El incendio que alumbró a una activista de Sant Roc
La plataforma Sant Roc-Som Badalona denuncia el mal estado de la red y el problema de la sobrecarga
Bahija Ez Zyyany, de 33 años, mira la fachada del bloque de la calle de Marquès de Montroig, en Sant Roc (Badalona) y señala su piso, el 3º 2ª, donde vivió. Ya no le saltan las lágrimas. La psicóloga le recomendó durante meses que no pasara por allí. “Pero ahora ya está. No pasa nada”, dice sobre el trauma (superado) que le provocó el pavoroso incendio de la víspera de Reyes de 2019. Las llamas, originadas en el 1º 2ª, causaron la muerte a tres vecinos y heridas a otros cinco. La vida le cambió ese día a Bahija: vive ahora en Montigalà y es activista de la plataforma Sant Roc-Som Badalona.
El incendio de su finca fue un 5 de enero. Y el de la nave recién calcinada de El Gorg, que se cobró la vida de cinco personas, el 10 de diciembre. “Esa noche no pude dormir. La pasé mirando Twitter”, dice de camino a la acampada de los afectados seis días después del siniestro. Todo le resulta familiar. El panorama se repite en invierno, cuando la gente se calienta como puede. Un retrato de la pobreza energética: los pisos tienen paredes de papel y se enchufan a todas las placas del mundo para resistir el frío. Y algunos pinchan la red, como sospecharon los mossos que pasó en su bloque.
La sobrecarga es tan alta en Sant Roc que las eléctricas, cuenta Enric Marin, de la plataforma, cortan la luz de forma indiscriminada para compensar. La calle Alfons XII —y de forma puntual la calle Córdoba— sufrió a primeros de diciembre 11 días seguidos de cortes. Endesa envió operarios y pareció solucionarse pero los cortes se han repetido en Navidad y hasta ayer mismo, como denunció desesperado un vecino. La UGT ha denunciado el riesgo de incendio con los cortes. La plataforma, que cuenta con el apoyo de Dolors Sabater, exalcaldesa y candidata de la CUP, se concentró hace días ante Endesa exigiendo mejoras en la red y la instalación de contadores sociales con el pago de una cuota fija. Carles Sagués, portavoz de la plataforma, cuenta que en octubre pidieron al Consell Municipal de l’Habitatge una comisión para la pobreza energética. “Aún esperamos”, dice. Cada invierno, asegura, se declaran tres o cuatro incendios en el que intervienen los bomberos.
El piso de Bahija Ez Zyyany sufrió daños tras el fuego de la víspera de Reyes
Casada con Yassine y madre de tres niñas y un niño, de 11 a 4 años, Bahija, de Larache (Marruecos) llegó a Cataluña con tres años. Es trabajadora de la limpieza de un hotel de Barcelona y está en ERTE. Tiene tiempo libre y desde que estalló la covid-19 participa al “100%” en la plataforma. “¿Ves a ese hombre de ahí? ¡Es un héroi!”, decía sonriendo Bahija en octubre señalando a su marido. Yassine charlaba entonces con vecinos del bloque del Passatge de la Torre, que fue derruido y que acamparon ante El Viver después de que el alcalde Xavier García Albiol dejara de pagar su alojamiento. De acampada en acampada y de desahucio en desahucio, Bahija ha sufrido y visto de cerca la pobreza habitacional y energética.
Los cortes de luz son constantes en Sant Roc por la sobrecarga
El día del incendio estaba trabajando, feliz porque esa noche iría con los niños a buscar caramelos a la cabalgata. Su padre la llamó diciendo que estaba en el piso con Dania e Ismael, los niños pequeños, y que había fuego. Y se cortó. Ella telefoneó a su marido, que iba a llevar a Nora y Laila, las niñas mayores, a clase de árabe, pero tampoco le respondió. Nerviosa, salió pitando hacia su casa y llorando, en el metro, pasó 20 minutos eternos. Su marido, mientras, había avisado a los vecinos del primero y sin esperar a los bomberos se encaramó a una escalera de unas obras cercanas que solo llegaban al segundo. Así rescató a sus hijos, a su suegro y al vecino del cuarto y a su hijo. Las niñas lo vieron todo: las llamas y cómo algunos descendían a través de los cables. Y cómo la señora del quinto cayó al vacío. Sobrevivió. Cuando llegó Bahija, su familia ya estaba a salvo.
“Mamá, que tú no estabas”, revela que aún le espeta Nora. No pueden hablar en casa del incendio. No lo vio, pero le atormentó lo que pudo haber pasado y estuvo de baja. Aún describe el recorrido de las llamas: “Del 1º2ª, al 5º1ª, al 6º2ª y al 8º”. En el octavo murieron dos vecinos paquistaníes y en el noveno la tercera víctima. El piso de Bahija quedó ennegrecido e inservible y la familia fue realojada en otro de Santa Coloma de Gramenet hasta que tuvieron que dejarlo porque lo había reservado el Mobile. La Generalitat les instaló en otro en Montigalà. Hace más de un año, lograron a través de la plataforma la dación en pago. “Lo compramos el 28 de abril de 2007”, cuenta. “Fue mi desgracia”. La hipoteca ascendía a 200.000 euros.
Pero la Generalitat la aprieta para que regrese a su expiso, ya ocupado, y ella espera un acuerdo para seguir en el de Montalà pagando o buscar otro. Sin convicción, dice que podrían tener presente la carta que el expresident Quim Torra le envío a Yacine, dos días después del incendio, por contribuir a salvar a sus hijos y a un vecino agradeciendo su actitud “heroica”. Dos semanas después, el exacalde Àlex Pastor le envío otra misiva de reconocimiento.
Bahija conocía de sobra el problema de la red eléctrica y apunta que en febrero de 2017 hubo una manifestación en Sant Roc. Sagués dijo entonces que era por “el cableado obsoleto, la falta de mantenimiento y pisos ocupados con la luz pinchada”. Lo firmaría ahora. Ayudando con el árabe, cuando hay problemas de comunicación con otros vecinos, organizando entregas de menús en el confinamiento o repartiendo mascarillas cerca del CAP, Bahija ayuda en lo que haga falta y sus compañeros dicen que es un puntal de la plataforma. De risa contagiosa, medita un segundo lo que le diría a Albiol: “Que baje al suelo. Hay distritos pobres en Badalona y seguirán si no se hace nada. Da igual si la gente es okupa, extranjera o no. Todos somos iguales”.
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