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La ruina es bella

El enigma de los grabados de Piranesi y de las fotografías de Humberto Rivas, frente a frente, en una exposición

Exposición de Piranesi y Humberto Rivas en la galería Artur Ramon.
Exposición de Piranesi y Humberto Rivas en la galería Artur Ramon.Joan Sanchez
José Ángel Montañés

Dos de los creadores que mejor representan el paso irremediable del tiempo son, probablemente, Piranesi (1720-1778), uno de los grandes del grabado, y Humberto Rivas (1937-2009), uno de los mejores fotógrafos contemporáneos; dos artistas separados por siglo y medio y kilómetros de distancia, que nunca se habían visto las caras. Hasta ahora, que la galería Artur Ramon de Barcelona los ha reunido (hasta el 24 de abril) en una exposición en la que establece un juego de miradas en las que el visitante reconoce en los grabados y fotografías confrontados el mismo ambiente misterioso y poético que genera la ruina, sean palacios, templos y edificios monumentales en el caso de Piranesi o mucho más sencillos como fábricas y casas de la periferia urbana de Barcelona, en el caso Rivas.

Piranesi creó cientos de grabados de la ciudad de Roma que fueron adquiridos por los primeros turistas de la Ciudad Eterna en la que, en realidad, quedaba patente el abandono y el esplendor del pasado. Pero la realidad era otra ya que el artista de Treviso no dudaba en resaltar, de forma exagerada, la grandiosidad de la arquitectura y los monumentos de la ciudad del Tíber, de tal forma que los personajes que aparecen, si los hay, parecen diminutas hormigas. “Sus trabajos fueron las primeras postales turísticas, pero cuando los visitantes descubrían que la ciudad real no se correspondía con la grandilocuencia de los dibujos, se decepcionaban”, explica Artur Ramon.

En la obra del porteño directamente no aparecen personas, ya que sus edificios, a punto de desaparecer, los retrata vacíos de gente, con una luz crepuscular que aumenta la sensación de final.

“Piranesi también sabe jugar con tinta y el blanco y negro del papel para iluminar sus vistas, y nos brinda paisajes en claroscuros como solo Rembrandt y luego Fortuny fueron capaces de conseguir. Reunir los dos artistas en esta muestra es una idea feliz”, sigue Artur Ramon, que asegura que la mayoría de los grabados provienen de los propios fondos de la familia Ramon, uno de los más ricos de España en el ámbito privado; y por eso lo han expuesto en media docena de veces; todas en el primer local de la calle de la Palla.

Ahora, en la primera muestra de Piranesi en el nuevo local de la calle Bailén, este amante de la arquitectura que llegó a construir, aunque solo fuera un edificio, está acompañado de la obra de Rivas, cuyo archivo conservan con celo su familia en un local del Poblenou, “perfectamente clasificado y conservado”, explica su hijo, y también fotógrafo, Salvador del Carril Helguera. “A partir de espacios reales, los dos acaban representando un mundo imaginario y misterioso, explica, por su parte, José Antonio Aristizábal, uno de los mayores conocedores de la obra de Rivas, que también ha participado en la muestra.

Piranesi y Rivas parecen aferrados a un pasado que no volverá más. Piranesi por el esplendor de Roma, y Rivas por la nostalgia de la Argentina que tuvo que dejar de forma brusca tras el golpe de estado militar. La exposición (gratuita), coincide con la inauguración en enero de la plaza Humberto Rivas en el distrito de Nou Barris, muy cerca de Can Basté, donde este Premio Nacional de Fotografía y Medalla de Oro al Mérito Artístico dio clases.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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