Un verano de saldo
El sector turístico se encomienda a las ofertas y a las tarifas de promoción para contrarrestar las reticencias de los veraneantes a salir de viaje
Fin de semana en un hotel de cuatro estrellas en régimen de media pensión en Lloret de Mar por menos de 50 euros por persona. En Platja d’Aro, una habitación para tres personas en un hotel de la misma categoría se podía reservar ayer por menos de 200 euros, una rebaja del 70% con respecto al precio fijado para la temporada alta. En Calafell una pensión completa en un hotel situado a un centenar de metros de la playa sale por 68 euros por persona. En La Pineda, al lado de Salou, el Hotel Palas trata de promocionarse anunciando descuentos a quien contrate habitación en su web oficial, sin pasar por buscadores de internet ni otros intermediarios que arañan rentabilidad a las reservas.
Las tarifas, en algunos casos más propias de un mes de marzo que del pico veraniego, son ejemplo de las promociones que aplican este verano los establecimientos hoteleros para ocupar el alud de camas que tienen disponibles. Las ofertas y los descuentos son el clavo ardiendo al que se agarra el sector turístico para tratar de minimizar daños en una temporada turística que se da por perdida. En la Costa Brava la ocupación hotelera no supera el 40% y la Costa Daurada, que registra cifras igualmente bajas y tiene a muchos hoteles cerrados, trata de rehacerse del mazazo que suponen las restricciones impuestas por el Reino Unido a aquellos que viajen a Cataluña. El triángulo Salou, Cambrils y La Pineda es tradicionalmente un destino muy demandado por los turistas ingleses e irlandeses. Sumaron más de dos millones de pernoctaciones en 2019 pero, tras hacerse público el pasado fin de semana que el gobierno de Boris Johnson exige una cuarentena a quienes lleguen desde España, el potente touroperador británico TUI canceló todas sus operaciones en el aeropuerto de Reus.
El gobierno de Francia también ha desaconsejado viajar a Cataluña. Y el primer fin de semana tras la recomendación, el tráfico de vehículos desde Francia hacia La Jonquera cayó un 17%.
De los cinco millones de visitantes que tuvo el año pasado Port Aventura, un millón fueron franceses. El complejo de ocio sufre el frenazo de turistas y a partir de hoy el parque reajusta su oferta para capear el bajo ritmo de venta de entradas. El recinto estará abierto dos horas menos y, además, la dirección ha clausurado uno de los cuatro hoteles que tenía disponibles.
Había esperanzas puestas en que la llegada del mes de agosto pudiera aportar oxígeno a un sector turístico que da signos de ahogo y que se enfrenta a la peor temporada de la historia reciente. La mejora se insinúa ligera. Durante el mes de julio, el aeropuerto de Barcelona fue recuperando parte del tráfico perdido por el estado de alarma pero los 419 vuelos que tiene programados para este sábado, y los 468 del domingo, suponen apenas la mitad de la actividad que registraba a estas alturas del año pasado.
Un 60% de anulaciones
Las incertidumbres generadas por el coronavirus han dejado muchos huecos libres en los libros de reservas y, a cada nuevo susto en forma de rebrote, las cancelaciones se han multiplicado. La patronal Pimec ha cuantificado en un 60% el porcentaje de reservas del sector turístico anuladas en Cataluña por el coronavirus. Los efectos los han sufrido de manera severa los destinos de playa, donde abundan los establecimientos diseñados para el turismo de masas y que basan su rentabilidad en poder dar servicio a una gran cantidad de clientes. En las comarcas de Barcelona el índice de anulaciones ha sido del 48%; en Girona, del 58% y en Tarragona ha alcanzado el 62%.
Las muchedumbres son, este año, el mal a evitar y las tarifas de promoción se promueven para contrarrestar las reticencias del turista a salir de viaje.
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