El fiscal general presenta su renuncia tras la condena del Supremo
García Ortiz, en una carta enviada a Bolaños, pide su cese al Consejo de Ministros antes de que el Supremo ejecute la sentencia: “Tengo el convencimiento de haber servido fielmente a la institución”, afirma


El fiscal general del Estado ha presentado este lunes su dimisión al Gobierno. Álvaro García Ortiz ha enviado una carta al ministro de Justicia, Félix Bolaños, en la que pide su cese al Consejo de Ministros. “Es un acto debido no solo al Ministerio Fiscal, sino a toda la ciudadanía española”, señala el escrito, al que ha tenido acceso EL PAÍS. García Ortiz ha dado este paso tras conocer, el pasado jueves, el fallo del Tribunal Supremo que le condena a dos años de inhabilitación para el cargo por un delito de revelación de secretos y le impone una multa de 7.200 euros y el pago de una indemnización de 10.000 euros al empresario Alberto González Amador, pareja de Isabel Díaz Ayuso y procesado por fraude a Hacienda.
En la carta remitida a Bolaños, García Ortiz explica que la decisión de adelantar su salida antes de que el Supremo ejecute la inhabilitación, y “sin esperar siquiera a conocer la motivación de la sentencia”, se debe a su “profundo respeto” a las resoluciones judiciales y a su voluntad “siempre presente, de proteger a la Fiscalía española”. “Aunque mi determinación deriva directamente del fallo que me ha sido notificado, en mi haber tengo el convencimiento de haber servido fielmente a la institución a la que me honro en pertenecer, con una inequívoca vocación de servicio público, sentido del deber y lealtad institucional”.
El cese no se hará efectivo hasta que lo acepte el Consejo de Ministros, previsiblemente este martes, y se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE). García Ortiz podía haberse quedado en el cargo hasta que el Supremo notifique la sentencia con los argumentos que le han llevado a condenarlo (por ahora solo ha hecho público el fallo), ya que será entonces cuando surta efecto la pena. Pero el fiscal general ha optado por anticipar su salida acogiéndose al artículo 31.1 a) del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal (EOMF), que contempla que el fiscal general del Estado puede cesar “a petición propia”.

García Ortiz agradece al Gobierno que le nombrara para el cargo en junio de 2022. “La confianza depositada entonces es la misma que ahora devuelvo al entender que, una vez conocido el fallo, es el momento de abandonar el desempeño de tan alta responsabilidad”, señala el jefe del ministerio público, que, a lo largo de todo el proceso judicial, ha rechazado dimitir al considerar que mantenerse en el cargo era “lo menos gravoso y más prudente para la institución a medio y largo plazo”, según señaló el día que le encausaron y ha mantenido hasta la condena por parte del Supremo.
Ahora será el Gobierno el que tenga que nombrar a un nuevo jefe del ministerio público, que será el cuarto desde que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa en junio de 2018. Antes que García Ortiz estuvieron María José Segarra y Dolores Delgado, que también dimitió, aunque en su caso, por problemas de salud. Mientras tanto, las funciones del cargo de fiscal general serán asumidas, previsiblemente, por la teniente fiscal del Supremo, Ángeles Sánchez Conde, número dos de la cúpula fiscal. Sánchez Conde ha sido quien, durante la instrucción y el juicio a García Ortiz, ha ejercido como fiscal del caso y ha pedido la absolución de quien hasta ahora ha sido su superior directo.
La condena del Supremo solo inhabilita a García Ortiz “para el cargo de fiscal general del Estado”, por lo que, tras su renuncia, puede pedir su reingreso en la carrera fiscal, de la que ha estado fuera mientras ha sido jefe del ministerio público. Pero otras normas que rigen sobre la Fiscalía dejan en el aire su futuro y si el fallo del alto tribunal implicará su expulsión de la carrera. Fuentes fiscales afirman que, para conocer las implicaciones de la inhabilitación, hay que esperar a conocer la sentencia.
Lo previsible es que se abra un expediente para determinar cómo afecta la condena a la condición de fiscal de García Ortiz. El artículo 32 d) del reglamento de la carrera fiscal, de 2022, recoge como una de las razones por las que un fiscal pierde esta condición el hecho de que sea condenado con una pena “de inhabilitación para cargo público”. La Inspección tendría que interpretar si esta cláusula es aplicable en este caso, dado que a él se le ha condenado con inhabilitación especial para el cargo de fiscal general. En todo caso, ese precepto establece también la expulsión de la carrera cuando sobre un fiscal recaiga un “delito doloso”, como lo es el que el Supremo atribuye al jefe del ministerio público.
No obstante, ese artículo del reglamento recoge que el fiscal general del Estado (el sucesor de García Ortiz) podrá “sustituir la pérdida de condición de fiscal por la sanción de suspensión en los casos en que la pena no fuera superior a 6 meses”, y remite, a su vez, al artículo 44 del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal (EOMF), que faculta al jefe del ministerio público para cambiar la expulsión de un fiscal por la suspensión “de forma motivada y atendiendo a la entidad del delito cometido”. El próximo jefe del ministerio público tendrá que valorar si este supuesto es aplicable a García Ortiz e, incluso, si hay alguna opción para que se mantenga dentro de la carrera, ya que la inhabilitación del Supremo solo es para el cargo de fiscal general.
El presidente del Gobierno aseguró este domingo, en su primera comparecencia pública tras la condena a García Ortiz, que ya está en marcha el proceso para relevarle. Aunque no dio pistas claras sobre nombres, fuentes del Ejecutivo han señalado en los últimos días que será netamente progresista y una persona de perfil fuerte para enfrentarse a una situación muy delicada. “El Gobierno siempre ha propuesto personas como García, con dilatada experiencia, con conocimiento importante de la materia. Reconocemos la labor que ha hecho Álvaro García, ha sido muy positivo”, dijo Sánchez, quien dejó claro su malestar con el fallo e incluso confió en que “otras instancias”, en referencia al Tribunal Constitucional o la justicia europea, “puedan dirimir aspectos de esta sentencia que puedan ser controvertidos”.
García Ortiz ha mantenido desde el principio su inocencia y ha rechazado haber filtrado el correo que se ha centrado la investigación. En el juicio, durante su declaración como investigado, el jefe del ministerio público aseguró que ni él ni nadie de su entorno había filtrado el correo. “La verdad no se filtra, la verdad se defiende”, dijo. El fiscal general se ha negado durante todo el proceso a dimitir, pero la pena de dos años de inhabilitación impuesta por el Supremo le obliga a dejar el cargo.
Contra esa sentencia no puede interponerse ningún recurso ordinario, solo un incidente de nulidad, un procedimiento extraordinario para reclamar la nulidad de una resolución judicial por vulneración de derechos fundamentales, pero sería el propio Supremo el que tendría que resolverlo y las posibilidades de que prospere son muy remotas. Agotadas las vías en el alto tribunal, la única opción que le quedaría a García Ortiz sería presentar un recurso de amparo en el Tribunal Constitucional si considera vulnerados derechos constitucionales.
La pena impuesta por el Supremo es inferior a la que pedían las acusaciones, que reclamaban entre cuatro y seis años de prisión y hasta 12 de inhabilitación. El delito por el que ha sido condenado García Ortiz, el 417.1 del Código Penal, castiga a la autoridad o funcionario público “que revelase secretos o informaciones de los que tenga conocimiento por razón de su oficio o cargo y que no deban ser divulgados”. La pena prevista para ese delito es de multa de 12 a 18 meses e inhabilitación especial para empleo o cargo público por tiempo de uno a tres años, pero en su forma agravada puede llegar a implicar pena de prisión de uno a tres años y de tres a cinco de inhabilitación. El tribunal ha optado por quedarse en la mitad de la horquilla del tipo básico para la pena de inhabilitación, dos años, y por la pena mínima para la multa (12 meses con una cuota diaria de 20 euros).
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