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La pandemia agrava la crisis de la industria en el área metropolitana

Los sindicatos apelan a la movilización y a un plan industrial catalán para capear el temporal

Josep Catà Figuls
Una de las manifestaciones por el cierre de la planta de Nissan.
Una de las manifestaciones por el cierre de la planta de Nissan.Albert Garcia

Los debates previos a la pandemia parecen ahora lejanos, pero el coronavirus y el parón de la actividad por el confinamiento no han hecho más que acelerar problemas de fondo que ya existían. Uno de ellos es la paulatina desindustrialización del área metropolitana de Barcelona y el creciente número de despidos por expediente de regulación de empleo (ERE) que ya era una realidad antes de la pandemia. Los expertos alertan de que la recesión que sigue al virus ahondará la crisis de la industria catalana, mientras que los sindicatos apelan a la movilización y a un plan industrial catalán para capear el temporal.

Las comarcas del Vallès Occidental y Oriental, el Barcelonès y el Baix Llobregat concentran la mitad de la industria catalana. La ciudad barcelonesa de Montcada i Reixac, presidiendo la confluencia del río Ripoll con el Besòs, encarna la eclosión industrial y el espíritu obrero que impregnó a lo largo del siglo XX a las ciudades que rodean Barcelona. Atravesada por cinco estaciones de tren y una de metro, y por las carreteras que llevan a la gran ciudad, Montcada, de más de 36.000 habitantes, ha sido desde hace décadas un potente municipio industrial.

El curso, sin embargo, empezó con mal pie para esta ciudad. En septiembre del año pasado, la empresa TE Connectivity, la antigua Tyco, anunciaba un ERE que finalmente se pactó para un centenar de trabajadores. Dos meses más tarde, otro cierre industrial, esta vez en Prysmian, antes General Cable, afectaba a 153 empleados de la planta de esta ciudad. Tras el paso de la pandemia y el parón de la economía, ha llegado para Montcada la estocada definitiva: el anuncio del cierre de la planta de Nissan, que en esta ciudad emplea a 180 trabajadores directos y tiene a centenares en empresas satélite.

Los tres cierres industriales —el de Nissan, todavía en negociación— tienen algo en común: surgen de la estrategia de reestructuración de grandes grupos multinacionales, que no ven ventajas en mantener plantas en Cataluña. “El debate sobre la industria no viene por el coronavirus. En 2019 pasamos de 1.106 ERE a 2.800, estábamos en una fase de desaceleración cíclica, y la industria llevaba dos años como único sector que retrocedía”, explica Carme Poveda, directora del gabinete de estudios de la Cámara de Comercio de Barcelona.

Poveda añade que “en un momento en que la estrategia global es reestructurar la actividad, Cataluña no está bien posicionada, porque una tercera parte de las empresas está vinculada a capital extranjero que no tiene los centros de decisión” en Cataluña. Es el caso de Nissan, que a raíz de la revisión del pacto global con Renault ha tenido que dejar caer las fábricas catalanas (que ya estaban al 20% de la capacidad de producción). Pero también fue el caso de Prysmian, un cierre que obedeció a la necesidad de eliminar duplicidades de fábricas después de que el grupo comprase a General Cable.

“Ya éramos conscientes de que en los próximos años, por la transformación de la industria, algunas empresas acabarían cerrando. Lo que ha hecho la crisis del coronavirus ha sido acelerar esas decisiones que estaban un poco en el aire y que la pandemia ha brindado como oportunidad para los empresarios. Es el caso de Nissan, pero también es el caso del cierre de la mina de Sallent y otros”, explica José Antonio Hernández, secretario general de Industria de CC OO en Cataluña.

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Los sindicatos consideran que ahora es el momento de ver a qué se dedican los fondos para la reconstrucción y creen que son una gran oportunidad para reforzar el sector industrial y que vuelva a ser el motor económico tras la debacle del turismo por el coronavirus. “La industria tiene que ser el centro de la atención de las políticas públicas. Estamos viendo que hay países que están rescatando empresas industriales, y esto puede ser la tendencia en los próximos meses”, coincide la experta de la Cámara de Comercio.

Plan de reactivación

En el sector existe cierta desconfianza hacia la administración acerca del plan para la reactivación de la industria, que viene de la decepción por el grado de cumplimiento del Pacto Nacional por la Industria. Este pacto, que cosechó el consenso de todos los partidos en el Parlament y de los agentes sociales y empresariales, está a punto de culminar los cuatro años de vigencia, y la Generalitat defiende que se ha cumplido un 92,5% de los objetivos. “Pero se han implementado las medidas que ya se hubiesen hecho igualmente. Todo lo que tiene que ver con innovación o infraestructuras no se ha cumplido de forma suficiente”, critica Hernández. “Haber hecho bien o mal las cosas en los últimos años nos sitúa de forma diferente para afrontar la crisis, y en Cataluña hemos tenido un Gobierno que no gobierna”, añade.

La Cámara de Comercio considera que el sector industrial catalán da muestras de adaptarse hacia una industria de más valor añadido y de tecnología avanzada, sobre todo en las pequeñas y medianas empresas, aunque cree que faltan fondos para la formación.

El pesimismo de la pequeña empresa

“Las administraciones estatal y autonómica no han apoyado durante años al tejido empresarial como deberían. El resultado es que se ha deslocalizado mucha industria y, con la pandemia, esta situación se agrava”, afirma Josep Maria Catalán, presidente de la patronal de pequeñas y medianas empresas (Pimec) en el Vallès Occidental. Los grandes cierres afectan también a estas empresas: si se confirma el cierre de Nissan, 380 empresas auxiliares y 17.000 trabajadores, según los cálculos de Pimec, están en riesgo. “Ya ha habido un impacto grande con el cierre de fábricas como Te-Connectivity o Prysmian, pero la pandemia lo ha tapado”, añade. La patronal reclama alargar los ERTE, aumentar los fondos para la transformación digital y para la formación, y rebajar la presión fiscal.


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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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