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Pepe Serra: “No hacía falta un virus para que nos pusiéramos a pensar”

El director del MNAC confía en el activo de la colección de su museo tras la reapertura y asegura que la pandemia ha acelerado el necesario debate sobre el cambio de modelo en estos equipamientos

Pepe Serra, director del MNAC, en la sala de su museo, en una fotografía de archivo.
Pepe Serra, director del MNAC, en la sala de su museo, en una fotografía de archivo.Carles Ribas (EL PAÍS)
José Ángel Montañés

El director del Museo Nacional de Arte de Cataluña, Pepe Serra (Barcelona, 1969), está, como todo el mundo, confinado en casa. Y aunque resulta difícil imaginar a este hombre hiperactivo encerrado entre cuatro paredes, asegura que no tiene tiempo de aburrirse. “Paso más tiempo reunido que nunca”, explica al otro lado del teléfono, tras participar en una videoconferencia con 12 personas. La tecnología le permite estar en contacto con su equipo y gestionar el cierre del principal museo catalán y, sobre todo, preparar su reapertura cuando la a desescalada del confinamiento lo permita.

“Hemos vaciado el calendario, como si no hubiera nada. Se ha hecho una lista de exposiciones, seminarios y actividades, con su coste asociado y se ha calculado un escenario económico en el que se cuantifican los recursos que se están perdiendo, por patrocinio, alquiler y ventas en la tienda y el restaurante, para que en el momento en el que haya un calendario, aunque yo no sé si vendrá público y de dónde, haremos la lista de nuevo para ver qué se puede hacer y qué no”, explica Serra, que deja claro que lo primero “es la estructura, el equipo del museo, la vigilancia y conservación del patrimonio, y si queda dinero, haremos alguna cosa”.

Dos días antes de cerrar sus puertas, el museo inauguró Son, una intervención del artista Oriol Vilapuig sobre el románico de la Vall d’Aneu, que casi nadie pudo ver. Y el 15 de mayo se inauguraba una gran muestra sobre Isidre Nonell. “Nuestra intención es prorrogar Son y mover a Nonell a otoño. Es la única solución que tenemos. Nonell puede funcionar bien en otoño y Navidad y como el público será más local que turista, encaja mejor”. También asegura que habrá exposiciones que no sabe si se podrán hacer, como la de la Capilla Herrera de Carracci, prevista para finales de octubre. “Estamos hablando con el Prado que lógicamente deberá atrasarla, y veremos si en el 21 disponemos de calendario para programarla”.

Estoy mentalizado de que será mucho si puedo abrir y hacer pequeñas actividades con la colección, que es un activo enorme”

Serra asegura que desde la consejería de Cultura les han asegurado que recompondrán el presupuesto, pero valora positivamente que se les haya garantizado la aportación prevista para este año. “Por lo que entre lo que dejemos de hacer y lo que ahorremos, se puede salvar la temporada”. Y rápidamente añade: “Pero todo son conjeturas, porque igual en julio, la economía dice que no hay dinero, algo que entiendo, porque hay cosas más urgentes, cómo poder comprar comida o pagar el alquiler”, por lo que asegura estar “mentalizado de que será mucho si el museo puede abrir y hacer pequeñas actividades con la colección, que es un activo enorme”.

Perfil del MNAC desde la Plaza de Espanya.
Perfil del MNAC desde la Plaza de Espanya. CARLES RIBAS

Por eso, el director cree que “2020 va a ser un año de transición, en el que desde el museo tenemos que conseguir ser vistos como un sitio amable; un lugar de conocimiento, pero también de afecto y de emociones”. Y algo en lo que Serra ha insistido siempre: “Que el museo ha de ser un sitio recurrente, al que puedes ir repetidamente porque pasan cosas y no tanto un lugar donde se puede ver un proyecto, que vale una millonada, pero que dura solo tres meses, al que, si no vas corriendo, te lo puedes perder”.

Un museo ha de ser gratis, como lo son las bibliotecas. Si la colección es pública, sean libros o cuadros, entrar tiene que ser gratis”

En este sentido, Serra recuerda una frase que circula por las redes estos días: “No debemos volver a la normalidad, porque la normalidad era el problema”, para asegurar que “el modelo tiene que cambiar. No puede ser, por ejemplo, que la Fundación Miró se autofinancie casi un 80%, porque a la que se mueva el turismo; un centro fundamental para la ciudad, que tiene carácter de servicio público con una misión social y educativa, no puede hacerla, porque depende de la taquilla”. Esto está mal montado”.

E insiste: “Llevo tiempo diciendo que un museo como el MNAC o como el Prado, con tantas misiones públicas a cargo, no se le puede pedir más de un tercio de autofinanciación. Lo demás es servicio público. Que las administraciones le exijan, lo evalúen; pero la infraestructura la ha de pagar la administración. Y si el coste está garantizado, lo que el museo gana lo puede convertir en programa, exposiciones y actividades. Tal y como está montado ahora es una perversión”. “Nosotros nos autofinanciamos entre un 34% y un 37%. Tampoco hemos podido más; pero siempre he defendido que no había que superar estas cifras. No es nuestra misión. Guardar 300.000 obras de arte en perfecto estado y que se puedan consultar, es un coste del país. Esto no se puede evaluar en coste de rendimiento económico. Que se mejore la tienda y el restaurante, pero el servicio educativo, social y de acceso a la cultura que presta el museo es impagable.

Y repite algo que ya se le ha oído decir antes: “Un museo ha de ser gratis, como lo son las bibliotecas. Si la colección es pública, sean libros o cuadros, entrar tiene que ser gratis. Luego, si se hace una muestra de Dalí y vale 15 euros, se busca la forma de tener precios populares para sectores desfavorecidos”.

Por eso, está convencido de que cuando la crisis sanitaria se supere habrá que abordar todos estos temas. “Creo que la pandemia acelerará los procesos, pero no hacía falta un virus para que nos pusiéramos a pensar. Lo que pasa es que cuesta mucho introducirlos, porque manda una visión economicista, no de política cultural”.

Una de las salas dedicadas al románico en el MNAC.
Una de las salas dedicadas al románico en el MNAC.MNAC

Es categórico cuando asegura: “A partir de ahora los museos no se podrán visitar como siempre, al menos en mucho tiempo”. Y apunta también un tema medioambiental: “Ya había un debate sobre si tiene sentido tener a nivel europeo unos miles de obras que llevan 50 años yendo de arriba abajo en avión, sin parar, de exposición en exposición. Los museos han de ser otra cosa. Hay que intensificar el trabajo con los artistas, la proximidad y la investigación”.

¿Tiene sentido tener a nivel europeo unos miles de obras de arte que llevan 50 años yendo de arriba abajo en avión, de una exposición a otra?”

Y recuerda a su colega Miguel Zugaza, director del Bellas Artes de Bilbao, que decía, cuando lo era del Prado: “Yo no voy a participar en una carrera loca para ver quién atrae a más gente, porque no me interesa’. Yo estoy de acuerdo, si el debate es ese, bien venido sea”.

Reconoce que, entre las cosas a mejorar está la comunicación con el visitante: “Tenemos que explicar el museo mejor. Sin banalizar, tenemos que abrirnos a todos; abandonando el lenguaje culturalista”. También, potenciar la presencia en las redes, que en estos días de confinamiento se han convertido en vitales. “La visitas presenciales y virtuales no son excluyentes. Todo lo que se está haciendo para ver el museo desde casa en estos días quedará en nuestra web para siempre”.

Como a todos los gestores, a Serra le preocupa la falta de recursos para la cultura. “No es normal que estemos en el 0,8% o el 1 % tan lejos de países vecinos. En un país normal tener la cultura bajo mínimos no es una buena señal”. Por eso, defiende “un debate público con calma, en el que participe Generalitat y Ayuntamiento, en el que se analice cuál es el sistema patrimonial en Barcelona y en Cataluña, lo que cuesta sostenerlo y la capacidad real de hacer cosas”.


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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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