tarraconense ya fue detenido en 2018 en Italia acusado de organizar raves y de tenencia de drogas, y fue condenado a cinco meses de prisión, según medios informativos italianos. Las crónicas del momento explican que el joven viajaba con dos catalanas más en una furgoneta. Se les acusó de gestionar las raves a través de internet y de aprovechar para vender droga.

Una forma de gestar la ”free party” similar a la que se dio en Llinars, aunque todos los conoceros de los ambientes raveros apuntan a los franceses como los líderes de la fiesta. “Esos sound system móviles, con furgonetas, camiones, autobuses, caravanas... son franceses”, explican personas que han participado en este tipo de movimientos. Son memorables las raves organizadas por franceses por la zona de Tarragona, algunas muy sonadas como la celebrada en 2003 en el antiguo campamento militar de Castillejos, con 3.000 asistentes. De las 215 personas identificadas por los Mossos en Llinars, 100 eran españoles; 35, franceses; 10, italianos y 3, andorranos, entre otros.

“La mayoría son personas nómadas, que viven en sus furgonetas, y tienen medios propios”, explican fuentes policiales sobre el perfil de los participantes en Llinars. Y aseguran que hace dos años se celebró algo similar en el municipio por la verbena de Sant Joan. No hay duda de que será complicado, si no imposible, cobrar buena parte de las multas. Y la causa contra los detenidos, que están en libertad con cargos con la obligación de presentarse periódicamente ante el juez, se investiga por los delitos de desobediencia y resistencia. A otros cuatro investigados se les citará más adelante.

“Un par de semanas antes había escuchado que se organizaba algo grande en Alcover (Tarragona)”, explican fuentes conocedoras del entorno de las raves, sin atreverse a aventurar que de Alcover se trasladó a Llinars. “Se movió por Facebook, por grupos de Telegram y alguna cosa por Instagram”, asegura Òscar Nin, historiador del arte, y crítico musical, conocedor de este tipo de fiestas techno. Aunque los Mossos hablaron de que se podían haber convocado por tarjetas o folletos, él lo niega: “La gente ya no se mueve con papel”. Y asegura que se financian con la venta de drogas, sobre todo ketamina y MDMA (éxtasis).

Nin, muy crítico con la celebración en plena pandemia, que atribuye a pijos crusties con cierto trasfondo negacionista, señala que el sound system que llevaban “es superior a una de las salas pequeñas del Razzmatazz. Una discoteca mediana de provincias no tiene esos equipos”. Y critica el “fallo garrafal” de los Mossos: “No tardas 10 minutos en montar un sound system que parecía el festival Sónar”.

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Sobre la firma

Rebeca Carranco
Reportera especializada en temas de seguridad y sucesos. Ha trabajado en las redacciones de Madrid, Málaga y Girona, y actualmente desempeña su trabajo en Barcelona. Como colaboradora, ha contado con secciones en la SER, TV3 y en Catalunya Ràdio. Ha sido premiada por la Asociación de Dones Periodistes por su tratamiento de la violencia machista.

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