Moreno admite fallos en la gestión de la sanidad andaluza: “No hemos conseguido los objetivos que nos habíamos marcado”
El presidente de la Junta urge al nuevo consejero a trabajar en un nuevo modelo del sistema sanitario


Hasta ahora el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, siempre había reconocido que “había cosas que se podían mejorar” cada vez que se refería a los problemas de la sanidad andaluza, principalmente provocados por el colapso en la atención primaria -que continúa- y por las listas de espera disparadas -que se achican, aunque no con la rapidez que demandan los ciudadanos-. Pero la crisis de los cribados de cáncer de mama ha puesto al descubierto las costuras de una gestión desbordada en la que los continuos planes de choque que se han anunciado por parte de la Consejería de Salud solo parecen parches para achicar las fugas de un trasatlántico, el Sistema Andaluz de Salud, que hace agua. Este miércoles por la tarde al dirigente popular no le ha quedado más remedio que admitir la mayor: “No hemos conseguido los objetivos que nos habíamos mercado”.
Moreno ha hecho esta reflexión sobre los fallos en la gestión de la sanidad pública andaluza durante la toma de posesión del nuevo conejero de Sanidad, Antonio Sanz. El presidente le ha pedido al nuevo responsable de esta cartera -el cuarto desde que accedió al cargo- que trabaje desde ya “en un nuevo modelo de gestión, que sea más ágil, que sea más eficiente, que sea más flexible y en el que el paciente esté justo en el centro de esa eficacia, de esa atención”. Para ello le ha pedido que convoque un comité de expertos que no se circunscriba solo a Andalucía, sino que tenga alcance nacional, e incluso europeo porque mejorar la sanidad pública “es un problema global”.
El dirigente popular llegó a la Junta aupado, en buena medida, por el desgaste que la gestión de la sanidad había ocasionado en los Gobiernos socialistas. La “joya de la corona”, como se refería la expresidenta Susana Díaz al sistema público de salud, se había convertido en una bagatela, ajada por los recortes de la Gran Recesión. El PP se subió a la ola de las protestas impulsadas por Spiriman y acabó al mando de la Junta y, por tanto, de la sanidad pública andaluza. Pero en estos años, tal y como ha reconocido este miércoles el propio Moreno, ha sido incapaz de cambiar la inercia de un sistema “con un diseño que se hizo en la década de los 80, con muchas de las estructuras en el SAS y en la propia consejería que son extremadamente rígidas, extremadamente complejas, con organizaciones que no son funcionales y a veces no son eficientes”. “Eso no solamente retrasa la propia atención, sino que hace que esos recursos públicos que ponemos al servicio del ciudadano no sean los suficientes”, ha abundado.
Consciente de que las elecciones se celebrarán dentro de ocho meses, salvo adelanto, y de que la sanidad es un elemento clave capaz de tumbar gobiernos asentados durante más de tres décadas en la comunidad, Moreno también ha apelado a los futuros votantes. “Ya decidirán los ciudadanos si quieren que nosotros sigamos haciéndolo a partir de junio de 2026 o que el gobierno que llegue, al menos, que encuentre, como no nos encontramos nosotros, una parte de ese trabajo hecho para que puedan seguir profundizando, mejorando y avanzando”, ha señalado el barón popular sobre el encargo de cambiar el modelo de gestión a lo largo de los próximos ocho meses que le ha encomendado a su nuevo consejero de Sanidad.
Hasta ahora, el argumentario de la Junta ante las críticas por la situación de la sanidad andaluza se centraba en que nunca se habían destinado tantos recursos ni la plantilla había sido mayor. Un razonamiento que también ha recordado esta tarde el presidente y al que ha sumado que, por primera vez desde que hay registros, el gasto médico por habitante está por encima de la media nacional -siempre había estado el último o el penúltimo-. Pero precisamente estas premisas ahondaban más en las fallas de su gestión. ¿Cómo es posible que teniendo más dinero que nunca la sanidad vaya peor que nunca?, es la reacción recurrente de la oposición y los sindicatos.
A diferencia de otros asuntos que han puesto en evidencia la incapacidad de la dirección de la Consejería de Salud, como las listas de espera o el caso del abuso de la contratación de emergencia, que permitió desviar más de mil millones a empresas privadas a través de contratos a dedo, ha sido la crisis de los cribados la que ha obligado a tomar medidas drásticas a Moreno, en el peor momento, a escasos meses de las elecciones, y en el talón de Aquiles de su gestión. La falta de empatía de la anterior consejera con las mujeres víctimas de los retrasos en los diagnósticos y la sensibilidad del asunto, el cáncer, ha golpeado a la sociedad andaluza que por primera vez pidió la dimisión de Moreno en una concentración en solidaridad con ellas celebrada la semana pasada. Por eso, el presidente ha enfatizado en su alocución la importancia de atender a la sensibilidad de los pacientes y de escucharlos. “Te pido que no dejes de escuchar, que no dejes de escuchar a los pacientes, a los profesionales sanitarios, a las organizaciones sindicales, a las plataformas, a las asociaciones, a todo aquel que tenga algo que aportar sea positivo o sea negativo”, le ha dicho Moreno a Sanz.
El presidente, no obstante, ha defendido que en un sistema tan complejo como el SAS, “con decenas de miles de profesionales, millones de pacientes, millones de actos médicos diarios”, en general las cosas funcionan y ha negado que su Gobierno haya privatizado la sanidad pública, como le reprochan los partidos de la oposición y las organizaciones de trabajadores.
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