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Jazz jondo de altura para un escaso público privilegiado

Jorge Pardo presenta su nuevo trabajo ‘Trance’ en la Nova Cava del Festival de Terrassa

Jorge Pardo durante su actuación en el Festival de Jazz de Terrassa.
Jorge Pardo durante su actuación en el Festival de Jazz de Terrassa.miquel jurado

En estos tiempos en los que hasta salir de casa provoca una cierta angustia, al entrar en la Nova Jazz Cava de Terrassa lo que notas es una tranquilizadora sensación de alivio. La altura desproporcionada de sus techos, que siempre había parecido excesiva y un poco anticlimática, se convierte ahora en un inmenso espacio protector en el que no da miedo respirar profundamente (tras la mascarilla, por supuesto).

Otra cosa es el hecho de entrar, superada la barrera de la toma de temperatura, y, a pesar del letrero de agotadas las localidades, encontrar una sala semivacía, sin el ajetreo y la habitual animación, incluso euforia, que se suele vivir en el local. Muchas menos mesas, muy separadas y con un público más retraído y silencioso que de costumbre. Un primer desencanto que se disipa inmediatamente al ir comprobando las generalizadas miradas de felicidad que escapan por encima de las mascarillas. No se siente aquella tensión de la Cava llena a rebosar pero las ganas de los pocos privilegiados que han conseguido una entrada, unas setenta personas, compensan con creces.

Antes de iniciarse el concierto, un solo pase para no alargarse más allá de las 23 horas y contravenir las nuevas normas, el incombustible Valentí Grau recordó al recientemente fallecido Miquel Carol, fotógrafo de la Cava y del festival desde sus inicios, dedicándole el que iba a ser un memorable concierto.

Y lo fue, Jorge Pardo presentaba un nuevo proyecto titulado Trance que ya de entrada escapa a la norma con un vibráfono y una guitarra flamenca, instrumentos que históricamente nunca han viajado juntos. Pardo inició la tanda a solas con su flauta mostrando ya de entrada su tremenda jondura. No existe una supuesta fusión entre el jazz y el flamenco, aquí son una misma cosa y cuando el madrileño se raja, casi una constante, lo hace al mismo tiempo por Coltrane y por Camarón que, bien mirado, tal vez fueran una misma persona. Poco a poco el resto de instrumentistas se fue incorporando y la voz de Pardo, tanto con la flauta como con el saxo tenor, fue cada vez más la de un cantador explayándose a placer en una noche de euforia.

Hablar de duende es siempre un tópico pero en este contexto no hay expresión que describa mejor lo sucedido. Partiendo de distintos palos flamencos la música discurrió por caminos todavía capaces de sorprender. Pardo tocó mucho y dejó que sus músicos también pudieran volar a sus anchas en solos o dúos de gran intensidad.

Cuando el ambiente estaba en su punto álgido fue necesario acabar. Tiempo justo para que el obligado bis concluyera a las 23 horas en punto. No fue un final abrupto pero sí innecesario, podríamos haber seguido allí mucho más tiempo, se notaba en el semblante de todos, músicos y público, que la cosa había sabido a poco. Al acabar, con la sala rápidamente vaciada, los músicos no paraban de dar las gracias a los organizadores por conseguir, palabra que suena actualmente a maravilla, organizar conciertos y darles la posibilidad de expresarse en estos tiempos de penumbra. Uno de los responsables del festival confesaba que en años anteriores, al finalizar un concierto siempre gritaban “¡uno menos!”, ahora exclaman eufóricos “¡uno más!”. Y que no decaiga.

JORGE PARDO: TRANCE

39 FESTIVAL DE JAZZ DE TERRASSA

Jorge Pardo: Trance.

Nova Jazz Cava de Terrassa, 16 de octubre.

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